Hay un hombre en Hollywood que lo hace todo. Se llama James Franco, nació en California en 1978 y es lo más parecido que ha dado el siglo XXI a un creador renacentista. Hiperactivo, no hay disciplina cultural que se le resista. Empezó joven en la serie de culto Freeks and Geeks, fue el malo de Spider-Man y el malísimo de la gala de los Oscar de 2011. «Parecía colocado», fue una de las lindezas que le soltaron. «¿Has presentado alguna vez una gala con Anne Hathaway? ¿Cómo no iba a parecer fuera de lugar al lado de semejante mujer?».

Acaba de estrenar Spring Breakers en un papel de yonqui, y como caballero decimonónico en Oz, un mundo de fantasía. Y eso es sólo una parte. Mientras rodaba media docena de películas más, ha vuelto a la universidad para hacer un doctorado en Literatura, ha escrito poemas, ha dirigido vídeos para R.E.M., ha montado un proyecto multimedia… James Franco es la estrella intelectual de un negocio en el que suele preocupar más la foto que la letra.

Cada día llegan noticias sobre nuevos proyectos tuyos, ¿tienes un doble 
o acaso has conseguido que tus días sean más largos que los del resto?
Nada de eso. Intento aprovechar el tiempo al máximo. Se trata de una cuestión de prioridades: yo no voy mucho a fiestas y no hago demasiadas sesiones de fotos. Cada uno debe elegir su camino. Yo necesito escribir.

¿Por eso volviste a la universidad?
Mi vida ha ido muy deprisa. Pasé de la nada a presentar los Oscar en seis años. Cuando acabó la ceremonia, tuve la sensación de que me faltaba algo, de que Hollywood me estaba robando partes que para mí eran importantes.

Has publicado libros de cuentos y de poesía... ¿Son los camerinos un entorno propicio para la creación literaria?
Vivir de la poesía ha sido imposible ayer, hoy y siempre. Los autores que admiro tampoco lo hacían. La diferencia está en que ellos escribían después de dar clase en un instituto. Yo lo hago después de rodar en un plató.

Tus obras no se han traducidos 
al español. ¿Cuál es tu estilo?
Los cuentos son prácticamente autobiográficos: la historia de un chico que crece en Hollywood. La poesía resulta muy difícil de describir... son sentimientos.

Hay cierta fijación en tu carrera por personajes que no viven 
el sexo de forma convencional.
El sexo es algo fundamental para todos, pero más aún para los actores. A través de la exploración de la sexualidad de un personaje llegas a reflexiones que nunca te hubieses hecho. He interpretado a tres gays, algo que a otros les da terror. No lo digo como adalid de una causa, sino egoístamente. Por ejemplo, Aullido lo hice por descubrir cómo la sociedad te rechaza por artista y por gay.

Acabas de lanzar tu primer sencillo 
con la banda Daddy. ¿No te da miedo que la gente termine cansándose de ti?
Sé lo que estás pensando. Soy consciente de que para algunos hago demasiadas cosas, y que necesariamente algo haré mal. Sin embargo, para mí, todo es uno. La música, la poesía y la interpretación son herramientas para expresar lo que de verdad importa: mis sentimientos.

 

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