No es fácil que Audrey Tautou, la actriz  de moda en Francia, diga sí a una película. Lo hizo con la adaptación al cine de La delicadeza, la historia que catapultó a la fama a David Foenkinos (París, 1974). Ahora, este músico de jazz curtido en las aulas de la Sorbona publica Lennon (Alfaguara), la primera biografía escrita sobre el genio por un autor de renombre. Una obra para proyectar, esta vez en nuestras mentes, un mundo mejor.

¿Quién fue Lennon según Foenkinos?
Alguien muy complejo. Lo era todo y su contrario. Pervive como un hombre de paz, pero fue un adolescente violento que rechazó a su primer hijo, aunque sintió pasión por el segundo. Su primera mujer no tenía derecho a existir públicamente y, sin embargo, no iba a ningún lado sin Yoko. Es más, escenificaban su amor. Llegaron a pagar publicidad para decir «Feliz Navidad» al mundo entero.

¿Fue Yoko quien lo humanizó?
Sí, lo apaciguó. Yo creo que lo conoció justo cuando a él le hubiese tocado morir. Estaba sumido en la depresión y las drogas. Tenía 27 años, la edad con la que se fueron Jimi Hendrix, Kurt Cobain, Jim Morrison y Janis Joplin. Yoko fue su madre, padre y mentora intelectual. Los dos, en realidad, eran uno.

¿Al final ella fue también una adicción?
De hecho en una canción la compara con un chute de droga. Más allá de ellos, creo que el amor en general es algo adictivo. Nos hace sufrir pero también sentir vivos.

Dicen que el amor empieza por uno mismo, ¿crees que Lennon se quería?
Sus padres lo abandonan a los 5 años. Como todos los niños rechazados buscaba demostrar que valía, y él quería que todos supieran lo gran músico que era. Los Beatles vivían una vida loca, pero estaban tocados por la gracia de la creación. A pesar de ello, Lennon siempre tuvo la sensación de no ser nada. Una vez más la paradoja. Debilidad y megalomanía.

¿Qué hay de Foenkinos en Lennon?
John Lennon está en todos mis libros, incluida La delicadeza. Su vida estuvo marcada por el sufrimiento, la creación y la fusión sentimental. Tres cosas que me apasionan. De hecho, podría decir que esta obra es también mi primer libro autobiográfico. Lennon sigue vivo en mí.

¿Qué rasgo resaltarías de él?
El aburrimiento. Fue un niño que se aburría mucho y que cuando creció componía tres temas por semana. Creo que nos pasamos al dar tanto alimento intelectual a los niños, porque el genio puede nacer precisamente del vacío, de activar la imaginación para imaginar otro mundo. 

Puestos a imaginar, ¿qué 
sería Lennon de seguir vivo?
Embajador de la ONU. Hoy hace falta allí un John Lennon... ¡O que Barack Obama coja una guitarra! (risas).