No hay historia ni leyenda en Escocia que no esté relacionada con un lago misterioso, siempre envuelto en brumas y poblado por criaturas sobrenaturales. La más famosa es la del lago Ness, forjada cuando un evangelizador de la antigua Caledonia se enfrentó en medio de sus aguas a un supuesto monstruo marino con forma de serpiente. «Por muy escéptico que uno sea, resulta imposible no otear el paisaje en busca de Nessie», confiesa la escritora canadiense Sara Gruen (Vancouver, 1969) mientras caminamos por las ruinas de Urquhart, el castillo que domina esta bellísima estampa, en el pueblo de Drumnadrochit, y que ella pisó por primera vez cuando era una niña

Ahora la ex redactora de documentación técnica que vendió más de 10 millones de copias de su obra Agua para elefantes vuelve a sorprender a sus fans con 'El agua de la vida' (Planeta), una novela inspirada en esta épica tierra y que narra una historia de amor en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. En ella la vida idílica de Ellis y Maddie, un matrimonio de clase alta de Filadelfia, da un giro de 180 grados cuando el padre de él les retira su cuantiosa asignación; entonces, la pareja se instala en Drumnadrochit dispuesta a retomar el proyecto en el que el progenitor de Ellis fracasó años antes: encontrar al monstruo del lago Ness.

«Descubrí por casualidad un archivo desclasificado sobre un secreto oficial que incluía una carta de Scotland Yard de hacía 70 años. Decía que el gobierno creía que el monstruo sí existía. Y antes de que me diese cuenta ya estaba aquí de nuevo, investigando».  Acostumbrada a escribir sus novelas en dos años, con esta Sara tardó un poco más: cuatro. «Uno de mis hijos tuvo cáncer de huesos y se rompió la cadera. Hasta que lo superó, no pude empezar de verdad. Por eso esta historia también va sobre superación y nuevos despertares. Maddie, la protagonista, exprime la vida tal cual le llega, no espera que nada ni nadie decida por ella. El poder del cambio está en sus manos». ¿Significa es que debemos aprender a prepararnos para recibir las oportunidades? «Sí, pero hay algo que nos lo impide, y es nuestra cara b. En el libro hablo de tres monstruos: Hitler, Nessie y los que habitan en nuestro interior. Y a estos últimos hay que pararles los pies para prestar atención a lo que de verdad nos aporta bienestar».

[A continuación, el resto de la entrevista en exclusiva]

Una fotografía antigua del Chicago Tribune fue el punto de arranque para escribir Agua para elefantes. ¿Cuál fue la fuente inspiracional de 'El agua de la vida'?
Mi fascinanción por el Lago Ness comenzó hace muchos años, cuando tenía doce y visité por primera vez el castillo de Urquhart, la fortaleza que protege la entrada de las Highlands y vigila el lago desde un promontorio. Estaba convencida de que iba a verlo y que el propio monstruo me iba a desvelar su existencia y yo guardaría su secreto. Muchos, muchos años después, procrastinando en la oficina, por azar, encontrar en Internet unos documentos secretos desclasificados del gobierno. Uno de los archivos contenía una carta de Scotland Yard de 1938 que declaraba que el monstruo existía. Pensé entonces: ‘¿Y si mezclo mi castillo favorito con el monstrugo del Lago Ness?’. Antes de darme cuenta, ya estaba con las maletas en el avión. El primer viaje a Escocia lo realicé sola. En seguida supe que sí, que este escenario, con valles, aguas, ruinas medievales y leyendas, tenía que ser el paisaje central de la trama de mi próximo libro. Tenía que situar la acción aquí. Así que regresé con mi familia –su marido, sus tres hijos y su madre, que vive en Cambridge– y nos quedamos casi cinco semanas en este pueblo –Drumnadrochit, donde se ambienta la novela–.

Sin embargo, ¿llegaste a Escocia sin saber cómo sería tu historia?
Exacto. Sabía que iba a escribir sobre la leyenda del monstruo del Lago Ness, pero no tenía el argumento trazado en mi mente. Encontré la inspiración en el momento más inesperado, durante los últimos días de mi viaje, mientras deambulada por el castillo de Urquhart, tratando de encontrar ideas. Sólo estábamos mi guía y yo. Me paré frente a una de las antiguas puertas que dan al lago. Hay algo de los castillos en ruinas, sin grandes restauraciones, que ayudan más a que afloren los sentimientos, desvelos y pasiones de aquellos que los habitaron en el pasado. Hay una presencia real, casi sobrenatural. Tienes tanta historia y vivencias bajo tus pies... Fue entonces cuando todos los fragmentos sueltos que flotaban en mi cerebro comenzaron a tomar forma. Mandé a mi guía a que me esperase en el coche y al instante me puse a dictar frases en la grabadora del teléfono.

Sueles escribir tus libros en dos años, ¿por qué tardaste más tiempo con este?
Cuando iba a comenzar, mi hijo se puso enfermo, le diagnosticaron cáncer de huesos y se rompió la cadera. Hasta que no se curase, decidí no teclear. No podía. Lo superó. Para mí fue como bajarme de una maldita montaña rusa eterna. Volver a tu vida normal es imposible. No sabía cómo hacerlo. Cómo sentarme y escribir. Un buen amigo y escritor también, Renee Rosen, me propuso que fuéramos juntos a un retiro de escritura de fin semana. Fue hacerlo, y recuperar la confianza y la fortaleza. ¿La verdad? No sé de dónde saqué la fuerza, pero ahora, echando la vista atrás, estoy feliz de no haberme rendido. Si hubiese devuelto el avance económico que me dio la editorial para esta novela, habría fracasado como mujer, madre y profesional. He superado muchas metas con una sóla arma: creer que puedo. Creo que las experiencias difíciles no son las que te hacen más fuertes, es estar agradecido por ellas lo que verdaderamente te fortalece. Sólo el que agradece sus circunstancias es capaces de obtener un aprendizaje de ello, en cambio, el que viven en el drama sólo obtiene un motivo con el que justificarse en los pasos que decide o no tomar.

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Un arranque muy emocional...
Nunca he estado tan asustada y a la vez me siento la mujer más aforutnada en toda la tierra.

Con la Segunda Guerra Mundial como telón de fondo, ¿cómo te preparas para cada novela? ¿Cómo es el proceso de investigación?
Concebir cada libro es una gran aventura y a la vez una elaboradísima investigación periodística, puedo estar dos años enteros en ello. Para este, me sumergí a fondo en la guerra mundial, el avance de las tropas de Hitler, la situación en el Reino Unido en la época y también en las costumbres y usos de los años cuarenta en la región. Y, por supuesto, investigué la fantástica leyenda del monstruo del lago Ness. Cotilleé los archivos de la casa de correos Inverness Courier, entrevisté a las personas que vivieron la guerra, investigué la Primera Brigada de Servicios Especiales e incluso persuadí al equivalente de nuestra Guardia Costera americana para tirarme en el lago. Me perdí por unas ruinas que más tarde descubrí que fue un campo de la RAF y que aún contenía bombas sin detonar. Esta zona, y en especial este pueblo, tienen mucha historia militar. Aquí se practicaban los desembarcos del Día D, entrenabana las tropas de élite de los aliados y durante los bombardeos de Londres, los Nazis enviaban sus aviones desde Noruega y pasaban por encima de este valle, Glen. En el libro lees sobre dos ataques... Muy al principio pensé en incluir a un detective de Scotland Yard pero abandoné la idea.

Tanto Jacob en 'Agua para elefantes' como Maddie y Ellis en 'El agua de la vida' sufren un revés del destino desde el comienzo, su supuesto futuro garantizado se evapora. ¿Cómo reflejas en tus libros el hecho de ser dueño de tu vida?
Tanto Jacob en 'Agua para elefantes' como Maddie en 'El agua de la vida' viven la única vida que vivirán, es decir, no esperan que la vida decida por ellos porque saben que ese momento no llegará. El poder lo tienen ellos y sólo ellos saben qué camino tomar y ser capaces de cambiar. A veces te concentras tanto en lo que quieres, que se te olvida ser feliz con lo que tienes delante. Creo que las historias que apelan a nosotros como lectores son aquellas en los que la gente tiene que examinar lo que realmente pasa en sus vidas, y luego ver lo que hacen en el futuro. En el caso de 'El agua de la vida', Maddie y Ellis se enfrentan a enormes cambios y su entendimiento de la vida tal como la conocen es opuesta.

Maddie, Ellis, Hank... ¿por qué fascina tanto los triángulos amorosos?
¡Desde los tiempos inmemoriales! Son un pilar en sí mismos en cualquier historia: novelas, películas, cuentos, canciones... incluso en textos religiosos, porque estos conflictos pasionales se remontan a épocas remotas y son propios de la naturaleza humana.

¿Por qué fascina el mundo natural y los monstruos? ¿Cómo los reflejas en la novela?
Hay monstruos que asustan por su forma externa, seres deformes que habitan las pesadillas y seres que superan las leyendas. En la novela hay tres: Hitler que cambió el rumbo de Europa y del mundo, Nessie con un alma más bondadosa y los que asustan a uno mismo, los que habitan en el interior de cada uno de nosotros. Sufrimos frustrados por lo que desearíamos que fuera y no es, por lo que esperábamos que hubiera sido y no fue, por lo que queremos que sea y no llega. Maddie fue capaz de no sentirse víctima por la situación que decidió vivir su marido y demuestra que uno puede reinventarse en las situaciones más extremas. No hay nada como ser sincero con uno mismo.

¿Cómo es tu método de escritura?
2000 palabras al día u ocho horas de trabajo. Mi primer libro lo escribí dentro de mi vestidor. Vivo en Carolina del Norte, con mi marido, mis tres hijos, tres perros, cinco gatos, dos pájaros, dos caballos y una cabra. Así que paz, paz, no tengo mucha. Lo positivo es que por aquel entonces no teníamos wifi en casa y no entraba obsesivamente a ver mi email, compras en ebay... Ahora trabajo en un cuarto y cuando echo la cortina de terciopelo roja, en casa saben que no me pueden molestar salvo que te abras la cabeza o te rompas algo. Y para no caer en la tentación digital, uso la aplicación Freedom. Me bloquea durante horas Internet, Facebook, Youtube, Google....

¿Crees que realmente existe monstruo del Lago Ness?
Me acojo a la quinta enmienda.