“¿Y si te dijese que con menos cosas puedes ser más feliz?”. Con esta invitación a reflexionar comienza 'Menos es más' (Zenith, 14,90 €), la obra de Francine Jay, Miss Minimalism, que pretende dar una vuelta de tuerca a la filosofía de la limpieza y el orden que hace ya un tiempecito puso de moda Marie Kondo.

Desde su texto, Jay quiere animarnos a cultivar una mentalidad minimalista, dejando lo menos posible con nosotros pero siempre con una utilidad o, si no la tienen, que al menos tenga algo de gusto estético. “Si algo te hace sonreír cada vez que lo ves (o si su armonía visual te lleva a apreciar más la belleza de la vida), merece el lugar que ocupa en tu casa”, asevera en el libro.

Insiste en que la sociedad capitalista nos ha creado necesidades que en realidad no lo son, y que lo único que nos producen es estrés y esclavitud. Cada cosa que poseemos tenemos que ordenarla, limpiarla, cuidarla... y eso nos priva de tener una vida satisfactoria y, sobre todo, libre. Anima a hacer el ejercicio de pensar qué realmente precisamos y a hacer 'un favor a tus herederos y no les obligues a tener una casa llena de trastos cuando no estés'.

Sí, para Jay “el minimalismo es hacer espacio para lo que más importa”. Recuperar el espacio en todas las habitaciones de la casa para poder desplazarse, jugar, y, simplemente estar. Para ello sugiere que, en nuestra cabeza, clasifiquemos nuestras pertenencias en útiles, bonitas y con valor sentimental y, a continuación, hagamos uso del método STREAMLINE (en inglés, 'optimización'), acróstico para las siguientes instrucciones:

Siempre hay que volver a empezar.- Para ordenar, la autora recomienda vaciarlo todo, sacar todas las cosas de la habiyación, y después recolocar las cosas una a una.
Trasto, tesoro o traspaso.- Clasifica tus pertenencias en estas categorías. Trastos, todo aquello que se ve claramente que es basura; Tesoro, los objetos que quieres conservar y que has usado en el último año; y Traspaso, aquellas cosas en bien estado que a ti ya no te sirven y que puedes regalar o vender.
Razón de ser de cada objeto.- “Asegúrate de que exista una buena razón para que [esa cosa] forme parte de tu hogar; la utilizas con frecuencia, te facilita la vida, la consideras bonita...”, explica.
En cada lugar una cosa y cada cosa en su lugar.- Aquí introduce tres nuevos conceptos: Círculo Íntimo (el espacio donde deben estar los objetos que usas habitualmente), Círculo Externo (los que usas menos de una vez por semana pero más de una vez al año) y Almacenamiento Profundo (aquellas cosas que usas menos de una vez al año).
Apartarlo todo de las superficies.- Para Jay, las superficies de mesas, camas, mesillas, etc deben estar siempre despejadas para poder utilizarse.

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Módulos.- Al ordenar, ¿cuántas subdivisiones puedes hacer? ¿Puedes clasificar tu cajón de papelería en bolis, grapas, cuadernos, clips, folios...? Hazlo, utiliza cajas diferentes para cada módulo y etiqueta para no perderlo de vista.
Límites.- Son imprescindibles para que siga en pie el estilo de vida minimalista. Está claro que los límites los acaba poniendo la parted de tu casa, pero si los llenas mucho acabarás agobiándote.
Intercambio.- Es decir: entra uno, sale uno. Para que esos límites tengan sentido, tienes que seguir esa máxima. Que entra un libro, te deshaces de otro. Y así.
Nada de ser permisivo: restringe.- Reduce, reduce y reduce. ¿Qué es lo mínimo con lo que puedes vivir? ¿Puedes 'miniaturizar' ese gorro de tu graduación que ya no sabes dónde poner=
El mantenimiento diario.- El último punto del método Jay propone ser riguroso y tener una actitud vigilante siempre para que haya orden y no se acumulen las cosas innecesarias.

Miss Minimalist lleva más allá las pautas de ese método, dándonos detalles de cómo ordenar cada parte de la casa, desde el salón al cuarto de baño pasando, cómo no, por el trastero (lo más fácil de ordenar para ella, porque es donde se acumulan más trastos). Hace especial hincapié en el minimalismo que debe tener el dormitorio, porque “Debería ser un espacio de descanso y relajación y no solo para el cuerpo, sino también para la mente”.

Una vez conseguido este estilo de vida minimalista, el siguiente paso es 'contagiarlo' al resto de los ocupantes de la casa, tarea que, a pesar de las indicaciones de Jay, nos parece harto difícil. Eso sí, coincidimos en las enormes ventajas que ofrece una actitud minimalista para conseguir lo que ella denomina 'el bien común', que viene a ser una actitud respetuosa con el entorno.

Su propuesta se ciñe finalmente al 'minsumismo', es decir, consumiendo lo menos posible, cubriendo nuestras necesidades, “minimizando el impacto de nuestro consumo en el medio ambiente y minimizando el efecto de nuestro consumo en la vida de nuestras personas”.