En aquella época, Earvin 'Magic' Johnson era uno de los deportistas más conocidos, laureados y grandes del mundo. La NBA tenía su nombre, llevaba 12 años en Los Angeles Lakers, había ganado cinco títulos y seis MVP's y no había un momento más emocionante que sus peleas con Larry Bird, de los Celtics.

En octubre de 1991, decidió hacerse un seguro de vida y una de las pruebas que le obligaron a hacer fue un análisis de sangre para ver si tenía sida. Desgraciadamente, dio positivo; la noticia se la comunicó el médico de los Lakers y, entre sus asesores y el equipo, tomaron la decisión: tenía que dejar el baloncesto y comenzar el tratamiento inmediatamente.

El 7 de noviembre comunicó a todo el planeta la noticia de que padecía HIV y que los médicos le daban cuatro años de vida. Las consecuencias no se hicieron esperar: desde las palabras de ánimo del presidente George Bush: "Para mí, Magic es un héroe, un héroe para cualquiera que ame el deporte" hasta los baloncestistas que no quisieron jugar con él un partido homenaje por si les contagiaba el virus.

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Tras abandonar el baloncesto, Magic se entregó en cuerpo y alma a dos cosas: el tratamiento con antirretrovirales y a educar a los estadounidenses sobre cómo prevenir el contagio. Escribió una guía, creó una fundación, se recorrió todo el país dando conferencias educativas en colegios, institutos y centros públicos...

25 años después, es un multimillonario de éxito, dueño de varias empresas, y vive felizmente, muy lejos de aquel pronóstico que solo le daba 4 años de vida. En una de las webs de su propiedad, The Playbook, escribió hace unos días una carta explicando cómo había sido su vida en todo este tiempo. La misiva no tiene desperdicio, y da buena cuenta de lo que es el trabajo, el sacrificio y la lucha contra una enfermedad no erradicada aún cuya mejor herramienta para evitarla es la prevención.

"Aunque yo había aceptado mi status, decirle al mundo era una prueba distinta. A principios de los 90 escuchar que alguien tenía VIH/SIDA significaba que no vivirían mucho tiempo. Creí que era mi deber educar a la mayor cantidad de gente sobre esta enfermedad".