No fue tan evidente ni tan machacón como en las galas cinematográficas, pero en los Grammy también hubo hueco para las reivindicaciones feministas contra el acoso sexual y a favor de la igualdad de género en materia laboral y salarial.

El color blanco representó en los Grammy la adhesión al #MeToo y a Time's Up, como se había adelantado hace unos días. En la alfombra roja, hemos visto con la rosa blanca (de diferentes formas) a Lady Gaga, Miley Cyrus, Rita Ora, Pink, Lana del Rey y Zayn Malik, entre otros artistas.

Y así, el blanco fue el color que brilló en el escenario del Madison Square Garden de Nueva York, cuando subió Kesha a protagonizar uno de los momentos más emocionantes de la noche: la interpretación de 'Praying', que se convirtió en un canto a la igualdad y a la lucha contra el acoso sexual.

Kesha tomó la voz cantante, pero de los coros se encargaron un buen puñado de artistas comprometidas de diferentes generaciones. Camilla Cabello, Cindy Lauper, Andra Day, Bebe Rexha y Julia Michaels acompañaron a Kesha, que acabó su actuación entre lágrimas, emocionando incluso a James Corden, el presentador de la gala.

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Kesha ha sido una de las voces del mundo de la música más implicadas contra el abuso sexual: denunció al productor Dr. Luke por acoso y abuso sexual entre otros cargos, y fue apoyada por artistas tan importantes como Taylor Swift, quienes se ofrecieron a pagar algunos costes del proceso judicial.