Lapo Elkann: rebelde con causa
Hace años, el más díscolo de los Agnelli quiso volar solo. Hoy es un empresario de éxito, un trabajador incansable y un icono de estilo. Pasamos una tarde con él en Barcelona, hablando de moda, de elegancia, de envidias, de mujeres... de todo.
«Un hombre no sólo debe saber vestirse bien. También debe saber vestirse rápido». En calzoncillos, Lapo Elkann (Nueva York, 1977) suelta esta frase en la azotea del Hotel Omm de Barcelona, mientras se pone un tres piezas en un visto y no visto, con pañuelo en el bolsillo y el nudo de la corbata estudiosamente ladeado. Y sin espejo. No le hace falta. Por algo encabeza, año tras año, las listas de los hombres más elegantes del mundo. El nieto del mítico Gianni Agnelli –presidente de Fiat y de la Juventus de Turín y responsable de una de las mayores fortunas de Italia– ha llegado a nuestra cita rodeado de un séquito de secretarios y ayudantes más propio de una estrella de rock que de un empresario de éxito. Tampoco su voz es como se la espera, demasiado rota para tener sólo 36 años. Y es que Lapo ha vivido muy deprisa, muy de noche y muy en el filo. Pero eso forma parte del pasado, y él sobre el pasado ya no habla, aunque sí aclara: «No me arrepiento de nada en mi vida. Todo es una lección que te permite crecer y convertirte en mejor persona. Todo el mundo comete errores y aciertos, lo importante es aprender de los primeros y tomarse con distancia los segundos».
Hace años que el más rebelde de los Agnelli sentó la cabeza. Su privilegiada cabeza. Tras relanzar con éxito la casa Fiat después del fallecimiento de su abuelo, desarrollando el revolucionario 500, Lapo decidió soltar amarras y ver hasta dónde era capaz de llegar por sí mismo, lejos de las cuentas bancarias familiares. Y así, de paso, disfrutar haciendo lo que le da la gana, que es, básicamente, su filosofía de vida. Tanto, que convirtió este mantra en el apellido de la empresa que montó en 2007: Italia Independent. Una marca de moda y lifestyle que, con las gafas como principal argumento, lo ha convertido en un emprendedor de éxito que ya cotiza en la Bolsa de Milán y que colabora con nombres como Karl Lagerfeld o Gucci. A pesar de todo, Lapo es un tipo cercano, accesible. De los que te aprieta la mano al saludarte y te da dos besos al despedirte. Habla claro y mira a los ojos, aunque se le nota un cierto esfuerzo por ser políticamente correcto. Enciende un pitillo tras otro, pero los esconde en las fotos. No está bien visto y él ya no quiere ser James Dean. Sólo Lapo, y está encantado de conocerse. Nosotros, tras dos horas con él, también.
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No ves esta serie por su título, pero es buenísima