Garbiñe Muguruza, el talento que llegó del Caribe
Nacida en Venezuela y nacionalizada española, con 21 años ha puesto Wimbledon a sus pies. No ganó, pero quienes entienden de tenis saben que llegará a conquistar un Grand Slam. Sólo es cuestión de tiempo
Un par de meses atrás, sólo los más aficionados al tenis la tenían ubicada. Ahora, Garbiñe Muguruza (Guatire, Venezuela, 1993) se ha convertido por méritos propios en una de las deportistas más seguidas de nuestro país (vive en Barcelona desde los 6 años), y todo apunta a que no va a ser flor de un día. Este verano dio una exhibición de talento, garra y humildad en el mejor escenario posible, Wimbledon, la catedral del tenis. Jugando la final, Garbiñe vio cumplido un sueño: «Cuando tenía 10 u 11 años, veía a Serena Williams en la televisión y me decía a mí misma: “Algún día jugaré contra ella, en una pista central, una final de Grand Slam”. Una década después, se hizo realidad». Su trabajo le ha costado. No consiguió ganar, pero es lo de menos porque tiene 21 años y un saco de finales por disputar.
Empuñó su primera raqueta siendo muy niña, cuando, harta de ver cómo entrenaban sus hermanos en Venezuela, quiso meterse en la pista. Con 6 años, su familia decidió apostarlo todo y mudarse a Barcelona para ver hasta dónde podían llegar. Ellos no lo consiguieron, ella sí. Quince años más tarde, sólo hay ocho mujeres en el mundo que juegan mejor que Garbiñe; y, sin embargo, sigue teniendo los pies en el suelo y pocas maneras de estrella. Llega a la suite del hotel Arts de Barcelona sin poner una sola condición y con una timidez que a los 10 minutos se ha convertido en desparpajo, el mismo que tiene cuando juega. Lo observa todo, sonríe, pregunta, opina sobre la música que suena, sobre los estilismos... y lo único que pide en más de cuatro horas de producción es una botella de agua. Así es esta joven que ha asombrado al mundo dentro de una pista de tenis. A nosotros, también fuera.
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