¿Tu novio y tú vivís en ciudades diferentes? ¿Habéis decidido mantener cada uno su propia casa? ¿Vivís juntos pero con mucho espacio propio? No sois tan raros, de hecho, ya hay quienes dicen que los matrimonios que mejor funcionan son los que trabajan en ciudades diferentes y se ven el fin de semana.
¿Sois commuters?
Si trabajáis en ciudades e incluso países diferentes y sólo os veis una vez a la semana o al mes, sois un commuter marriage, como lo definen los ingleses. Si no estáis casados entonces tenéis una relación LAT (Living Apart Together). Y seguramente habréis descubierto que estar separados no es tan malo como parece. Cada uno tiene su propio espacio, puede hacer cosas sin tener que dar explicaciones al otro, cada vez que os separáis os echáis de menos y la chispa se mantiene. Es decir, tenéis lo mejor de la vida de solteros y de la de pareja; para muchos, la combinación ideal. Como decía el escritor Vicente Verdú en un artículo titulado “Distancia entre parejas” (Gentleman), “El verse poco aumenta la felicidad de los estrenos y, a menudo, el placer de la nitidez”. “Amar al otro no requiere necesariamente habitar con el otro”, dice.
Matrimonio de fin de semana
Así define Diego Ruiz Becerril, de la Universidad de Granada, a este tipo de parejas en el estudio “Cuando el trabajo separa: los matrimonios de fin de semana”. “Este tipo de matrimonio nace de la dedicación profesional de ambos miembros y de su separación habitual por tener en diferentes ciudades su lugar de trabajo. Por supuesto, y como cuentan las mujeres entrevistadas en el estudio, también hay desventajas y peculiaridades: la posible soledad, tener que ocuparse casi en solitario de los hijos, la importancia de una “red de apoyo” de familiares y amigos…
Se mantiene la pasión
En contra de lo que muchos piensan, de los miedos y dudas que puede plantearnos una relación a distancia, no verse cada día puede ser la clave para conseguir que la pasión dure. “El cuerpo del otro es más sabroso siempre que no se convierta en un rancho rutinario y sin orear”, dice Vicente Verdú en “Distancia entre parejas”. Efectivamente, no hay mejor medicina contra la rutina que poner tierra, o en su defecto espacio, de por medio. Y evitar la rutina puede hacer que la pasión perdure mucho más tiempo e incluso tener una larga y saludable vida.
Se discute menos
Si estás intentando poner en una balanza lo positivo y lo negativo de embarcarte en una relación a distancia, otra buena razón a favor es que los conflictos, peleas y discusiones se reducen de forma espectacular. Como dice Paula, una azafata cuya pareja vive en París por trabajo, “también hay conflictos a distancia, pero ni la mitad que cuando vivíamos juntos; de hecho, creo que este cambio vital ha salvado nuestra relación”.
Las ventajas de la soltería
“La vida del soltero, el casado la desea”. Si este refrán te viene a menudo a la cabeza, tal vez tendrías que plantearte darle un poco de distancia o espacio a tu relación. Porque una de las mayores ventajas de ser commuters es disfrutar de lo mejor de ambos estados vitales, la compañía y la soltería. Seguir saliendo con tus amigos, estar sola en casa, poder hacer planes improvisados, no tener que dar explicaciones, tener tiempo para ti, permitirte algún que otro flirteo… Una vez que descubras todo lo positivo que tiene la situación ¡te engancharás!
¿Y si llega un bebé?bebe
No te vamos a engañar, no es la situación ideal para una pareja de commuters a no ser que contéis con mucha ayuda en casa. “El ‘momento bebé’ supuso la peor crisis de pareja por la que hemos pasado”, nos cuenta Diana, que llevaba dos años felizmente emparejada en la distancia hasta que decidieron ser padres. “Por supuesto fui yo la que vivía con el peque, lo que me supuso un extra de trabajo, obligaciones, cansancio y estrés no compartido que me resultó muy injusto”. “Tuvimos que reorganizarnos para vivir juntos porque la situación era inviable. Ahora disfrutamos de nuestra vida de familia pero la de pareja ha perdido bastante encanto”, dice entre risas.
Una casa con mucho espacio
Como dice Vicente Verdú, “la vida moderna induce a la independencia y la pareja sería la antítesis de esta aspiración. De modo que actualmente proliferan diferentes modelos de emparejamiento en los que la independencia se procura salvaguardar o, por lo menos, no rendirla del todo”. Es el caso de muchas parejas que, aun compartiendo vida y espacio, viven su relación como mucha flexibilidad, libertad, tempos y espacios propios. Como Inés y Pedro, una pareja que sólo vive junta cuando les apetece. “Cada uno conserva a su casa de soltero para poder irse cuando necesita respirar un poco”, dice ella. “Separarte de vez en cuando hace que tengas más ilusión por volver a verte, por arreglarte y hacer planes, mantiene la magia”, dice.
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