¿Es mejor hacer lo que amas o amar lo que haces? Tener el trabajo de tus sueños, la pareja exacta, o esa casa acristalada con vistas al mar que siempre soñaste, puede no estar en tu mano. La vida no es justa. Aunque tu taza de café te diga en colores pastel que "Si quieres, puedes", hay veces que por mucho que te lo propongas, no vas a conseguir lo que deseas. ¿Qué opciones te quedan entonces? Amar lo que haces, lo que eres y lo que te toca vivir y tu cerebro sabe cómo hacerlo.

El profesor Dan Gilbert de la Universidad de Harvard explica que existen dos tipos de felicidad: la natural (la que sientes al conseguir lo que quieres) y la sintética, que es la que nosotros "nos fabricamos" al no conseguir lo que queremos. Aunque pienses que la felicidad sintética no tiene la misma calidad que la felicidad natural, resulta que la primera es tan real y duradera como la segunda, al tiempo que produce los mismos beneficiosos efectos sobre el organismo, explica en 'La trampas de la felicidad", de Eduardo Marsé: "Al cerebro no le interesa la realidad, si no sobrevivir", asegura.

No estamos hablando de ser conformistas, ni de claudicar, ni de auto engañarse (bueno, un poco sí) estamos hablando de que dispones de un sistema inmune psicológico que se adapta a tus dramas (mega o minidramas). Y que te convence de que ese trabajo sólo te iba a traer desgracias o de que ese novio no te convenía.

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En realidad, está demostrado que después de un tiempo, una persona a la que le ha tocado la lotería y una que se ha quedado parapléjica alcanzarán el mismo grado de satisfacción aunque una inicialmente haya sido feliz y la otra infeliz. A través de la habituación, las dos llegarán al mismo lugar.

Dan Gilbert asegura que la felicidad es un sitio en el que no te puedes quedar, es un lugar que puedes visitar. Es decir, te sientes bien porque consigues un trabajo, o porque te toca la lotería y visitas la felicidad pero nada te permite quedarte ahí.

¿Cómo funciona ese sistema anti dramas? Por ejemplo, en principio piensas que tener más opciones te hará más feliz. Si te compras un vestido, prefieres poder cambiarlo si no te gusta… Pues en realidad no, Dan Gilbert asegura que descubrieron que: "Los compradores son más felices cuando no pueden devolver lo que compran. Tener muchas opciones nos aturde. Queremos tener la libertad de cambiar de opinión, pero pagamos un precio y es la felicidad. Muchos piensan que esa es la razón por la que el matrimonio hace a la gente más feliz".

Porque te convences de que es el hombre de tu vida y aunque te parezca que es una felicidad de segunda, no lo es. En realidad ¿estás segura de que no te has convencido ya de algo?

Al final, la taza va a tener razón. Si quieres, puedes, y si no puedes, creerás que no querías.

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Tira esa taza.