El jefe incompetente:

Se le daba bien su trabajo como redactor, también era bueno como jefe de sección, incluso como redactor jefe pero le hicieron director y para eso no valía. Se llama el principio de Peter o el síndrome de la incompetencia. Quiere decir que como eres bueno en lo que haces, te ascienden como premio, pero llega un momento que te colocan en un puesto para el que no tienes aptitudes. No es culpa tuya pero si no has vuelto a ascender en mucho tiempo, quizás deberías ir pensando que has llegado a tú máximo nivel de incompetencia.

El adicto al trabajo:

Él no lo sabe. Ni siquiera lo sospecha. Pasa jornadas interminables en la oficina, nunca se coge vacaciones, y siente que sin él, se hunde la empresa. Pero, en realidad, entorpece, comparativamente produce poco en todas esas horas extra, marea, no sabe delegar y piensa que vale para todas las funciones. Y no. Según la ley de Parkinson, del británico Cyril Northcote Parkinson: "El trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine". Eso quiere decir que el adicto al trabajo estira lo que tiene que hacer en esas jornadas maratonianas cuando podría realizarlo en mucho menos tiempo. Se suele dar entre los 40 y los 50 años y está considerado como un adicción. Narcisista, controladores o con una gran necesidad de aprobación suelen ser las tres personalidades de los trabajólicos.

El inútil al que ascienden:

Seguro que conoces a alguien que, sin tener ninguna destreza ni entrega por el trabajo, mejora su puesto cada cierto tiempo. ¿Se han vuelto locos todos tus jefes? ¿No ven la realidad? Según el principio de Dilbert, las empresas tienden a ascender a los empleados que resultan menos competentes a un puesto de dirección porque en esos cargos hacen menos daño que en galeras. Una enfermera o un camarero pueden provocar más problemas que un director torpe. Este principio viene a decir que en realidad, los puestos superiores de una compañía pueden tener muy poca relevancia en cómo salga el trabajo adelante.

El que se cree muy listo, y en realidad no:

Según el efecto Dunning-Kruger, las personas incompetentes tienden a sobrestimar su propia capacidad. Según una serie de estudios realizados por la Universidad de Cornell: "Los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas, midiendo incorrectamente su habilidad por encima de lo real". Si crees que eres el más listo pero ningún jefe te lo ha dicho nunca, piénsalo. Y asegura que sucede justamente lo contrario: la gente muy cualificada piensa que las tareas que ellos son capaces de realizar, le resultan fáciles a todo el mundo y se creen menos competentes de lo que en realidad son.

¿Reconoces a alguno de ellos en tu trabajo? Si dices que no, ten cuidado, porque entonces podrías ser tú.

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