Quizás no debería haber titulado así este artículo, pero 'sobrevivir' es el primer verbo que me viene a la cabeza cuando pienso en las navidades. Desde hace muchos años, soy una auténtica 'grinch' de estas fechas. No entiendo el espíritu navideño, la decoración hortera, las películas cursis, las fiestas de empresa ni tampoco la obligación de soportar cenas/comidas familiares porque sí.

Marisa Navarro, autora del libro 'La medicina emocional', es una de las expertas con las que he hablado para que me ayuden a afrontar el reto de las casi tres semanas que tenemos por delante de 'ro-pom-pom-pom' y 'adeste fideles'. La psicoterapeuta y Doctora en Medicina me explica que "a un gran porcentaje de la población, cuando llega esta época les invade la ansiedad, el estrés y hasta llegan a deprimirse y desean que pase el tiempo lo más rápido posible. También hay otras personas que aprovechan su mal humor y pesimismo habitual para cargar contra la Navidad y contra las personas que son más felices en esta época del año".

No acabo de ver a cuál de los dos grupos de población pertenezco (ejem, ¿quizás un poco a ambos?), pero mientras lo pienso me voy a quedar con la idea que me da la otra experta consultada, Julia Vidal, psicóloga especializada en estrés y directora de Área Humana: "Hay que ser inteligente y no sufrir en estas fechas; utilizar la palabra 'sobrevivir' no ayuda, algo que simplemente te puede no gustar se ve como una amenaza". Ejem. Cierto.

Pero, entonces... ¿cómo ayudar a un 'grinch' como yo? Esto me dicen las expertas:

  • Si la Navidad te gusta tan poco que no quieres ni celebrarla, no lo hagas. Haz un viaje o alguna actividad que te guste o quédate tranquilo en casa y desconecta lo más posible. Y no te sientas culpable por tu familia o amigos: estás haciendo algo que te sienta bien en lugar de lo que te entristece, y los demás lo entenderán.
  • Si no te queda otro remedio que celebrarlas, sé positivo. Mentalízate en intentar disfrutar y ser feliz. En todo lo que vivimos hay un lado bueno, quédate con él y déjate de quejarte. Valora, por ejemplo, que tienes días libres en la oficina, y si es ahora cuando tienes más trabajo, piensa que tu bolsillo saldrá más beneficiado.
  • No idealices la Navidad. Si te gustan las navidades de anuncio y luego tus cenas y comidas familiares no son así, es lógico que pienses que son deprimentes. Está bien que te esfuerces, pero no te agobies con que todo sea perfecto; lo mejor es disfrutar con lo que uno tiene.
  • Evita las aglomeraciones. Si ya de por sí, esto puede causar mucho estrés a cualquiera aunque le encante la Navidad, a los que no le gustan encuentran aquí la excusa perfecta para seguir amargándose en estas fechas.
  • Evita el conflicto con los demás y contigo mismo. No te quejes ni te recrees en tus pensamientos negativos todos los días de Navidad, pues esto te creará mucha ansiedad. Y si este discurso negativo lo intentas llevar a los que adoran estas fechas, te considerarán una persona tóxica que les estás intentando amargar.
  • Piensa que todo pasa y que es sólo una vez al año. Es sólo cuestión de tiempo que se pase el malestar que te produce. Si cuando pasan las fiestas sigues tristes, deprimidos o amargados, debes preguntarte si tu verdadero problema son las navidades.
  • Mantente ocupado. Planifica estas semanas con actividades que te gusten y te reconforten, lejos de los belenes, los villancicos y las luces navideñas. Aprovecha los días libres para mimarte.
  • Ten gratitud por aquellos que no están. Quizás odias las fiestas porque notas especialmente la ausencia de los seres queridos. Tómate tu tiempo e intenta recordar los buenos momentos que compartiste con ellos, con mucha gratitud y anímate a esbozar una sonrisa. Seguro que a ellos les habría gustado verte feliz.
  • Déjate de victimismos. Que no te guste la Navidad no es un problema grave; no hay un complot contra ti. Aleja ese pesimismo; será una gran ventaja para tu vida, tu estado mental y tu salud en general
  • Y, sobre todo, deja de ser el 'grinch'. Comprende el punto de vista de los otros, con un "te entiendo pero no lo comparto". Si todos aceptamos nuestros distintas maneras de pensar, podremos convivir juntos. Expresa tu opinión sin miedo, pero entiende que los otros se pueden sentir amenazados. Cena con tu familia pensando que es tu familia, no que es Navidad. No te fijes en los símbolos navideños, céntrate en lo que de verdad interesa.

Vale, lo intento. Este año prometo no refunfuñar la tarde del 24 de diciembre cuando me tenga que vestir para ir a la cena con mi cuñado. Prometo no mirar mal al compañero de trabajo que viene con el jersey de reno "porque es Navidad" ni al otro que decide poner la radio a todo trapo para escuchar la lotería. Prometo cambiar de canal cuando en la tele pongan por enésima vez 'Love Actually' y prometo planear una escapada y revisar todas las exposiciones de la ciudad para no tener que estar por las calles abarrotadas. Así mirada, la Navidad tampoco está tan mal, ¿verdad?