"Yo trabajaba como periodista económica durante los ultimos 10 años en Londres y todos mis amigos y familiares asumían que era brillante manejando mi dinero, pero eso no era exactamente así", explica Michelle McGagh en su artículo publicado por Telegraph. Después de darse cuenta de que había gastado miles de dólares en cosas completamente innecesarias como (café, comidas fuera de casa o ropa), se propuso no gastar nada en un año entero y comenzó su propósito el black friday de 2015.
Por supuesto que no gastar nada no era posible, así que hizo una guía de lo que suponía o no un gastro extra. Dentro de su lista de artículos permitivos estaban: la hipoteca, luz, agua, seguro de vida, donaciones, internet, el movil y cosas como pasta de dientes, desodorante, y comida para ella y su marido para lo que establecieron un presupuesto semanal de 35 dólares ( 32 euros):
Pero no había presupuesto para lujos - eso significaba que no había ni viajes, ni entradas de cine, ni noches de bares, ni restaurantes, ni ropa nueva, ni vacaciones, ni cuotas gimnasio, ni siquiera un KitKat o una tarta de queso del super.
Aunque su marido pensaba que el desafío era demasiado extremo, McGagh se lanzó. Iba en bici a todos lados con la misma ropa cuando empezó a ver que su cuenta corriente crecía y se quitó cuotas de hipoteca. "Estoy muy contenta de tener ingresos disponibles para ahorrar y siento que debo sacar el máximo provecho de ello. Me gustaría haber animado a otras personas a reconsiderar sus patrones de gasto también con este gesto".
No todo era positivo. Ella y su marido tenían un sentimiento de perderse cosas y no todo el mundo a su alrededor estaba contento con su experimento. Fue acusada de ser una turista de la pobreza, "pero hay una gran diferencia entre la pobreza y la austeridad. Este experimento no trataba de vivir en la pobreza porque la pobreza no es una opción. Yo todavía puedo pagar mi hipoteca, las facturas y la comida. Ha sido un experimento de extrema austeridad en el que elijo no comprar, pero es una opción para mí".
Al final, ella tenía aproximadamente 23,000 dólares más que cuando había comenzado, unos 21.000 euros. Los meses de invierno no fueron fáciles, pero aprendió a valorar su tiempo de ocio y la primavera le permitió hacer más planes al aire libre. Toda su ropa acabó rota por el uso intensivo de la bici para desplazarse y necesitaba con un urgencia un corte de pelo, pero no sentía ninguna necesidad de comprar nada al final del año de experimento. Pagó una ronda de cervezas a sus amigos a las 12 de la noche del Black Friday y se compró un billete de avión para visitar a su abuelo, pero eso fue todo.
Si quieres, puedes leer toda su experiencia o comprar su libro.
Aunque podemos imaginar qué van a pensar muchas personas: ¿qué sueldo cobraba para poder ahorrar 21.000 euros después de pagar la hipoteca y las necesidades básicas? Está claro que no vivía en España.