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En serio, qué complicado es el amor, la vida en pareja y el momento de comer juntos en la misma mesa.

Recuerda ese momento en el que comenzasteis a salir. Ese instante a lo 'Dama y Vagabundo' en el que "lo tuyo es mío y lo mío es tuyo". Ese en el que, sentados a la mesa, compartíais generosamente desde el primero al postre. ¿A uno le gustaba la carne más que a otro? Pues de repente y misteriosamente, de la misma forma en que se sincronizan las reglas entre las mujeres, ambos se mimetizaban en el mismo gusto. ¿Que uno es vegetariano? Pues el otro, por obra y gracia del amor, también.

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¿Les estará pasando esto a Selena y the Weekend?

Y ahora piensa: ¿te has dado cuenta de lo cargado de emociones que está el acto de comer? Comer juntos une y ese amor, se celebra también en el estómago. Tanto, que las mujeres que se van a vivir con su pareja tienden a saltarse su disciplina y, también por obra y gracia del amor, las llamadas 'love handles' (las lorzas, vaya), hacen su aparición al mismo tiempo que creen tener asegurada la pasión de por vida. Y esto no lo decimos nosotros, sino un estudio de la Universidad de Newcastle que han rescatado Melanie Mühl y Diana von Kopp en 'La alimentación es la cuestión'.

El estudio analizó los hábitos alimenticios de las parejas para ver cómo influía la convivencia en ambos y lo cierto es que si hay uno que se beneficia del paso de irse a vivir juntos es el hombre.

Yes, injusto pero real.

Según las conclusiones, los hombres tienden a comer más fruta y verdura, dejando atrás esas porciones de pizza congelada que se tenían asociadas a la imagen del soltero.

Así que según esto, los hombres se alimentan mejor cuando tienen una relación sentimental y, técnicamente, la mujer queda en una clara desventaja, convirtiéndose el peso en un potencial foco de conflicto.

Ante esto tiene mucho que decir el sociólogo francés Jean Claude Kaufmann.

En la mesa se forma una relación y también se muestra el estado actual de ésta. La comida es como un barómetro que indica lo bien que se lleva una pareja.

El momento de la mesa es también una forma de comunicar que, cuando ya no hay arreglo, borrón y cuenta nueva. De hecho, entre los indios de América del Sur, una mujer daba a entender que abandonaba a su marido dejando de cocinar para él y, al revés, el marido lo hacía dejando de comer la comida que le cocinaba su esposa.

Por cierto, si crees que encendiendo la tele puedes relajar la tensión, te equivocas. No es mejor el silencio que la dureza de una bronca.

Y entonces, ¿qué podemos hacer? Jean-Anthelme Brillat-Savarin terminó 25 años en concluir algo que rescatamos para proponer como solución, recogido en 'Fisiología del gusto', allá por 1825:

"El hecho de que ambos cónyuges sean sibaritas tiene una influencia decisiva sobre la felicidad conyugal porque a dos cónyuges con una misma predisposición gourmet se les ofrece, como mínimo una vez al día, la posibilidad de estar juntos. Incluso aunque no duerman en la misma cama. Disponen de temas diarios y recurrentes de conversación y no sólo hablan de lo que comen sino también de lo que han comido, de lo que van a comer, de lo que han observado en otros, de platos que están de moda…".

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¿Será que Gisele y Tom son unos foodies empedernidos?

Concluyendo, la vida en pareja y el momento mesa, es tan importante como complicado. Cuidarlo tanto como al principio es clave para no hacer estallar la guerra y si ves que la cosa se empieza a torcer, pues oye, ¡que vivan las asas del amor!… pero siempre que las tengan los dos.

Dos foodies mejor que uno. Estómagos felices… pasión sin límites. 💘