Bañada por el mar Cantábrico y bajo la atenta mirada de los Picos de Europa, Cantabria ofrece una amalgama de bellos contrastes. Cuenta con más de 5.000 kilómetros cuadrados que albergan 37 espacios naturales protegidos, así como un catálogo histórico y artístico único en el mundo. Mezcla olores de mar y montaña, de playas y bosques. Sabe a cultura y a arte, a monumentos y a cuevas. A continuación, dos planes distintos que la convierten en el destino perfecto para estas vacaciones.

A por la rica anchoa
La primera parada será Santoña. Villa marinera que emerge a los pies del imponente monte Buciero y es uno de los lugares más turísticos de esta comunidad. Conocida por sus sabrosas y exquisitas anchoas, se sitúa en la costa oriental de la región y es uno de los principales puertos pesqueros de la cornisa cantábrica. Surgió junto al monasterio de Santa María del Puerto, declarado Monumento Nacional de Interés Histórico-Artístico, y alberga notables ejemplos de arquitectura civil, como el Palacio del Duque de Santoña y Marqués de Manzanedo (1870) o el Palacio de los Marqueses de Chiloeches (siglo XVII),… Otro atractivo natural importante es la Reserva Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, más de 4.300 hectáreas donde encuentran refugio miles de aves. Importante punto de defensa costera, esta localidad conserva el Fuerte de San Martín (al final del paseo marítimo), el de San Carlos (próximo a la bocana de la bahía) y el del Mazo (en el Buciero y con unas magníficas vistas).

Turismo termal
En el corazón de Cantabria, en pleno valle del río Pas, emerge la localidad de Puente Viesgo, un paraje natural de inusual belleza, lugar perfecto para pasear por la ribera de un río lleno de salmones, visitar uno de los más prestigiosos yacimientos de arte rupestre del Paleolítico y dejarse cuidar en un balneario de aguas termales. A tan solo 28 kilómetros de Santander, próximo a las villas pasiegas de Santillana del Mar y Cabárceno, sorprende el Gran Hotel Balneario de Puente Viesgo. Allí se aparca el estrés y se olvidan las prisas. Ya desde el siglo XVIII se hablaba de las bondades de su manantial, y hoy se siguen comprobando. En la actualidad es una de las instalaciones termales más modernas y completas de la cornisa cantábrica.