El viaje de bodas es uno de los aspectos que se deciden con bastante anterioridad al enlace y es el momento perfecto para los novios. Pasada ya la boda, los nervios y las tensiones acumuladas desaparecen y llega el momento de relajarse y disfrutar de la intimidad de la pareja.

Pero para que todo salga a pedir de boca, es importante tener claras una serie de normas antes de preparar el viaje y durante su duración.

En primer lugar, el tiempo aproximado que se necesita para organizar cada detalle de la luna de miel es de unos seis meses. Evitar dejarlo para última hora y os ahorrareis problemas y también dinero.

Al elegir el destino, hay que tener en cuenta el presupuesto del que se dispone, cuánto tiempo tenéis para estar fuera, el clima del lugar de destino para evitar fenómenos como tormentas tropicales, tener al día la documentación y ponerse las vacunas necesarias, si es el caso.

Otros factores fundamentales para elegir el destino son, por ejemplo, que sea una decisión tomada por los dos. Es un viaje en pareja en el que hay que llegar a un consenso para evitar problemas y discusiones durante el viaje.

No elijáis un destino sin más, buscar uno especial que recordéis toda la vida y después no planifiquéis hasta el último minuto. Dejar tiempo para descansar, improvisar, perderos y, sobre todo, celebrar vuestra unión.

Pero tampoco esperéis que todo salga perfecto sin preparar nada, informaros antes de lo que podéis hacer o ver en vuestro viaje. El término medio es la mejor opción.

Tampoco os paséis todo el viaje sumergidos en actividades de grupo. En dosis moderadas no está mal, pero recordar que es un viaje de dos que no se volverá a repetir.

Nunca comencéis el viaje de novios el día siguiente a la boda. Dejar libre al menos un día para descansar y para revisar los últimos preparativos.

No os arriesguéis a coger vuelos con escalas muy apuradas por si hay algún retraso en el aeropuerto.

Si no es tu primera boda, no se te ocurra elegir el mismo destino al que fuiste con tu anterior pareja. No se trata de vivir antiguos recuerdos, sino de crear unos nuevos.