1. Pide fotos: Conocer exactamente cómo va a ser el lugar al que vas a ir de vacaciones es fundamental, y para hacer eso en la distancia debes confiar en las imágenes. Si reservas por Internet, asegúrate de que el anuncio escogido tenga fotografías y, si no las hay, pídelas. Examínalas con detenimiento: ¿hay algo que no cuadra? Si la vivienda es espectacular y a un precio muy barato, desconfía. Recuerda la regla de oro, si es demasiado bonito como para ser verdad... probablemente es que no lo sea.

2. Examina la reputación del arrendador: En la Red, hoy en día es muy sencillo conocer las opiniones del resto de usuarios. Es probable que la plataforma escogida para alquilar cuente con un sistema de valoración de los destinos y sus propietarios: infórmate de lo que opinan aquellas personas que ya han estado allí sobre el lugar y su dueño y busca siempre aquellos que tengan las valoraciones más altas.

3. Confía en las agencias: Si quieres ahorrarte problemas, también puedes recurrir a alguna agencia para que realice los trámites. En muchos casos, la agencia puede ofrecerte asistencia y actuar de mediadora si hay problemas con el alquiler. Eso sí, su asesoramiento no es gratis, y seguramente tendrás que pagarles un porcentaje de la reserva.

4. Revisa el inventario: Es aconsejable pedirle al arrendador que realice un inventario de los enseres que contiene la vivienda y que lo repaséis a tu llegada para ver si todo está en orden. Esto será una garantía para ti y para él, ya que evitará malentendidos y desconfianzas.

5. Recopila todos los documentos: Desde los emails que intercambiéis al contrato, pasando por las fotos de la vivienda e incluso fotocopias del anuncio puesto por el propietario o capturas de pantalla si está colgado en Internet. Con todos estos documentos, te resultará mucho más fácil actuar en caso de tener cualquier tipo de problema con el alquiler.

6. Pregunta los detalles: Otra forma de asegurarte de que no hay gato encerrado en la vivienda es preguntar al dueño datos concretos como la localización exacta del inmueble, un número de teléfono fijo... Si evita darte estos datos, desconfía.

7. Redacta un contrato: No todo el mundo lo hace cuando se trata de un alquiler vacacional, y sin embargo es un documento de lo más útil para todas las partes. Debe incluir las fechas y horarios de llegada y salida, los datos de los contratantes, el estado de la vivienda y si hubiera algún desperfecto en ella, precio y fianza. Es importante también conocer cuál es la cláusula de cancelación, qué pasaría si te ves obligado a cancelar la reserva.

8. Detalla la entrega y recogida de llaves: para evitar perder tiempo y dar lugar a malentendidos, asegúrate de aclarar antes de llegar a la propiedad dónde deberás recoger las llaves (en caso de que no sea en la propia vivienda) y pregunta dónde debes dejarlas cuando tu estancia haya acabado.

9. Cuidado con el pago: Asegúrate de que todo está en orden antes de pagar y ten cuidado si te piden la cantidad total por adelantado. Es preferible pagar con tarjeta o transferencia, ya que los bancos pueden revocar la operación hasta unos días después de haberla hecho si descubres irregularidades. No te fíes si el arrendador te exige el pago a través de compañías de envío de dinero (Moneygram, Western Union...), estas operaciones no dejan rastro.

10. Teléfono de contacto: Por último, no olvides pedir al dueño un teléfono de contacto en el que esté localizable durante tu estancia. Así, ante cualquier imprevisto, podrás localizarle rápidamente.