Ha recorrido todo el mundo, ¿qué país nos recomienda?
Si buscas aventura, por supuesto, África. Si te interesa algo más místico elige India o Tíbet. Me apasionan los sitios donde aún no ha llegado el turismo; donde te das cuenta de que un vaso de agua tiene una importancia extraordinaria.

¿Viajar es sinónimo de aventura?
Siempre. No puedo realizar las expediciones extraordinarias de principios de siglo XX, pero lo intento.

¿Alguna vez ha estado en peligro?
Sí, he hecho cosas temerarias que ahora no realizaría. Tengo la suerte de haber estado en la contienda de Donga, en Etiopía. Era el único blanco en medio de una batalla de sangre entre mil guerreros. Otros la han narrado, yo estuve y me intoxiqué de adrenalina.

Su pasión por Egipto, ¿de dónde nace?
De niño, en la escuela, hice un trabajo sobre este país, y desde entonces.

¿Podría destacar algún recuerdo?
Ser el primero en abrir una tumba en Sharuna (Egipto). Vimos la escalera enterrada y empezamos a sacar tierra, pero oscureció y no pudimos seguir, así que pasé toda la noche en el patio de la excavación sin dormir, mirando las estrellas del desierto. Son experiencias con las que sueñas y que al despertar crees que son imposibles.

Los periplos por Egipto le permitieron iniciar una colección única.
Desde luego. Ya en mi primera visita compré una pieza para mi colección. Eran unos textos jeroglíficos que no sabía leer, pero que me hacían soñar. Dormí abrazado a ellos.

Ha sido uno de los creadores de la marca turística de Barcelona, ¿qué nos recomienda de esta ciudad?
Lo mejor de la Ciudad Condal es que es una urbe múltiple y ¡tiene de todo! Hay un patrimonio artístico enorme, con un barrio como el Eixample que es un escaparate de arquitectura, una gastronomía excelente, kilómetros de playa,  una climatología buena... Además, es asequible de tamaño.