Las cifras son demoledoras, el 33% de las separaciones se deciden en los meses de verano y en el fondo todos sabemos por qué. Durante todo el año apenas nos vemos las caras: el estrés del trabajo, el cansancio de llevar la casa adelante, las preocupaciones que nos provocan nuestros hijos, los viajes de negocios, el gimnasio por las mañanas, el pádel por las tardes… bastante tenemos como para ponernos a discutir. Pero llega el verano y la bomba estalla.

"Perdemos las rutinas y esto, lejos de proporcionarnos la tan ansiada calma que anhelamos todo el año, nos genera estrés", asegura la coach personal Marta Rodríguez Mancheño, escritora de libro 'Cómo seguir sin él'. "Si no se tienen temas interesantes sobre los que charlar o ya no existe la excusa del cansancio o el estrés para evitar tener sexo o conversaciones más profundas, es inevitable tomar conciencia de la distancia real o de los problemas reales de convivencia, comunicación o intimidad que generalmente no estamos viendo o teniendo en cuenta. Nos enfadamos porque nos encontramos con situaciones nuevas o con viejas circunstancias que no podemos tapar y aún no tenemos solucionadas".

Antes de que el boom resuene en toda la costa mediterránea, debes saber que hay mecanismos de desactivación que pueden resultar muy efectivos y que pueden hacer que tus vacaciones en pareja sean más llevaderas (e incluso geniales).

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1. Preparar las vacaciones juntos

El viaje comienza cuando empiezas a planificarlo, o incluso antes, cuando decides lo que vas a hacer. Cuenta desde el primer momento con la otra parte implicada para su organización y verás como todo va como la seda. "Es fundamental plantear cuál es el mapa de cada uno de los dos sobre las vacaciones deseadas, es decir, qué es lo que significará tener unas buenas vacaciones para cada uno de vosotros y cómo formareis un equipo para ayudar al otro a tenerlas colaborando juntos", indica Marta Rodríguez. Si tú necesitas un balneario para descansar y yo estoy pensando en recorrerme todas las calles de una gran ciudad, apostaremos por un hotel con spa en el centro. Si tú eres más de playa y yo soy más de montaña, hay algunos destinos nacionales como Mojácar (Almería), Altea (Alicante) o Almuñécar (Granada) que ambos sabremos apreciar.

2. Un caos controlado

"Me encanta que los planes salgan bien" decía Hannibal de 'El equipo A' pero, reconócelo, ni cuando estabas soltera eso ocurría. Viajar supone que puedes perder uno o varios trenes, que quizás el hotel no esté en la mejor de las condiciones, que una comida en el chiringuito te fastidie la tarde o que se te vaya la mano con las copas por la noche. Todo entra dentro de lo extraordinario, por eso son vacaciones. Para que no desemboque en discusión, la coach de Protagonizatuvida.com aconseja "estipular previamente y en conjunto las normas familiares relacionadas con los horarios, días de estancia en cada lugar e incluso los límites a los hijos y tareas del hogar", porque al menos así algo será estable y no habrá ataque de nervios repentino.

3. Tiempo de calidad, no sólo cantidad

Está claro que no hace falta estar todo el tiempo juntos, es mejor organizarse para que los momentos en pareja o en familia sean estupendos. "Preparar juegos, dinámicas y sorpresas o actividades con antelación. Un bautismo de buceo, una ruta a caballo por la montaña, un picnic en el pantano… A todos nos gusta recordar nuestras vacaciones como maravillosas", apunta Marta Rodríguez.

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4. Que no sea algo excepcional

La pareja hay que cuidarla día a día e irse de viaje puede convertirse también en algo natural si te lo montas bien. "Podemos dedicar durante todo el año algunos fines de semana a crear 'mini vacaciones' o incluso 'tardes de vacaciones', de manera que dispongamos de periodos cortos de intimidad o actividades en familia y estemos preparados y acostumbrados a disfrutar de ellos" es la propuesta de la coach.

5. ¿Vacaciones por separado?

Hay parejas que, hartas de discutir, deciden pasar este tiempo cada uno por su lado… y eso puede pasar factura. "Socialmente estamos pasando de la dependencia obligatoria a la más extrema independencia en las relaciones. Para ser una pareja más moderna o saludable cada uno debe de tener su vida muy bien distinguida y distanciada de la del otro, y yo discrepo", afirma Marta Rodríguez Mancheño. "Creo que es una cuestión de códigos entre cada pareja. Si ambos lo desean y les gusta la idea fenomenal pero cuando uno quiere irse por su cuenta y el otro quiere pasar tiempo en pareja nos encontramos con una diferencia de necesidades y prioridades. Es algo que hay que poner sobre la mesa y hablar antes de que una de las dos partes salga dañada por tener que renunciar a su identidad o creencias personales sólo para que el otro le quiera".

LA PALABRA MÁGICA
Vale, hemos aplicado todos estos consejos pero la discusión se ha producido. Es hora de intentar que no llegue a mayores y que incluso nos sirva para reforzar la complicidad con nuestra pareja. Tenemos un truco: La palabra mágica. "Consiste en acordar un sonido o palabra concreta que resulte como mínimo divertido y que sirva como anclaje para cortar un situación de tensión. Es como un lenguaje secreto entre los miembros de la pareja e incluso en las familias", explica la especialista. "Sólo puede usarse cuando una discusión está subiendo de tono. Entonces, cualquiera de los miembros podrá pronunciarla y el resto tendrá que hacer en ese momento lo que se haya pactado".
Por ejemplo, uno de los dos sube el tono de voz y el otro se da cuenta de que se les va de las manos la conversación por lo que pronuncia la palabra "pedorreta" o la practica sonoramente. De inmediato ambos tendrán que ponerse a bailar tumbados en el suelo panza arriba la canción de 'La cucaracha'.
"Para que esto funcione tiene que haber un compromiso firme de cumplimiento y un deseo de ambos de evitar males mayores a través de la risa, puede hacerse con un baile, saliendo cinco minutos de la habitación y volviendo con un dedo en la nariz, contando un chiste cada uno, tarareando una canción, jugando al corro de la patata o haciendo cualquier cosa que nos fuerce a reír y nos saque de ese estado de ira o tensión. Cuando estemos más tranquilos, podremos volver a intentar hablar". ¿Crees que serías capaz de hacerlo?