Arte subterráneo
Las estaciones de metro son mucho más que un medio de transporte. Acompáñanos en un recorrido bajo tierra por estos pequeños universos.
Moscú. Un palacio del pueblo sobre raíles
Más de 8 millones de moscovitas viajan en metro cada fin de semanal. Pero, a pesar de lo elevado de la cifra, lo más llamativo del metro de Moscú es su grandiosidad. Fue inaugurado en 1935 como herencia del régimen socialista, que quería convertir este sistema de transporte en palacio del pueblo. La opulencia se mantiene en las líneas antiguas, como Koltsevaya, y en sus estaciones como Komsomólskaya, con look de salón de baile. Te gustará el contraste entre su excepcional techo barroco y sus columnas de mármol, junto a mosaicos que escenifican la lucha independentista del pueblo. Infórmate en http://engl.mosmetro.ru.
Shanghai. Un túnel Psicodélico
En realidad, el Bund Sightseeing Tunnel no es un metro al uso, sino una alternativa que atraviesa el río Huangpu y conecta la antigua zona colonial de Bund con los modernos barrios financieros de Pudong.
Sin embargo y a pesar de la diferencia de precio –5 euros ida y vuelta frente a los 0,2 euros del ferry o el metro– su estética lo han convertido en una atracción turística más de la ciudad china. Se trata de un viaje psicodélico de poco más de un minuto a bordo de una cabina transparente en la que recorrerás 647 metros llenos de proyecciones holográficas, láser de colores, música ambiental y todo tipo de efectos sensoriales que cuentan con tantos adeptos como detractores. Más información: www.shanghai.gov.cn
Madrid. Bienvenidos al 'andén 0'
Ver la estación fantasma de Chamberí, en el túnel que conecta Bilbao e Iglesia, te recordará al famoso 9 3/4 de Harry Potter.
En 1966, ante la imposibilidad de adaptar esta parada al nuevo ancho de trenes debido a la curva del andén, se decidió su cierre; pero su importancia hizo que fuera indultada y convertida en museo. Hoy, brinda visitas gratuitas que muestran desde su inauguración, en 1919, hasta su uso como refugio en la guerra civil. En www.metromadrid.es.
Bruselas. Tintín viaja en metro
Quitarle frialdad al metro, acercar sus estaciones a los niños, rendir homenaje a uno de sus ciudadanos más queridos… Son muchos los motivos que explican el extraordinario mural que decora la estación de Stockel, en Bruselas.
La obra se compone de dos bajorrelieves de 135 m de largo cada uno, con 140 personajes del universo Hergé, padre de Tintín, realizados por el propio artista. La estación se inauguró en 1988 y, desde entonces, éste es un colorido homenaje al rey del cómic. En www.belgica-turismo.es.
Londres. Aquí comenzó todo
Su inauguración, en 1863, convierten al tube –como los londinenses denominan a su metro– en el más antiguo del mundo. Su red, formada por 11 líneas y 9 zonas, también hacen de él el mayor complejo subterráneo de Europa, un auténtico laberinto de más de 400 km difícil de comprender para los foráneos y recomendable evitar en horas punta.
Aquí encontrarás desde ejecutivos con bombín leyendo The Times hasta punkies de cresta rosa o sijs con turbante: una buena muestra del crisol de culturas que vive en la superficie. Infórmate en www.tfl.gov.uk.
Pyongyang. Secretos de estado
Sólo tiene dos líneas –de norte a sur y de este a oeste– pero el metro es un punto de interés en la capital norcoreana.
El Ejército Popular lo empezó a construir en 1968, con la asistencia de China y la antigua URSS, y en 1973 inauguró 5 de las 17 estaciones actuales.
Te llamará la atención el marcado carácter militar que inunda todo, desde los murales que exaltan la lucha obrera, hasta sus estaciones –Camarada, Construcción, Renovación…–, las únicas del mundo cuyo nombre no guarda relación con su entorno geográfico. En www.coreanorte.com.
Nápoles. El arte hecho transporte
En un país como Italia, donde la competencia estética se vive con pasión, Nápoles ha conseguido un gran logro a la hora de unir diseño y eficacia.
Metropolitana di Napoli es el nombre de la red de transportes ferroviarios, integrada por 3 ascensores, 4 funiculares y 8 líneas urbanas. Una de ellas, la 1, forma un anillo central de 15 km y 16 estaciones, un trayecto que muchos conocen como Stazioni dell'Arte. Recorrer esta línea, una de las últimas en entrar en funcionamiento, es pasear por un laboratorio de arte contemporáneo con sorpresas en cada parada: desde la espléndida escultura de Museo hasta la colorista geometría de Università o las sinuosas paredes de Toledo, que fue elegida en 2012 la estación de metro más bella de Europa por The Daily Telegraph. Más información en www.metro.na.it.
Tokio. Antes de (poder) entrar dejen salir
Casi 9 millones de personas pasan cada día por el metro de Tokio, una cifra que obliga a contar con un elemento ya habitual en la capital nipona: los oshiya, es decir, una especie de empujadores profesionales. La principal labor de estos auxiliares de plataforma es conseguir que la multitud que pulula en esta pequeña ciudad subterránea –llena de adictos al manga, la tecnología y las mascarillas– pueda acceder a los coches, sobre todo en las horas punta. Además, los oshiya vigilan que se respeten los vagones rosas –sólo para mujeres–, que nadie se cuele ni se suicide y que todos cumplan las normas sociales dictadas en decenas de carteles: no se maquille, no hable por el móvil, no lleve paraguas mojados, no se emborrache…
Bilbao. El diseño de los 'fosteritos'
Acero, cristal y hormigón son los tres ingredientes básicos con los que Norman Foster tejió la Red de Metro de Bilbao. Los fosteritos –como llaman cariñosamente en la capital vizcaína a las estaciones de superficie– permiten el paso de luz natural al interior y son, desde su creación en 1995, una seña de identidad de la ciudad. Puedes ver esta lección de ingeniería y arquitectura a través de una visita guiada que incluye un vídeo y un recorrido por la espectacular estación de Sarriko y la de Casco Viejo.
Singapur. Un jardín subterráneo
El país más pequeño del sudeste asiático se pone verde al hablar de su metro –o MRT–, con un buen número de estaciones inspiradas en la flora local. Aquí encontrarás jardines, vegetación subterránea y hasta estructuras que recuerdan el florecer de una orquídea; eso sí: los durianes –una fruta local que desprende un desagradable olor– están terminantemente prohibidos. Recorre este jardín, disfruta de su rapidez y no olvides recuperar el dólar de depósito que debes pagar con el billete.
Teherán. Para recorrerlo juntos, no revueltos
En una ciudad con un tráfico tan congestionado como la capital iraní, es lógico que la llegada de un medio de transporte público como el metro les cambiara la vida. El suyo comenzó a proyectarse en 1978 y no se inauguró hasta el año 2000, con sólo tres líneas, pero es el orgullo de la ciudad. Te sorprenderá su rapidez, su apuesta por el arte –con homenajes a artistas persas– y su concesión a las costumbres autóctonas, con vagones, sólo para mujeres, llenos de chador.
Múnich. El arcoiris bajo tierra
Dicen que no hay lugar en la capital bávara que esté a más de 400 m de algún transporte. Y, en esta oferta locomotiva, el metro se lleva la palma. Es rápido, exquisitamente puntual y la prueba viva de que la eficacia no está reñida con la estética; si no te lo crees, date una vuelta por la estación de Georg-Brauchle-Ring, un homenaje al color en estado puro.
Nueva York. Un metro de película
Funciona las 24 h del día, pero el neoyorquino es uno de los metros más caros del mundo y el que soporta mayor índice de criminalidad. También es uno de los iconos más buscados por los cinéfilos, que intentan rememorar escenas de Pelham 1, 2, 3 y Jungla de Cristal 3; o los ritmos que bailó Michael Jackson en el videoclip de Bad.
Buenos Aires. Cuando 'las brujas' circulan en 'subte'
La capital argentina ostenta todo un récord en el subsuelo: su línea A no sólo es la más antigua del hemisferio sur sino que sus coches son los únicos del mundo que siguen funcionando, casi a punto de cumplir los 100 años. La actual línea se inauguró en 1913 con unos vagones belgas, de madera, cuya traducción de Le Brugeoise se transformó en Las Brujas. Así denominan los bonaerenses a estos coches, que se revisan cada 20 días y se reparan con mimo artesanal. Acusados de inseguros y caros de mantener, son un atractivo turístico para todos los que suben al subte –abreviatura de la antigua Subterráneos de Buenos Aires–, como llaman los porteños al metro.
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