Faros, la luz que nos guía
Un destello de segundos y luego, nada, la oscuridad más absoluta en medio del mar. Descubre los secretos de estas torretas, sus historias de piratas, sus paisajes y su romántica oferta de alojamiento.
Alemania. Un león y tres países
Lo más insólito del faro de Lindau, el más meridional del país, es que su función no es vigilar el tráfico marítimo, sino el lacustre.
Esta torre se encuentra en el puerto de esta localidad, en el lago de Constanza, y regula el gran número de barcos que navegan por estas aguas, compartidas por Suiza, Alemania y Austria y por el Rin, que lo atraviesa. Los 33 m de esta torre, del siglo XIX, son uno de los atractivos más fotografiados de la ciudad.
No te pierdas el reloj de su fachada –otra rareza en el mundo de los faros– y su eterno compañero: el León de Baviera. Arriba, encontrarás información de la flora y fauna locales y de las travesías en barco. Y lo mejor: unas bucólicas vistas de los Alpes suizos y el lago.
Australia. Una boda íntima y con muchas flores
¿Te casas y quieres celebrar un enlace diferente? Pues toma nota de esta propuesta para festejarlo en el faro de Smoky Cape, situado en el Parque Nacional Hat Head.
Este idílico escenario australiano se encuentra al norte de Nueva Gales del Sur, a 5 h de Sidney, y es un espacio único con zonas habilitadas para la pesca, el senderismo y el avistamiento de aves. Y las bodas.
En este entorno tienes dos cabañas con tres habitaciones cada una y todo tipo de comodidades (desde 450 euros el fin de semana para 6 personas) en las que podrás alojar a tus invitados. Eso sí: olvídate de celebrar una boda a la antigua usanza.
Para empezar, el enlace será muy íntimo, ya que al faro sólo pueden subir 10 personas y el Parque obliga a que a la ceremonia asista uno de sus representantes. Los invitados no pueden circular con sus coches y sólo os lanzarán pétalos de flores –el arroz y el confeti están declarados antiecológicos y prohibidos– tras la ceremonia, por la que tendréis que pagar 415 euros.
A Coruña. El abuelo Hércules cuenta historias de romanos
No sólo es el monumento más visitado de la capital coruñesa: la Torre de Hércules es el único faro romano del mundo que sigue funcionando desde sus orígenes. Y el único del que sabemos el nombre de su arquitecto –Caio Sevio Lupo–, que firmó a los pies de este faro, Patrimonio de la Humanidad.
Además, esta fastuosa torre es la más alta que se mantiene en pie de la época romana, una construcción que se levantó en el siglo I para guiar a los barcos que bordeaban el oeste del Imperio.
En la actualidad puedes verlo a tu aire (3 euros) o con una ruta (Tél. 981 92 30 93. Gratis) que recorre el parque escultórico.
Francia. Mi habitación es redonda
…y mi cocina, y mi baño. Porque el gran atractivo de este alojamiento, Le Phare de Kerbel, son sus panorámicas de 360º sobre la costa de Bretaña.
En este antiguo faro, situado en Riantec, disfrutarás de un fin de semana de altura, a 25 m sobre el mar. A los pies del alojamiento –desde 400 euros– está la casa del guarda, que se alquila para 6 personas, la piscina y el jardín. Y, en los alrededores, una amplia oferta que incluye sauna, paseos en barco hasta la isla de Groix y buena gastronomía.
Arabia Saudí. El gigante del mar rojo
Presume de ser el más alto del mundo, y lo cierto es que la silueta del Jeddah Light, en la ciudad del mismo nombre, es imponente. Los 133 m de este faro combinan hormigón y acero y se dividen en un cilindro vertical y una esfera acristalada que refleja los colores del Mar Rojo.
Cada 20 segundos el Jeddah Light lanza tres flashes que iluminan hasta 46 km mar adentro: un esfuerzo que evita la congestión marítima en este importantísimo puerto, centro de partida de las peregrinaciones a La Meca y Medina.
Croacia. Entre parques naturales y playas
Con una costa muy irregular y más de 2.000 islas, Croacia se ha convertido en uno de los destinos estrella para los que quieren experimentar la sensación de dormir en un faro.
En los últimos tres años, sus propietarios han aprovechado el boom turístico y los alquilan como alojamiento con encanto: más de medio centenar de faros de todo tipo, desde los próximos a centros urbanos hasta los solitarios.
Entre estos últimos, uno de los más románticos es el de Veli Rat, en la isla de Dugi Otok, rodeado de playas y junto a los parques Naturales de Kornati y Telascica . El lugar, construido en 1849, cuenta con dos apartamentos y unas preciosas vistas de la costa adriática. Desde 649 euros, una semana.
Oregón (EE.UU.). Secretos de los vigilantes marinos
¿Cómo viven los fareros? ¿Tienen agua corriente? ¿Encienden ellos mismos la luz? Encontrarás la respuesta a estas y otras preguntas en el faro Yaquina Head. Los 93 m de esta estructura la convierten en la más alta de Oregón, en el oeste norteamericano, pero lo más interesante es desgranar la vida de este faro desde su construcción, en 1872.
La entrada (5,50 euros) incluye el acceso al Centro de Interpretación, con una réplica del antiguo sistema de iluminación, vídeos y juegos educativos no sólo sobre el faro, sino sobre la vida marina que ha crecido a su alrededor.
Escocia. En tierra de Piratas
Kinnaird Head –el único faro construido sobre un castillo, en 1787– es la prueba viva de la importancia de estas torretas en la historia marítima escocesa. Sus cilíndricas paredes albergan el Museo de Faros de Escocia, un lugar de lujo donde, por medio de audiovisuales y material interactivo, conocerás los hechos decisivos en la historia de los faros, desde la invención de la lente de Fresnel, hasta la luz eléctrica o su automatización, en 1998. Entrada: 6 euros.
Noruega. Con toda la furia del mar
Tormentas, huracanes, paredes de agua… el faro Krakenes, en la costa oeste noruega, es un superviviente acostumbrado a las sensaciones fuertes. Si te gusta alimentar tu adrenalina, acepta el desafío y alójate en la suite del faro, con baño y cocina (512 euros por pareja, fin de semana). Si no te atreves, siéntate en la cafetería e intenta relajarte ante el espectáculo marino.
Formentera. Lucía, el sexo y Barbaria
El extremo meridional de esta isla balear esconde una de las sorpresas más hermosas de todo el Mediterráneo. Al contrario que en el resto de Formentera, en esta zona el paisaje se abandona y deja paso a un terreno casi lunar, sin apenas vegetación, que termina en un impresionante acantilado de 100 metros. Coronando esta pared vertical verás el faro de Cap de Barbaria, maestro de ceremonias de este escenario.
La foto te sonará, ya que ha protagonizado desde folletos turísticos hasta fotogramas de cine –aquí rodó Julio Medem muchas escenas de Lucía y el sexo– pero, sobre todo, porque es el paradigma del slow life. Déjate llevar por sus atardeceres rojos, su sol implacable, el paseo a la cercana cova foradada, las vistas de la península…
Japón. Diseño nipón con traje de luces
Al sur de la capital japonesa encontrarás la isla de Enoshima, un miniterritorio que confirma el espíritu ecléctico del país ya desde su forma de acceso: en un tren antiguo o un moderno monorraíl sujeto por el techo.
Aquí tienes muchos tópicos nipones, desde puestos de comida tradicional hasta grutas espectaculares y unos cuantos templos. Al otro extremo de la isla te espera el faro de Enoshima, una impresionante estructura de acero de 60 m con luces que cambian de color. Desde lo alto obtendrás una panorámica única de costa y montaña y del Monte Fuji, a unos 80 km, y comprenderás porqué este idílico lugar se ha puesto de moda entre parejas y familias como escapada de fin de semana.
La visita se completa con un acuario y el Samuel Cocking Garden un invernadero con especies tropicales.
Portugal En los confines del occidente europeo
El Cabo da Roca, el Promontorium Magnum romano, es el punto más occidental de Europa. Está en el parque Natural de Sintra-Cascais, y es una visita obligada en la zona, famosa por su viento y por el certificado que extiende su Oficina de Turismo para acreditar tu presencia en este punto.
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