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Jardines, arquitectura en verde
Hablamos de los parques, espacios verdes que rediseñan la naturaleza a base de formas, colores y aromas. Disfrútalos con los cinco sentidos.
Francia. Monet, impresionante
La vida de Giverny, un pequeño pueblo de la Alta Normandía, a 80 km de París, cambió radicalmente cuando, en 1883, el pintor Claude Monet decidió trasladar aquí su residencia. Años después, el lugar le cautivó tanto que compró unos terrenos y creó los jardines que deseaba pintar. De este decorado vivo nacieron algunas de sus obras más trascendentes –Los nenúfares, El estanque de las ninfeas, El puente japonés…– y, en pocos años, Giverny se convirtió en punto de encuentro para los grandes artistas de la época, como Cézanne, Renoir y Matisse. En la actualidad, la Fundación Monet organiza visitas conjuntas de la casa y los jardines (9,50 euros).
Reino Unido. Las extrañas esculturas de hierba de Heligan
En Cornualles, al suroeste de Inglaterra, encontrarás uno de los jardines botánicos más populares y misteriosos del Reino Unido. Su nombre, The Lost Gardens of Heligan (Los jardines perdidos de Heligan), te da una idea del clima que se respira en sus más de 800 ha, en las que cabe todo un catálogo de la naturaleza: desde una jungla con especies tropicales hasta un jardínitaliano o los helechos del área salvaje, sin olvidar a La doncella de fango y La cabeza de gigante, dos figuras hechas a base de rocas y plantas. Abre a diario (10 euros).
China. Minimalismo y bonsáis
La abundancia de agua en la región china de Jiangsu –cerca de Shanghai– hizo posible la creación de los Jardines de Suzhou, una especie de parques en miniatura que son Patrimonio de la Humanidad. Su diseño, muy alejado de los gustos occidentales, combina rocas, agua, pabellones y plantas para recrear un juego de la naturaleza en tamaño mini.
París: el esplendor de la corte francesa
Si el Palacio de Versalles es un magnífico regalo para la vista y la Historia, los jardines que le rodean forman un hermoso envoltorio difícil de superar.
Su construcción costó 40 años de duro trabajo en los que se transformó un terreno lleno de bosques y pantanos en un paisaje que, junto al Palacio, es Patrimonio de la Humanidad. Recorrer sus más de 80 hectáreas es casi imposible así que lo mejor es simplemente disfrutar de su refinada belleza –como lo hacía María Antonieta y Luis XVI– y de su acceso gratuito. O admirar sus espectáculos de agua y música (25 euros, con entrada al Palacio).
Granada. Un capricho con alma nazarí
Aunque no se sabe con certeza el origen de la palabra Generalife, la interpretación más aceptada es la de los Jardines del Alarife, es decir, del constructor o arquitecto responsable de su diseño. El Generalife se construyó entre los siglos XII y XIV y fue el palacio utilizado por los reyes musulmanes como lugar de descanso. Concebido como villa rural –con jardines ornamentales, huertos, patios y edificaciones que se integran en las cercanías de la Alhambra–, este espacio nos acerca al espíritu árabe y a su refinada sensualidad a la hora de rodearse de un espacio de relax.
Tanto en su diseño original como en los añadidos posteriores –como es el caso del Patio de la Acequia o los Jardines Bajos–, el Generalife despliega una seducción llena de juegos de luz, sonidos de agua y, por supuesto, miles de plantas. Puedes recorrerlos junto con la Alhambra (13 euros) o en un paseo exclusivo de unas 2 h por la Alcazaba y el Generalife (7 euros) o en una misteriosa visita nocturna (5 euros). Abre a diario, de 8.30 h a 20 h.
Hawai. El laberinto que sabe a piña
Más de 14.000 plantas, entre hibiscos, heliconias y crotos, dan forma al laberinto vegetal más largo del mundo, inscrito en el libro Guinness: 5 km de enrevesados pasillos y sendas sin salida que, vistos desde el aire, dibujan una descomunal piña. El juego lo propone una empresa dedicada a las plantaciones y el envasado de fruta y, a diferencia de otros laberintos de este tipo en los que la recompensa es hallar la salida, éste promete premio a quien lo termine más rápido: grabar el nombre del ganador en la entrada del laberinto. Si te animas, el récord está en 7 minutos y el laberinto –que cuenta con un tren, restaurantes y zona infantil– está en Hawai, en el extremo opuesto de Honolulu. Entrada: 4,70 euros.
Escocia. Lecciones de geometría sobre la hierba
Aquí no encontrarás delicadas hileras de flores exquisitamente organizadas ni un cambalache de plantas creciendo a su antojo. En este jardín escocés –The Garden of Cosmic Speculation– todas las plantas están al servicio de las matemáticas y la ciencia. Su artífice, el arquitecto y paisajista norteamericano Charles Jencks, junto con su esposa –una jardinera especializada en el arte floral chino–, diseñaron este espacio, único en el mundo, en el que participaron horticultores y científicos a partes iguales. En sus 12 hectáreas encontrarás arreglos basados en los agujeros negros del espacio, entrarás en un jardín de fractales geométricos, pasearás por la doble hélice del ADN, entrarás en planos cuánticos y encontrarás una fiel recreación de la Teoría del Caos elaborada a base de plantas.
El jardín –que carece de flores y cuenta con cinco grandes áreas conectadas por lagos artificiales, puentes, caminos y obras de arquitectura– sólo abre un día al año. El próximo: el 5 de mayo.
Londres. Las plantas del mundo
En 1759, la princesa Augusta, madre de Jorge III, inició un ambicioso proyecto botánico que, siglos más tarde, es un referente mundial en lo que a especies vegetales se refiere. Situados en Kew, al oeste de Londres, los Royal Botanic Gardens clasifican plantas, investigan nuevas especies y cuentan con un banco de semillas destinado a preservar el medio ambiente. En sus 132 ha conviven todo tipo de árboles y plantas –desde orquídeas hasta carnívoras o bambúes– distribuidas en delicados palacios de cristal e invernaderos con una importante muestra de nenúfares. Para verlos puedes elegir cualquier época del año (entrada: 16 euros) y llegar en metro, en la estación de Kew Gardens.
Nueva York, un tren a la naturaleza
En 2009, los neoyorquinos inauguraron un parque muy especial que pintó de verde una zona abandonada del West Side. El High Line es una especie de jardín colgante que llenó de vegetación la antigua línea de un tren elevado. ¿El resultado? Un ensanche que permite caminar entre rascacielos y pasear sobre las copas de los árboles, tomar el sol en las tumbonas de madera o simplemente observar el bullicio de la ciudad desde las antiguas vallas publicitarias, convertidas en miradores.
Alemania. En la isla de las flores
Una casa de mariposas, un invernadero lleno de palmeras, papagayos y pavos reales paseando libremente… y millones de flores. Porque Mainau –una pequeña isla situada en el lago de Constanza, al sur de Alemania– se le conoce como la isla de las flores. Su clima templado y su situación –al abrigo de la cordillera de los Alpes– han facilitado que este territorio se convierta en un vergel que atrae a miles de turistas al año y donde incluso puedes celebrar una boda inolvidable rodeado de orquídeas y esculturas florales. Entrada (17,50 euros).
Sudáfrica, el jardín africano
Cerca de Ciudad del Cabo, la capital sudafricana, encontrarás el jardín de Kirstenboch, el botánico al aire libre más grande del mundo y el primero del continente. El espacio está declarado Patrimonio Universal y reúne más de 7.000 especies autóctonas, con joyas como el fynbos, del que se extrae el té rojo. La visita (3,55 euros) incluye un recorrido por el jardín aromático y el medicinal y el espectáculo de millones de colores en la ladera de estas montañas. Infórmate en www.sanbi.org.
Lanzarote. Un jardín de cactus en medio del Atlántico
Una de las últimas obras de César Manrique es este inmenso parque que aglutina más de cien especies de cactus venidos de lugares tan dispares como México, Tanzania, Madagascar y, por supuesto, Canarias, el lugar donde se ubica. Fiel a su idea de fusionar arquitectura y paisaje, el artista lanzaroteño transformó Guatiza, una localidad agrícola del interior, en un espacio silvestre y de dramática belleza. La visita (5,50 euros) dura 45 minutos en los que puedes admirar estos sobrios ejemplares y una curiosidad: las lámparas, picaportes, etc, con diseño de cactus. En www.centrosturisticos.com.
Holanda. Paseo a todo color y en formato 3D
Más de un millón de personas visitan cada año Keukenhof, un impresionante jardín situado a 40 km de Ámsterdam especializado en el producto estrella de la economía del país: flores cortadas y bulbos. Aquí tienes más de 32 hectáreas, 15 km de senderos, 7 millones de flores… Las cifras asustan, pero pasear entre un mar de tulipanes, el emblema holandés, y ver las flores desde los canales –navegando en la llamada barca de los susurros– o sobrevolando el parque a bordo de un histórico Dakota es una experiencia inolvidable. En su afán didáctico, este año Keukenhof propone lo que denomina jardín 2.0, una clara apuesta por el huerto urbano que incorpora los pequeños espacios verdes a la vida diaria. Además, en la edición de este año –hasta el 20 de mayo–, el parque rinde homenaje al Reino Unido con un espectacular mosaico del Big Ben y el Tower Bridge a base de flores, entre otras muchas actividades. Entradas: 15 euros.
Israel. Pasión frente al mar
El espíritu religioso bahaí –una escisión del islamismo chií en Irán– protagoniza estos espléndidos jardines que dominan el puerto marítimo de Monte Carmelo, en Haifa. Tanto el parque como el templo, centro de peregrinación de esta comunidad, son Patrimonio de la Humanidad gracias a su combinación de jardines colgantes y terrazas.
Londres. La feria de la realeza
En sus cien años de vida –que cumple en 2013– el Chelsea Flower Show no sólo se ha convertido en un acontecimiento mundial de horticultura, sino en un prestigioso evento social al que acude la familia real británica y en el que los diseños de sombreros son tan admirados como los arreglos florales. El festival celebra su centenario del 21 al 25 de mayo, desde 33 euros.
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