De compras por el mundo
Nos asomamos a los pequeños talleres de artesanos para mostrarte la historia, la tradición y los secretos que esconde el corazón de un souvenir.
Tailandia. La fábrica de sombrillas de papel
La oferta tailandesa no termina con la frenética Bangkok y las impresionantes playas del sur. Para descubrir la verdadera esencia de este hermoso país asiático pon rumbo al norte. Aquí, entre Chiang Mai y el distrito de San Kamphaeng, encontrarás la carretera 1006, un tramo que ya muchos conocen como la Autopista de la Artesanía. Sus apenas 3,5 km concentran lo mejor de las manufacturas tailandesas, un buen número de talleres en los que puedes ver el paso a paso de estas pequeñas obras de arte y comprar un auténtico recuerdo casi a mitad de precio de lo que pagarías en un mercadillo de la capital.
Desde el oeste, descubrirás todo lo relacionado con el mundo de la seda –cría de gusanos, hilado, tinte, confección…–, la cerámica, los trabajos en plata y, por supuesto, las famosas sombrillas tailandesas, realizadas con madera de bambú y papel de hojas de morera –que también se elabora aquí mismo– y decoradas a mano. Visitas, desde 4 euros.
Suráfrica. Descubre el abecedario zulú
Cajas con huevos de avestruz, cestas trenzadas, máscaras de ébano… La artesanía surafricana es tan extensa como llamativa pero lo más colorido son los adornos con abalorios que elaboran las zulúes. Los verás en las grandes urbes –Ciudad del Cabo, Johannesburgo, Pretoria…– pero, si eliges un mercado local, fomentarás la economía de la zona. Es la mejor forma de conocer el lenguaje de estas piezas, reservadas para ocasiones especiales y popularizadas por el turismo. El triángulo, que simboliza la familia, cambia su mensaje a través de siete colores y sus matices: el negro expresa luto; el verde, alegría; el rojo, amor…
Chequia. Las luces de bohemia
A comienzos del siglo XIII, los monjes de Bohemia y Silesia –las actuales Chequia y Polonia– empezaron a elaborar productos de uso diario con cristal soplado con una caña. El potasio y cuarzo de estas tierras unido a la maestría de los artesanos, popularizó el cristal de Bohemia en toda Europa.
A las afueras de Praga abundan estas fábricas, que organizan vistas guiadas –37 euros, 3 h– para ver a los maestros sopladores elaborar este cristal, que se distingue por su altísima transparencia y los dibujos tallados.
Guatemala. El tejido de los dioses
Según la mitología maya, Ixchel era una diosa multitarea encargada de proteger tanto el motmento del parto como los trabajos textiles. Esto te dará una idea de la importancia que los guatemaltecos dan a sus tejidos y entenderás que el huipil –la blusa de las indígenas, en especial las del altiplano–no sólo es una obra de arte que puede tardar hasta 8 meses en elaborarse, sino una especie de DNI que nos informa de en qué comunidad nació la mujer que lo usa, si es buena tejedora, si está casada…
Encontrarás estos tejidos en todos los mercadillos del país –no te pierdas los de Chichicastenango y Panajachel–, exhibiendo colores, flores, formas geométricas e incluso figuras como quetzales, un ave que es símbolo nacional.
Turquía. Los grandes alfareros de Capadocia
Avanos, una pequeña ciudad situada en la región turca de Göreme, ya era famosa entre bizantinos y romanos por sus frutales y viñedos pero, sobre todo, por su alfarería. Esta actividad se ha mantenido durante siglos y ha convertido a Avanos en el único centro artesanal de toda Capadocia.
La tierra roja de esta localidad, mezclada con el agua y los sedimentos del río Kizilirmak –el más largo del país–, cobran vida en las manos de estos artistas que elaboran cerámicas esmaltadas, decoradas, con relieves, rústicas… siguiendo las técnicas tradicionales: en torno manual, secado al sol y cocido a altas temperaturas.
En los últimos años, esta localidad, equidistante de los puntos más interesantes de Capadocia –como las Chimeneas de las Hadas–, es un lugar perfecto no sólo para comprar artesanía, sino para ver todo el proceso de elaboración. En agosto, no te pierdas la Feria Internacional de Artesanía, con artículos a buen precio.
Italia. Ponte la máscara
Aunque no vayas a Venecia en carnaval, es difícil resistir la tentación de no llevarte una máscara como regalo perfecto. Las encontrarás en cualquier esquina de la ciudad, casi siempre con personajes de la Comedia del Arte, y con todo tipo de precios: desde 15 euros en una tienda de souvenir hasta 80 euros en un local especializado, como La Bottega dei Mascareri.
Cuba. Habano cien por cien
Selección de hojas, fermentación, secado, clasificación… éstas son solo algunas de las etapas necesarias para elaborar un habano: un puro cuyo tabaco ha sido 100% cultivado y manufacturado en Cuba. Las mujeres suelen manipular estas preciadas hojas que antaño eran cultivadas sólo por hombres libres y que Felipe V convirtió en monopolio real, en 1717.
Escocia. Te quedarás a cuadros
¿Estás en tierras escocesas y quieres comprar un recuerdo? Pues déjate de gaitas y elige un kilt. En la popular Milla Verde –la gran arteria comercial de Edimburgo– puedes encontrar una de estas faldas masculinas desde 23 euros, aunque las auténticas, de pura lana y hechas a mano, te costarán unos 580 euros. La mayoría cumple los requisitos que marca la tradición –hasta 8 metros de tartán (tela de cuadros escoceses) con las tablas cosidas en la cintura– pero también tienes kilts para mujeres y niños.
Alemania. Ponte en hora y mira el pajarito
No se sabe dónde se fabricó el primer reloj de cuco –alemanes, austriacos y suizos se disputan su autoría–, pero la mayoría de los artesanos que los elaboran están en la Selva Negra. En esta región del suroeste alemán, en Triberg, encontrarás los relojes de cuco más grandes del mundo: el de Schonach, construido por la familia Dold (entrada: 1,20 euros) y el Eble Uhren Park, con un péndulo de 8 m y un pájaro cuco de 150 k. A su lado, tienes una tienda museo donde comprar versiones en tamaño mini, desde 59 euros.
Rusia. El secreto está en el interior
Las matrioskas no son una artesanía tradicional rusa –se inspiraron en muñecas japonesas– pero desde su creación, en 1890, se han convertido en una identidad del país. Concebidas como juguete –en zonas rurales incluso se usaron en el aprendizaje de cálculo– estas muñecas huecas de madera lacada, que esconden multitud de figuras en su interior –¡el récord está en 75!–, simbolizan la maternidad y la familia. En 2001 Moscú le dedicó un museo en exclusiva a esta compra fetiche de los turistas.
Marruecos. Miles y miles de babuchas
Unos 40.000 artesanos trabajan en los zocos de Marrakech, un laberinto de callejones que invaden los sentidos de aromas y colores. Puede parecerte desordenado pero lo cierto es que este descomunal mercado está perfectamente dividido por actividades. Si buscas unas auténticas babuchas de piel –con dibujos, tacones…– dirígete al zoco de Smata. Recuerda que el regateo es obligatorio y cumple dos normas: negocia hasta el final y no pagues más de un tercio del precio de inicio.
Bélgica. Con toda delicadeza
En el siglo XVIII, Flandes se convirtió en el proveedor habitual de encajes para toda Europa. El país intentaba buscar una salida a su declive comercial y la encontró en forma de puños y cuellos, pequeñas obras de arte finamente elaboradas que enloquecían a la aristocracia de la época. Todo Flandes tejía sin tregua y cada ciudad se especializó en un punto diferente, con nombres tan delicados como el punto de hada, que se realizaba en Brujas. En cualquier rincón de esta mágica ciudad encontrarás los dibujos con hilo realizados por manos expertas con todo tipo de diseños. También puedes aprender la técnica del encaje de bolillos en el Kantcentrum, con talleres, demostraciones y venta, desde 2 euros.
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