Descubre la cara B
¿Hay vida en Orlando más allá del universo Disney? ¿Y algo que hacer en Cerdeña aparte de nadar en sus espectaculares playas?
Estonia, días de sol y playa
Tallin –la capital de Estonia– y su catálogo medieval es tan abrumador que monopoliza todo. Sin embargo, el país tiene mucho más y, aparte de la ciudad universitaria de Tartu o de Narvu y su arquitectura soviética, la costa de Pärnu se perfila ya como un potente activo turístico.
En 1890 sus kilométricas playas de arena blanca y aguas cristalinas y muy poco profundas –no, no estás en el Caribe: ¡esto es el Báltico!– ya se incluían en la lista de destinos turísticos de la Rusia imperial. Hoy, su popularidad sube como la espuma y los estonios lo tienen claro: si no has visto a tus amigos en todo el año los encontrarás en el verano de Pärnu.
Marruecos, las pistas africanas
Si te gusta deslizarte por la nieve aquí tienes un destino diferente con más de 40 km esquiables, 18 pistas –3 de ellas, negras–, 6 telesquís… y un emplazamiento sorprendente. Estamos en Oukaïmeden, en Marruecos, una de las escasas estaciones de África, cuya oferta se reduce a Argelia, Tiffindell (Suráfrica) y AfriSki, en Lesotho. Las marroquíes, junto al Atlas, son las más altas –con 3.500 m– y plantan cara a los destinos clásicos del país, como las capitales imperiales –está a 70 km de Marrakech–. Además, se perfilan como el dominio con mejor infraestructura del continente, con alquiler de material y un servicio de remonte que a menudo se realiza con burro.
Zúrich, el placer de las terracitas
Esquiar en Suiza es un lujo –y comer chocolate y comprar un reloj– pero, tópicos aparte, Zúrich es una de las ciudades más latinas del corazón europeo. En verano, la vida sale a la calle y puedes disfrutar de una jam sesion o una clase nocturna de tango. ZüriWest –el barrio industrial reconvertido– vive la fiebre de las terrazas y nuevas zonas de moda, como Viadukt o Bäckeranlage, se abarrotan.
Ibiza, con mucha vida interior
La artesanía –y los bocadillos de jamón– de Santa Gertrudis de Fruitera y la arquitectura tradicional de Sant Llorenç de Balàfia son dos de las sorpresas que esconde el interior ibicenco. En invierno, la isla con más paparazzi y fiestas destapa su esencia y conecta su modo rural en un panorama muy cercano al slow life.
Berlín, olas junto a la puerta de Brandeburgo
La pasión que los berlineses sienten por el mar no es nueva. Ya en 1907 se inauguró la Strandbad Wannsee, una playa artificial con más de 1.275 m de arena y una extensa oferta que incluye desde los clásicos sillones, tumbonas y toboganes de agua hasta pistas de fútbol o de voley playa.
Este arenal, uno de los más largos de Europa, cuenta también con zona nudista y es uno de los más concurridos cuando el sol aprieta.
Junto a la Isla de los Museos, la ribera del Spree acoge un buen número de garitos donde te sentirás en pleno Caribe, con palmeras y música sensual incluidos.
Destacan el Yaam –con conciertos, cursos de capoeira, actividades infantiles y hasta sacos de boxeo para desestresarte– y el Berlin Arena, una extensa superficie de ocio donde tomar el sol sobre arena de playa y zambullirte en la piscina flotante (12 euros/ 3 h).
Riga, la gran sorpresa modernista
Puede que lo que más te suene de esta capital –la mayor del Báltico– sea su pasado medieval y su arquitectura estalinista. Y estarás en lo cierto, pero el centro neurálgico de Letonia, el laberinto de calles que se enredan junto al río Daugava, conservan la mayor muestra de arquitectura alemana art nouveau de toda Europa, conocida como Jugendstil. No te pierdas un paseo entre estos edificios extravagantes, decorados con flores y rostros, que la Unesco ha catalogado como Patrimonio de la Humanidad.
Nueva York, muerde la "Gran Manzana"
Es difícil, pero ¿podrías resistir ir a la gran ciudad norteamericana y no pisar Manhattan?
Te proponemos que salgas de esta cinematográfica isla y te acerques a Brooklyn, otro de los siete distritos de Nueva York. Llegar cruzando el famoso puente colgante, viendo de cerca su famosa arquitectura y paseando junto al East River es todo un lujo.
Entras de lleno en la zona más popular y multiétnica de la ciudad, y también en una de las abanderadas de la cultura. En este mundo ecléctico destaca Prospect Heights, el barrio del momento, un sitio donde dejarse ver, descubrir casas históricas, pasear por el Brooklyn Botanic Garden o tomar deliciosas tortitas en Tom's Restaurant.
Cerdeña, con otro aire
Cruceros, playas kilométricas y un horizonte marcado por el relax de día y la fiesta de noche. Esto es, a agrandes rasgos, lo primero que te viene a la mente cuando piensas en esta isla italiana. El problema surge cuando visitas Cerdeña en invierno. Con el frío, además de esquiar y practicar snowboard en Bruncu Spina y Monte Spada, aprovecha la oferta arqueológica del país.
En la costa oeste, junto a Cabras, te esperan los restos de Tharros, la ciudad fundada por los fenicios que terminó siendo romana y, posteriormente conquistada por los sarracenos, hasta que fue abandonada. Sus columnas, en primera línea del mar, junto al golfo de Oristano, parecen diseñadas para los selfies.
Pero si te atraen los restos enigmáticos toma nota de los yacimientos nurágicos que abundan en la isla, como los de Barumini. Las casas circulares que construía esta cultura –que solo dejó restos en tierras sardas– desafían las reglas arquitectónicas y fueron vanguardia en la época en que se construyeron, en la Edad de Bronce.
Cádiz, ruta por las sierras del sur
¿Sabías que el punto más lluvioso de España no está en el norte, sino en el sur y se llama Grazalema? ¿Y que Cádiz, junto a Málaga y el norte de África son las únicas zonas del mundo con pinsapos, un tipo de abeto? Éstas son algunas sorpresas de la Sierra de Grazalema, un parque natural que comparte territorio con Málaga. Lejos también de la costa y las playas surferas, el interior ofrece una ruta de pueblos blancos y enclaves como Setenil, Véjer de la Frontera…
Orlando, fuera del 'Planeta Disney'
Pasear por el centro de esta popular ciudad de Florida en fin de semana, cuando las oficinas de este centro financiero están vacías y las calles casi desiertas, es una buena forma de descubrir la vieja estación de tren y el sabor americano de su vida nocturna. Prueba también con una ruta en bici junto al lago Eola –por la tarde ponen música–, una visita interactiva al Wonderworks y otra a la colección del Cornell Fine Arts Museum, con obras de Matisse y Picasso. Para los golosos, una dulce sorpresa en el M&M's World Orlando, con 22 colores de estos famosos chocolates.
Roma, un chapuzón con historia
Por mucho que te guste sentir de primera mano el pulso de una ciudad y que el afán urbanita guíe tus viajes, hay destinos en los que se agradece una tarde de relax; sobre todo cuando las altas temperaturas, la densidad de tráfico y la masificación turística se conjugan y hacen que todo empiece a resultar insoportable.
Es el caso de Roma, la capital italiana, una ciudad en la que, en medio de una larga espera para entrar en alguno de sus monumentos en pleno mes de julio, muchos hemos fantaseado con darnos un buen chapuzón en la playa.
Y, sin embargo, existe: se llama Ostia Lido y es la favorita de los romanos desde que se diseñó, en los años 30 del pasado siglo y puso de moda los stabilimentti, una especie de clubes privados. Además, en este rincón del Tirreno no te molestarán los cruceristas –que atracan en Civitavecchia, a 80 km– ni echarás de menos las visitas arqueológicas ya que a una parada más de tren, en Ostia Antica, te espera una ciudad romana igual de importante y bien conservada que Pompeya, pero mucho más desconocida.
Buenos Aires, lejos del microcentro
Date un respiro en medio del bullicio porteño y regálate un paseo en catamarán por el delta del Tigre, 34 km al norte de la capital. Puedes llegar en tren hasta el embarcadero y elegir la travesía –1 h desde 9,50 euros– que navega por los ríos Tigre, Sarmiento y Luján, un relajante entramado de calles acuáticas donde contemplar la fauna local.
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