Miguel Ángel Silvestre, en cuerpo y alma
Es un hombre muy deseado,pero por encima de todo es un actor brillante. En pleno éxito de la serie ‘Galerías Velvet’, nos abre su casa para compartir su nueva etapa vital. Así es de puertas adentro.
No te pierdas el vídeo del making of.
En su refugio
Miguel Ángel Silvestre vive en las alturas. Desde su ático del sur de Madrid sobrevuela su éxito con la serie Galerías Velvet, su millón de seguidores en Facebook y un importante proyecto internacional made in USA que podría estar esperándole a la vuelta de la esquina. Esta es su madriguera, su refugio, su recreo. «¿Quieres cenar pasta o un solomillo buenísimo?», me pregunta antes de encender la cocina y de que degustemos su generosidad, la que conlleva entrevistar en su entorno íntimo a uno de los personajes españoles de más actualidad. Aquí el gran actor se desviste del mito y se convierte en el hombre, un solitario amigo de sus amigos, al que le gusta el azul, adora a su madre y exorciza con humor las cosas que duelen. Hay velas encendidas por todas partes. Y cervezas con aroma a tequila enfriándose en algún lugar de la nevera. Marilyn Monroe sonríe desde una fotografía en blanco y negro, el único rostro de mujer al que da sitio en su espacio. Sobre la mesa, al lado de un mechero Dupont de su abuelo, yace un trozo gastado de madera sagrada que se quema como incienso. Se llama palo santo y su humo mágico cura heridas y limpia el alma. Dicen que para dar lo mejor de sí, el árbol debe morir de forma natural primero; sólo entonces, y pasado un tiempo, desarrolla la esencia que lo hace único. «¡La primavera is coming...!». me dice. Pues eso.
"Aceptarme ha sido como entrar en un parque de atracciones"
Galerías Velvet está arrasando. Tras pasar por uno de
los mayores fenómenos fans de este país con tu personaje
del Duque en la serie Sin tetas no hay paraíso, ¿cómo te
enfrentas de nuevo a la exposición que conlleva la fama?
Antes me protegía. Y mi forma de hacerlo era aislarme. Me construí una coraza, me fui haciendo más hermético, más tímido, más reservado. Pero el tiempo me ha enseñado que las resistencias, los escudos, en lugar de darnos energía nos la roban. Las capas de protección que no te pertenecen te convierten en algo que no eres tú. Es una gozada quitarme pesos de encima.
¿El tiempo te ha permitido saber también por qué te protegías?
Creo que porque tenía miedo de que se viera mi oscuridad, alguna parte de mí que pudiera decepcionar a los demás, que la gente se llevara un chasco y pensara: «¡Ah!, ¿es esto lo que hay detrás del personaje que me encanta?». Pero, al final, las cosas de las que más orgulloso te sientes son aquellas a las que te has podido enfrentar, las que has logrado aceptar.
¿Tú lo has hecho?
Sí y para mí aceptarme ha sido como entrar en un parque de atracciones. Estoy disfrutando mucho de esta etapa de mi vida. Siento que he recuperado una parte extrovertida que perdí con toda esa avalancha de sobreexposición de mis comienzos. Ahora soy como era de niño. Hoy por hoy creo que la manera de dar lo mejor de ti es siendo tú mismo. Y eso me lleva a querer disfrutar de la gente.
¿Cómo se logra eso cuando la palabra gente significa millones de fans pendientes de ti? ¿Agobia?
¡Qué va! El cariño de la gente es la hostia, un regalo, algo maravilloso. Lo importante es cómo lidias tú con él. Por ejemplo, lo que tengo muy en cuenta cuando voy con alguien es que el hecho de pararme a hacer una foto no suponga dejarle solo. A veces dices: «No sé si soy mejor por hacerme una foto o peor por dejar tirado a mi colega de toda la vida». Pero al final me hago fotos con todo el mundo. Soy una persona a la que le cuesta mucho decir que no.
Eres muy activo en
las redes sociales.
¿Cómo las manejas?
Utilizo mucho Instagram y Facebook, en especial como promoción, aunque no evito colgar momentos de mi vida, eso también es una de las consecuencias de que ya no me oculte.
"Con el amor prefiero que sean otros los que opinen y yo vivirlo"
Has publicado fotografías en El País. ¿Esta afición es una forma de darte permiso para observar además de ser observado?
Lo hago de manera amateur, pero cada vez me gusta más. Siempre llevo la cámara en mi mochila. Bea (Beatriz Castro), mi representante y gran amiga, me ha regalado un libro del director Steve McQueen con imágenes de rodajes impresionantes. Y ahora me ha dado por hacerle fotos a los compañeros de Velvet. Esta profesión es muy, muy absorbente, por eso busco nuevos hobbies. Hace dos años me dio por el saxofón.
¡Por el saxofón!
Sí. Me aprendo las partituras de memoria. Empecé a estudiar solfeo en cursos de Internet. Luego pasé a los profesores. Que me iba a Cádiz, pues me buscaba a alguien que me diese clases de saxo en El Palmar. Todavía recuerdo cuando estaba con todos mis amigos surfeando en Hossegor, en Francia, y dormíamos en casas prefabricadas. Por las mañanas me ponía a tocar el saxofón y me querían colgar de un pino (risas). Sí, cuando algo me gusta lo exprimo al máximo. Los eruditos del saxo tocan muy dulce. Ese no es mi caso.
¿Qué me dices del surf?
Que tampoco soy un gran surfista (risas). Pero llego al nivel para pasármelo muy bien. Por mi trabajo y porque me gusta viajar tengo la oportunidad de coger olas en muchas partes del mundo. El surf es un deporte dificilísimo. No sólo cuenta la habilidad y la forma física. Un profesional sabe leer por dónde viene una ola antes incluso de que aparezca. Cuando tienes la suerte de surfear con alguien bueno como Aritz Aranburu, que es el mejor de España, uno de los grandes del mundo, ves que se empieza a mover en el agua y dices: «Pero ¿a dónde va?». Bueno, pues va tras una ola que romperá a diez metros. Es un deporte que me engancha porque te da adrenalina, aunque necesita mucha concentración.
La modelo Almudena Fernández, novia de Aritz, ha creado
la ong Kind Surf para enseñar
este deporte a niños en riesgo
de exclusión social. ¿Estás en esa causa?
Puede decirse que sí, porque seguro que vamos a hacer algo muy pronto.
¿Cómo surfeas por el rodaje de los nuevos capítulos con los que se ha bendecido la serie Galerías Velvet hasta final de año?
Cuando empezamos sabíamos que estábamos haciendo un producto de calidad, pero ver esta respuesta de la gente es una inyección de satisfacción. Ante todo es un trabajo hecho para el público, una serie muy positiva, porque habla de la euforia y del subidón que da el amor.
¿Y cómo ves tú el amor?
Con el amor prefiero que sean otros los que opinen y yo vivirlo.
¿Y cómo lo vives?
Lo vivo con un trago de cerveza con mis colegas y con un helado de chocolate. Soy un adicto a los helados.
(Se levanta, coge dos helados de chocolate de la nevera y los pone sobre la mesa).
"Me gusta mucho mezclarme con la gente"
¿Qué importancia tiene esta
casa, tu hogar, en tu día a día?
Me gusta mucho mi casa. Te voy a contar algo muy bueno. Mi madre, de pequeña, no tenía apetito. Un buen día el médico le dijo a mi abuela que el remedio era beber cerveza. Así que desde entonces mi madre es fan total. A mí nunca me gustó. Pero ella siempre me decía: «Miguel Ángel, el primer sorbo de cerveza es de las cosas más especiales de la vida». Ahora cada vez que la bebo le dedico el primer trago a mi madre. Y lo hago todos los días. Para mí, llegar a mi casa, poner música y abrir una cerveza, a poder ser Paulaner, que me encanta, es lo mejor del mundo. A veces me tomo dos o tres y ya me voy chispa a la cama (risas).
¿Cocinas?
Sí. Mi plato favorito son los espaguetis con tomate Barilla Basílico y queso parmesano, que me lo ralla muy bien una amiga.
¿Qué amiga es esa?
Mi amiga, la de la sección de quesos de El Corte Inglés, que es donde voy a hacer la compra. Siempre me da queso blanco mientras espero. Me pasa lo mismo con la de la frutería y el de la charcutería, que ya son amigos míos. Me gusta muchísimo mezclarme con la gente, que me cuenten cosas.
Hablando de contar, recomiéndame
un libro que cuente una buena historia.
El guardián entre el centeno de Salinger, el protagonista me cae muy bien. Y además al libro le tengo mucho cariño porque me lo ha regalado un amigo muy especial para mí, Pedro Almodóvar.
¿Cómo llevas la moda?
No soy fashionista, pero cada vez valoro más los detalles de la ropa, como un cuello bonito o unos botones. De Armani me gusta mucho cómo combina el negro y el azul marino. También la audacia para apostar por materiales nuevos. Este invierno ha sacado una colección con neopreno. ¡Y me encanta!
"Mis colegas de toda la vida son los que me hacen volar"
Dime, ¿qué es lo último
que has aprendido?
A dejarme llevar.
¿Podrías definir en pocas palabras tu momento vital actual?
¿Puedo decirlo en inglés?
Sí.
¡La primavera is coming!
¿Cómo sería la versión en español?
Enamorao de la vida, aunque a veces duela (y lo dice cantando con una sonrisa el tema de Kiko Veneno ‘Volando voy, volando vengo’).
¿Cuál sería la banda sonora que mejor simbolizaría
esta primavera que está llegando a tu vida?
La canción que más estoy escuchando últimamente se llama Odd Look y es de Kavinsky. Y también Lose Yourself to Dance de Daft Punk; aunque en realidad todo su nuevo disco me da mucha vitalidad, este vídeo me encanta, es de un viejo concurso de soul dance. Puro ritmo.
¿Te gusta bailar?
¡Mucho!
¿Cómo vas de cicatrices?
Tengo varias. En la cabeza y en la ceja.
¿Y de tatuajes?
No tengo. Si me hiciera un tatuaje tendría que ser por amor.
Mira que luego es para toda la vida...
Ya lo sé, pero por amor... Sería algo simbólico, aunque tendría que estar seguro. Bueno, seguro no, la verdad es que sencillamente me tendría que volver loco, pero me conozco y sé que eso puede suceder en cualquier momento (risas).
¿Crees en Dios?
Creo en la energía positiva de la gente y en la conexión con las fuerzas de la naturaleza. Y tú, ¿crees en Obélix? (Saca su ‘iPhone’ y me enseña una foto. Hay cuatro tipos disfrazados. Uno de ellos lleva una camisa con palmeras, otro un mono de ‘lycra’ con un esqueleto pintado y peluca roja, otro va de bebé con un babero que dice: «Kiss me», y el cuarto...).
¡¿Pero quién es este?!
Yo, en Carnaval con mis amigos de Castellón. Mira, te presento: este es Nacho, este es Marco y este Manu. Mis colegas de toda la vida. Estos son los que me hacen volar.
Decididamente a ti te van las alturas...
¡Ese día fui el hombre más feliz de mundo! Sólo me reconoció una chica. Me dijo: «Escolta, ¿tú eres Miguel Ángel Silvestre, el de Velvet?». «¿Yo?», le dije. «¡No!, ¡yo soy Obélix!
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