Más de 700.000 seguidores y cifras de entre 300 a 1.800 euros de remuneración por foto... y esta instagrammer ha decidido dar portazo a sus perfiles sociales para poner un punto de honestidad al asunto. Instagram, Youtube, Tumblr o Snapchat han sido las cuentas que O'Neill ha decidido abandonar, asegurando que "somos una generación de cerebros lavados".

El 27 de octubre, O'Neill decidió cargarse más de 2.000 fotos que no servían nada más que para la "auto promoción". Ha creado una página web en la que intenta ayudar y concienciar a otros adolescentes para desengancharse de las redes sociales y dejar de ser esclavos de los likes que sólo buscan crear personas adictas a la aprobación social.

"He pasado la mayor parte de mi vida siendo una adicta las redes sociales, la aprobación social y mi apariencia física. Estaba consumida por ello". Con este mensaje acompañaba a su última foto en Instagram.

Essena ha perdido "perdón" por engañar: "no lo hacía conscientemente, estaba obsesionada con gustar a los demás".

La instagramer ha retitulado muchas de sus imágenes relatando cuál era la situación real de las fotos, haciendo ver a todos sus seguidores que realmente, no es oro todo lo que reluce.

El revuelo levantado reaviva el debate sobre la esclavitud 3.0 y la adicción a los perfiles sociales con lo que mostrar la cara B de nuestras vidas. ¿Qué será lo siguiente?