El mundo se divide en dos: los que llevan las zapatillas blancas sucias y los que consiguen llevarlas impolutas. Pertenecer al segundo grupo es símbolo de estatus, un club cuasi-privado al que siempre hemos querido pertenecer pero nunca hemos encontrado la clave secreta para hacerlo. Hasta ahora, y todo gracias a Sarah Tracey de Texas.

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Ésta podría ser la típica foto engañosa de las redes sociales que nos hacen creer que el mundo es justo y la limpieza de las zapatillas sencilla pero no, no es un fraude. Y lo podemos confirmar porque lo hemos probado.

Como bien indica nuestra querida Sarah, se mojan un poco las zapatillas y en un bol (o un vaso de plástico) mezclamos un poco bicarbonato y detergente de la ropa. La herramienta de trabajo será un cepillo de dientes, que usaremos para frotar sobre las manchas de las deportivas. Se dejan reposar un rato, se enjuagan y directas a la lavadora con polvos de talco sobre la propia zapatillas, sin necesidad de añadir más jabón.

De nuestra experiencia, tenemos que hacer dos apreciaciones importantes: frotar con un cepillo de dientes te deja la muñeca más machacada que una sesión intensiva de la Wii y si las zapatillas tienen rotos, no esperes milagros, a no ser que tires de cinta americana como en este tutorial de YouTube.

De Esquire.