Prácticamente desde que el mundo es mundo, Marchesa ha constituido siempre un pilar en las alfombras rojas, erigiéndose como una de las principales elegidas para vestir a las celebrities en las citas más esperadas de Hollywood. Hasta ahora.

En esta edición de los Globos de Oro, Marchesa ha dejado de ser una de las fundamentales y obligatorias para convertirse en un mero recuerdo, pues nadie, NADIE, ha lucido esta noche uno de sus diseños. ¿Habrá sido esto, junto al riguroso negro, una de esas formas de reivindicación femenina que han tomado la noche del cine y la televisión?

Ya no es ningún secreto que Harvey Weinstein, acusado por abusos y acosos sexuales en el mundo que esconde la gran pantalla, ha destapado la caja de Pandora en Hollywood, no sólo descubriendo casos similares al suyo, sino despertando la fuerza y rabia de actrices y compañeras, que han alzado la voz en un acto de sororidad y empoderamiento.

Tal ha sido el enfurecimiento de las mujeres de Hollywood, que han renunciado a todo aquello que tuviera que ver con Weinstein, incluso la firma de su ex mujer, Georgina Chapman, a pesar de que ésta dejase al productor cuando su verdad vio la luz. De hecho, se llegó incluso a hablar de boicot (#BoycottMarchesa). Algo que no es de extrañar cuando se descubre que Harvey Weinstein obligaba a las actrices a lucir los diseños de su ex- mujer en sus eventos más señalados.

Ahora, en la 75 gala de los Globos de Oro, parece que ese boicot se ha hecho más real que nunca, no por Georgina Chapman, sino por lo que esa firma representa. Un discreto gesto más, posiblemente cargado de significado, que pone en jaque el panorama celebrity al completo. Un acto más con el que volver a demostrar que juntas somos más fuertes.