La invitada perfecta
Por malas costumbres adquiridas, por dejadez, desconocimiento o despiste, en ocasiones metemos la pata cuando nos invitan a una boda: no respondemos bien a la convocatoria, no vamos bien vestidos, nos tomamos demasiadas licencias de comportamiento... Sigue estos consejos y serás la invitada perfecta.
De 10
Ser la invitada perfecta no requiere demasiadas normas, solo un poco de sensatez. La clave reside en tener presente que los novios (y en especial la novia) son los protagonistas, no tú; así, debes facilitarles la vida todo lo posible, desde que te envían la invitación hasta que se acaba el enlace.
La invitación
No tardes demasiado en contestarla. Si lo haces por correo, responde solo a una de las direcciones que se indican, aunque lo más seguro es llamar al contrayente más cercano. Si vas a ir, da la enhorabuena, agradece la invitación e indica el número de asistentes (recuerda que, a menos que los novios lo pidan, no se deben llevar niños muy pequeños). Si no vas a ir, da una pequeña explicación.
Error común: Preguntar a quién más ha invitado (o si ha invitado a alguien concreto). Sé discreta.
El regalo
Entrégalo antes del enlace, no hay nada más molesto para los novios que acumular ese día objetos (o sobres). Si vas a dar dinero, pregunta a los novios cómo prefieren recibirlo; si vas a hacer un regalo, averigua si tienen una lista de bodas o si desean algo concreto de tu parte. Según la costumbre, el valor del regalo tiene que 'cubrir' el menú, pero si tu situación económica no te lo permite, no te apures, los novios lo entenderán.
Error común: Pensar que, si no vas a la boda, no tendrás que hacer regalo. Tienes que ser detallista de todos modos.
La indumentaria
Una cosa está clara: no debes ir de blanco para no hacer sombra a la novia, ni tampoco de colores como el beige, crudo, nude, maquillaje... De día o de noche puedes ir de corto (ojo, nunca 'mini'); el largo es solo para la noche. Si llevas pantalón, debe ser ancho, de líneas fluidas. Estas son las reglas de protocolo, pero recuerda que por encima de ellas manda el dresscode que indiquen los novios.
Error común: Olvidarse del fular, chal o prenda de abriguito para tapar los escotes u hombros en bodas religiosas.
Los complementos
Una regla no escrita dice que, según sea más tarde la boda, más alto debe ser el tacón de las invitadas. Los más estrictos dirán que no se puede llevar zapato plano y que es preferible un tacón sensato, pero en función del estilismo, en una boda de mañana puede encajar unas bailarinas. Elige pocas joyas pero destacadas y no lleves reloj. Recuerda que la pamela y el sombrero son solo para la mañana, mientras que el tocado sirve de día y de noche.
Error común: Llevar zapatos de salón sin medias. Los salones y stilettos siempre, siempre, con medias... lo más finas posible.
La llegada a la iglesia
Sé puntual. Llega en torno a 15 minutos antes, para que tengas tiempo suficiente para sentarte. Si eres testigo, deberás ocupar los bancos delanteros, detrás de la familia cercana y por delante de los amigos. Si te cruzas con un conocido, salúdalo, pero no aproveches estos minutos para recorrerte toda la iglesia cumplimentando gente. Aunque es tentador, no te quedes en la puerta para ver llegar a la novia; lo correcto es esperarla dentro con el novio. ¡Ah! Y apaga el móvil.
Error común: No acudir a la iglesia pero sí al convite o ir, pero quedarse tomando algo en un bar cercano. Es de pésima educación.
A la salida de la iglesia
Aprovecha las firmas y las fotografías de grupo para salir a la calle y prepararte para la 'ceremonia' del arroz. Recuerda: el arroz no es un proyectil; hay que lanzarlo de arriba abajo y solamente un puñado por persona. Después, no te vayas corriendo al aperitivo, convite o a dar un paseo. Espera pacientemente tu turno para saludar a los novios. Dales un beso y la enhorabuena, pero no les entretengas demasiado con fotos para el móvil o conversaciones; ya tendrás tiempo en el cóctel.
Error común: Marcharse sin saludar a los padres y padrinos. Son también parte importante en el enlace.
En el banquete
La regla de puntualidad debe ser la misma, llegar un poco antes que los novios. Tienes que aceptar el sitio que te han designado, nada de cambiar las tarjetas para sentarte en otro lado (tu única posibilidad es intercambiar tu lugar con otro invitado). Si es un buffet, no llenes el plato; es mejor levantarse y repetir. Si te manchas, no hagas un estropicio para disimularlo. Intenta ser mesurada, en general, con la comida, la bebida, los gestos, la risa, los comentarios...
Error común: Empezar a comer cada plato antes de los novios. Ellos marcan el ritmo.
El baile
Es un día especial, sí, pero... no te despendoles. No hay nada más fuera de tono que el típico invitado bailando como una pirindola, casi echando de la pista al resto. Tampoco está bien visto quedarse sentada con cara de acelga, dejando bien claro que lo tuyo no es la música ni mucho menos bailar. Disfruta tus temas favoritos, baila un poco con los novios y aprovecha las canciones que no te vayan para charlar con alguien.
Error común: Descalzarse y bailar en medias como si no hubiera un mañana. Si sabes que no vas a poder contenerte, lleva un par de zapatos de recambio u opta desde el principio por un tacón sensato.
La despedida
¿Qué es lo peor que se puede hacer al final de una boda? Marcharse sin despedirse. Los novios no sabrán si estás o no, además de ser de muy mala educación. Reitera la enhorabuena y agradece todo el evento, haciendo hincapié en el trato y atenciones recibidas. No está de más mandar al día siguiente un mensaje o mail de agradecimiento.
Error común: Esperar hasta este momento para preguntar el destino de la luna de miel y 'destriparlo' a los contrayentes. Te odiarán.
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