Benditos años 20. Esos en los que una primera oleada de feministas consiguieron hacerse notar y lograron el derecho al voto femenino en Estados Unidos con la Decimonovena Enmienda aquel 26 de agosto. Claro que, en aquel momento, llevar la falda unos centímetros arriba o abajo no importaba tanto como el poder tener voz en cuestiones tan importantes como la del sufragio. Era un gran primer paso.

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Conseguido ésto, puede que quizás eso de llevar los pantalones 'boyfriend' o la americana masculina tuviera mucho que ver con la segunda oleada de feministas de los años 60. La misma en la que las sufragistas luchaban por sus derechos en todos los ámbitos… también en el terreno de su libertad personal. 

Cuando Betty Friedan afirmó: "comienzo a sentir que no tengo personalidad" y escribió la obra de referencia del movimiento The Feminine Mystique, comenzó a removerse la Historia y a romperse los cimientos patriarcales sobre la que se había sostenido hasta el momento. 

Fue entonces cuando hordas de mujeres pioneras decidieron cambiar su forma de vestir arremetiendo con lo políticamente correcto en la batalla por la igualdad. Comenzaron a romper los paradigmas dominantes que dictaban cómo debían vestir, comportarse o actuar. Dónde debían trabajar. Cuánto debían cobrar. QUIÉNES ERAN. (Algo que a Jennifer Lopez, por cierto, le ha inspirado mucho en su nueva canción).

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Y sí, vestir unos jeans 'oversize' o un calzado masculino, una americana de hombre junto a un vestido sexy o una desafiante minifalda, son los logros del pasado que ellas llevaron antes que todas nosotras. Una lucha por la que debemos estar más que agradecidas. 

Gracias, Mary Quant

Por ejemplo, por las minifaldas. Por agotar todas las unidades que vendías en tu boutique de Chelsea y crear una auténtica revolución británica. 

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Twiggy fue una de esas mujeres que ayudó a popularizarlas con su música y su contoneo sesentero. Y 1966, el año decisivo. El año en que una minifalda rompía con la etiqueta de modestia que se imponía por la sola condición de nacer mujer. Se abría un periodo en el que las formas del cuerpo cambiaron, del mismo modo que lo hacía el régimen patriarcal al que estaban acostumbradas. Las mujeres liberales lucieron pierna y con ellas se estableció una de las piezas del puzzle femenino que posiblemente no falte en absolutamente ningún armario de: la falda.

El blazer

Ese básico que guardas en tu armario fue en su día una pieza clave de las feministas de los 60. Romper con las etiquetas de género y establecer la igualdad en los roles también pasaba por la vestimenta. Así pues, las mujeres comenzaron a vestirse con prendas asociadas al hombre en un exitoso intento de romper con esa imposición arcaica. El simbolismo visual funcionaba con tanta fuerza que fue necesario adoptar un papel masculino para lograr esa ansiada equidad. Llegaban nuevos tiempos. 

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Los pantalones de campana

Tradicionalmente asociados al hombre mientras que la mujer vestía un discreto vestido. Eso sí, hasta que llegó la estética bohemia de los 70y el movimiento hippie.

Fue aquí cuando se comienzan a mezclar las prendas y los patrones se resquebrajan. Pantalón de campana y top femenino fue el comienzo de un cultivo del que veríamos nacer la expresión de la identidad femenina en todo su esplendor. 

Los vaqueros

A pesar de que están considerados hoy en día como una pieza neutral, los vaqueros siempre bailaron al sol de los hombres de la clase trabajadora. La década de los 60 marcó el comienzo de una revolución cuando las mujeres jóvenes entendieron que vestirlos supondría minimizar ese rol masculino al que estaban asociados. Y así fue. 

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Los mocasines

No, no fue una moda. Fue determinante para hacer crecer a la mujer también en el terreno profesional. Campo en el que los tacones iban prácticamente pegadas a su cuerpo desde que podían subirse a ellos. Con los zapatos dedicados tradicionalmente al hombre ahora a sus pies, estas mujeres lanzaron su propio órdago contra el rol masculino dominante y la imagen fetichista que se tenía de toda mujer. ¡Fuera tacones!

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Las camisetas anchas

Sí, las camisetas básicas. Las camisetas de patrón recto. Nada de blusas ajustadas femeninas. Las CAMISETAS, de toda la vida. Pues ahí donde las ves, fueron determinantes en el camino de la normalización estética. Imprescindibles para romper el antiguo status quo que las reservaba sólo para el género masculino. ¿CÓMO? Con las jóvenes más contestarias. Aquellas que se atrevieron a rebelarse contra eso de que la belleza era una de sus labores, una obligación. Una camiseta amplia las establecía en el mismo plano neutral que sus colegas masculinos. 

#nobrageneration

De nuevo insistimos: Chiara Ferragni no ha introducido la rebeldía de no vestir sujetador. En 1968 se convocó una protesta con motivo del certamen de Miss America encabezada por mujeres como Robin Morgan, cuyo motivo no fue otro que terminar con el régimen de opresión al que la mujer había estado sometida toda su vida: pestañas postizas, tacones, sujetadores incómodos… 

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Los tiempos, sin embargo, vuelven a cambiar. Hoy en día firmas como Victoria Secret han estado vendiendo una imagen que nada tiene que ver con lo que Morgan tenía en su cabeza hace medio siglo. De hecho, la autoestima de la mujer se ve reforzada en muchas ocasiones con un bonito sujetador que realce los pechos. Sin embargo, la elección de no llevarlo (ahora sí, "a lo Chiara") es ya una decisión personal y no social. Y quizás eso ya sea motivo suficiente para decir: gracias Morgan, por vuestra lucha. 

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Look vintage

¿Que qué tiene que ver con la liberación de la mujer y las feministas, un vestidito vintage? Más de lo que crees… Y es que en aquel momento, cada decisión iba motivada por mucho más que una simple cuestión estética o de estilo. Durante las décadas de los 60 y 70, muchas feministas quisieron revelarse contra las instituciones consumistas, que ellas creían culpables de adoctrinar regímenes patriarcales, no comprando ropa en los grandes centros comerciales. Con esta decisión, se oponían al control de las mujeres a través de una industria que consideraban machista y fue entonces cuando el rescate de muchas prendas de sus antecesoras se convirtió en la opción de muchas para cambiar el mundo. No comprando ropa, se negaban ante el canon de mujer coqueta, consumista… y objeto. Hoy, esa industria contra la que se rebelaron se ha adueñado también de los negocios vintage. Sin embargo, siempre quedarán las raíces en la Historia. Una Historia repleta de luchas que nos han permitido hoy ser quien somos.

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