Un día para Sara
El equipo ELLE sorprende a la periodista con una fiesta muy especial pocas semanas antes del nacimiento de su segundo hijo.
Es 28 de marzo, el reloj corre hacia el mediodía y el sol no quiere asomarse al cielo de Madrid. Cuando entra en Bonnet à Pompon, Sara Carbonero (Toledo, 1984), a quien le faltan pocas semanas para dar a luz a su segundo hijo, despliega una sonrisa entre tímida y emocionada y pasea despacio la mirada por el interior de la tienda, donde flotan globos azules, blancos y plateados, con forma de luna y estrella. Todo está a punto para la baby shower que ELLE le ha organizado a la periodista: la vajilla, a juego con la decoración, de espíritu parisino (lleva la firma de Pippa’s Store); los delicados centro de flores de Moss, las irresistibles creaciones de Las Tartas de Zarina y las riquísimas galletas y muffins de MISs Cakes & Cocktails. Se trata de una atmósfera de encantador estilo boho chic que encaja como un guante con la personalidad de Sara, que no puede –ni quiere– ocultar lo mucho que está disfrutando del momento.
Radiante en la recta final de su embarazo, Sara llega a la baby shower con hambre («¡muchísima!», admite mientras se acaricia suavemente la tripa) y con ganas de hablar de la experiencia de la maternidad y de cómo ha cambiado su vida desde que nació Martín (su hijo mayor, de dos años de edad). «Sencillamente, ha mejorado mi mundo», sintetiza feliz. «Por cierto, también hubo una baby shower entonces –recuerda–. Sin embargo, aquel fue un encuentro más informal; lo celebramos en casa y, puesto que casi ninguna de mis amigas tenía niños en esa época, apenas nos centramos en lo que significa formar una familia».
Esta vez las madres son mayoría, así que la reunión no tarda en convertirse en un divertidísimo intercambio de anécdotas sobre pequeños terremotos domésticos y dudas y consejos para gestionar la revolución que suponen los segundos hijos. «Incluso el embarazo lo estoy viviendo de manera diferente –puntualiza la presentadora–. Durante el anterior me observaba y me escuchaba un montón a mí misma, andaba muy pendiente de mi cuerpo y de mis síntomas. Ahora me parece imposible hacerlo, entre otras cosas porque Martín no para ni un instante: es un poco travieso. Lo que sí he conseguido ha sido cuidarme más y comer mejor que en el primero, en el que el panorama se me descontroló justo al final. Eso sí, no me privo de caprichos puntuales; por ejemplo, ¡no pienso quedarme sin probar estas tartas tan increíbles!».
Tras las fotos y las risas, Sara confiesa algunas de las preocupaciones que le plantea su futuro más inmediato. «Por un lado, me inquieta el parto en sí mismo: el otro fue por cesárea, me quedé con esa espinita clavada. Ojalá en esta ocasión consiga un parto no instrumentalizado. Pero lo que más ansiedad me provoca son los posibles celos del hermano mayor, que hoy se mueve como el rey de la casa. No sé cómo se lo va a tomar. Porque, aunque viene y me da besos en la tripa, noto que no le emociona especialmente ver por ahí toda la ropita que estamos preparando...». En este punto surge la pregunta del millón: la del nombre del pequeño. «Prefiero guardármelo», contesta, fiel al celo con el que protege su esfera privada. Y, ante la insistencia de sus anfitrionas, deja caer una pista: «Será sencillo, español y nada rebuscado». Varias botellas de champagne de la firma Veuve Clic-quot anuncian que ha llegado el momento del brindis (hay zumo de frutas para las embarazadas)... y de los regalos. El equipo de ELLE ha confeccionado para la periodista un kit muy práctico: prendas de bebé de Bonnet à Pompon, una cesta con cosméticos infantiles de Mustela, una canastilla de productos Blevit, una minicuna con sábanas de Chicco y un colorido juego de mantas de Bugaboo. «¡Qué acierto! –celebra la colaboradora de la cabecera y autora del blog Cuando nadie me ve, en ELLE.ES–. Con la mudanza de Madrid a Oporto y conforme mis amigas han ido teniendo hijos, he regalado muchas cosas que ya no le valían a Martín, así que ahora vuelvo a necesitar de todo».
El broche de oro lo pone la reportera, que ha traído una bolsa de Slow Love (su tienda multimarca de moda, accesorios, decoración y belleza) llena de detalles. «Son para vosotras –explica–, por haberme organizado una fiesta tan bonita». No será la última: si Sara se mantiene en su propósito de tener cuatro hijos, aún quedan pendientes dos baby showers...
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