Tras celebrar la Navidad de una manera muy oficial y publica con los Windsor, el príncipe Harry y Meghan Markle han comenzado el 2018 de una manera mucho más íntima y discreta.

La pareja puso rumbo a la Riviera francesa para despedir 2017 en Niza. Más que el destino en sí, lo curioso de todo este viaje fue la manera de hacerlo.

Decidieron volar en clase turista en lugar de en primera clase en un vuelo de British Airways. Sus asientos estaban situados al final del avión junto a los baños e hicieron todo lo posible porque los demás pasajeros no los descubrieran.

Harry vestía ropa informal y un gorra para que no lo reconocieran. Pero es algo bastante difícil de conseguir cuando llevas a tres escoltas camuflados entre el resto de pasajeros y cuando tienes a dos polícias franceses armados hasta las cejas esperandote a la salida del avión.

Estamos seguros de que este viaje romántico a solas les habrá venido de perlas para descansar un poco tras toda la vorágine en la que se vieron envueltos tras anunciar su compromiso. Con las pilas cargadas, ya pueden empezar con los preparativos de la boda.