Aunque ahora ha vuelto a reconstruir su vida y tiene un 'show' fijo en las Vegas por dos años, la cantante tuvo una época (2005-2010) donde abandonó la inocencia propia del papel de colegiala con pompones.

Por aquellos años, las drogas y el alcohol tuvieron mucho peso en la vida de Britney Spears, coincidiendo con el embarazo de sus dos hijos, hoy de 10 y 9 años. 

Actualmente mantiene una custodia compartida con su ex pareja, Kevin Federline, y mantiene una vida tranquila agotando las entradas del espectáculo que da en las Vegas cada noche.

Esta calma se rompe cuando su ex manager reclama una cantidad de dinero que, según él, Britney nunca llegó a pagarle.

Para hacer daño e intentar llevarse la pelota a su terreno, cuenta al juez detalles personales que se corresponden con la peor época de la artista.

Declara que tenía problemas psiquiátricos y que por eso perdió la custodia de sus hijos, incluso llegó a encontrársela durmiendo en un parking con un grado de alcoholismo muy serio. La relación se rompió después de que la cantante se atrincherase con sus hijos en casa para no dárselos a su padre.

Sam Lufti, nombre del susodicho, ha declarado que tenía un contrato verbal con la cantante de ser su representante sólo si dejaba las drogas y el alcohol y le daba un 15 por cierto de lo que ganase en ese tiempo, trato que ella jamás cumplió. Lufti reclama una cantidad de cientos de miles de dólares. La familia de Spears están convencidos de que era él quien pasaba drogas a Britney.

Su relación ha deteriorado hasta tal punto que la artista ha conseguido poner ya tres órdenes de alejamiento contra el que fuera su confidente y manager en el pasado. 

Se avecina tormenta, Britney.