A pesar de que el "klan" Kardashian-Jenner ha convertido a sus miembros en los reyes de los realities, en concreto, y del espectáculo en general, no es oro todo lo que reluce entre las paredes de sus mansiones. De hecho, esta espectacularidad, que tanto les caracteriza, les ha conducido más de una vez al ojo del huracán mediático y, cómo no, al centro de las críticas de los 'haters' que pueblan las redes sociales. En definitiva, un riesgo que hay que correr si, en este siglo controlado bajo el yugo de Instagram y Twitter, quieres ser una celebrity.

Pero tal ha sido la presión que esto ha supuesto para Kendall Jenner, que el precio a pagar por la fama ha resultado ser demasiado alto. En una entrevista realizada por Cara Delevigne para el nuevo número de Harper's Bazaar USA, la modelo ha hablado alto y claro de la "ansiedad debilitante" que la fama le ha provocado, sacando a la luz la peor cara de lo que significa ser VIP.

"Literalmente me levanto en medio de la noche con auténticos ataques de pánico. ¿Por dónde empiezo? Todo es tan horrible, es difícil nombrar una cosa. Simplemente creo que el mundo necesita mucho más amor. Ojalá tener el poder de enviar a Cupido por todo el planeta, exactamente tan cursi como suena", dice la maniquí. "Entras en Internet y ves cómo los unos dicen cosas horribles de los otros, y así es difícil mantenerse positivo. Es difícil no ser comido vivo por toda la negatividad". Algo que la misma Kendall ha vivido esta misma semana en los Globos de Oro, cuando su acné se convirtió en el blanco fácil de todo tipo de comentarios.

"Tú me conoces y sabes cómo por el TOC (Trastorno Obsesivo-Compulsivo) me pueden superar las cosas más pequeñas. Si algo no funciona de la manera que lo planeé, me asusto. Algunos días solo quiero ir a vivir en una granja y no hablar con nadie, simplemente estar en medio de la nada", cuenta Kendall, dejando claro que, aunque físicamente pueda mostrarse en buena forma, no lo está psicológicamente.

Por su parte, la top, a pesar de esto, no puede negar todas las ventajas que tiene vivir una vida como la suya, aunque asegura que tampoco ha sido sencilla: "Siento que la vida que vivo es extraordinaria en muchos aspectos, pero también tiene muchas responsabilidades", dijo. "Tuve que crecer bastante rápido y lidiar con situaciones en las que la mayoría de los jóvenes de 22 años no están acostumbrados. Hay días, semanas y meses en que uno no puede parar".

"Tuve una infancia bastante normal, salvo por algunos giros, y fui a la escuela hasta 10º. 11º y 12º los hice en casa, pero todavía veía a muchos de mis viejos amigos.No pude ir a la fiesta de graduación, lo cual me enfadó un poco", cuenta sobre su infancia entre medios. "Realmente no me puedo quejar, excepto por lo que ocurre ahora, me gustaría ir a Disneyland o a una playa pública. Ir a una playa en paz sería genial. Poder salir y conocer gente nueva y no ser molestado sería increíble ", añade.

Por supuesto, las redes sociales, como hervideros de críticas, no podían haber faltado en su discurso. En su momento, Kendall ya abandonó Instagram por necesitar un detox digital como agua de mayo, y aunque ahora ha vuelto, hace oídos sordos de los comentarios y disfruta de la cara amable de la red social: "No miro los comentarios. Creo que Instagram sigue siendo un lugar divertido en su mayor parte. Me gusta seguir y ver lo que está haciendo la gente, pero mayormente sigo cuentas estúpidas con fotos de cachorros y pequeños bebés de animales y personas que salvan animales."

Sin embargo, prefiere "olvidarse de Twitter": "No es tan divertido. Simplemente me entristece", dice, haciendo referencia a todos esos que se arman de valor tras la protección de una pantalla y un teclado y utilizan este espacio como un foro para la crítica más dañina, convirtiéndolo en todo un temor social.