“Empecé como modelo cuando tenía 16 años. Todas las probabilidades estaban en mi contra. Era más baja que la mayoría de chicas del negocio. Aún así, hice un ‘shooting’, y como siempre, como he hecho toda mi vida, no me di por vencida. Tuvo que pasar un tiempo hasta que conseguí cierta estabilidad en la industria. Trabajé duro para ser aceptada en el mundo de la moda por algo más que por mi aspecto físico. En ningún momento, sin embargo, sentí la aprobación unánime. Sentía que necesitaba la validación de todo el mundo. Como resultado, me perdí de vista a mi misma, así como lo que significa ser feliz, lo que significa el éxito. Creo que todo esto deriva de una profunda necesidad por caer bien y gustar a la gente.

Cuando haces todo y más para contentar a la gente con la que trabajas pero todavía sigue habiendo personas que no están conformes, piensas: “Bueno, yo he hecho mi parte. He hecho todo cuanto podía. Me he empujado contra el suelo”. Uno siente que está constantemente decepcionando a los demás y hay un momento en el que dice: “Espera, ¿qué estoy intentado hacer? ¿Por qué y para quién voy a hacer esto?”

Con el tiempo me di cuenta de que trabajar y conseguir la aprobación unánime no es lo más importante. Sí, tu carrera es muy importante, pero no lo es todo. Por supuesto que estaba contenta por mis logros, pero no era verdaderamente feliz.

Estaba a punto de cumplir 20 y había sido modelo durante varios años. Mi punto de vista había cambiado… Yo había cambiado. Sabía que tenía que volver a evaluar mi vida y mis objetivos futuros. No quería arrepentirme de mis éxitos ni terminar culpando al mundo de la moda. Este proceso no sucede mientras duermes, pero era imprescindible para mí preservar mi integridad.

Me ha llevado tiempo, pero ahora me doy cuenta de que el trabajo no lo es todo, y que el éxito viene de muchas formas. He abierto mi mente y ahora abrazo las cosas nuevas con una curiosidad infantil. Voy a pasar más tiempo haciendo las cosas que amo. Y, a raíz de esta actitud, seguro, haré mejores trabajos.

Cuando vives para trabajar, tu trabajo nunca es tan bueno como querrías. Nunca es auténtico. Cuando se tiene equilibrio en la vida, el trabajo se convierte en una experiencia completamente distinta. Hay pasión, un sentimiento que proporciona nuevos niveles de satisfacción y agradecimiento. Sólo así se puede hacer mejor, para ti misma y para los demás.

Todavía tengo mucho que aprender, pero me he dado cuenta de que golpeándome a mi misma, albergando un sentimiento de culpabilidad constante y lamentándome de mis errores del pasado sólo conseguiré parar en seco y detenerme. Después de todo, no importa a cuanta gente gustas si a quien no te gustas a ti."

Lee el artículo original aquí.

Visto en Harper's Bazaar.es

Vía: Harper's BAZAAR ES