Adele fue la ganadora en cuestión de premios (se llevó 5 galardones), pero la 59 edición de los premios Grammy 2017 tuvo una clara protagonista: Beyoncé.

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Aunque sólo se llevó dos premios, desde el momento en el que Queen Bee puso un pie en el escenario no hubo nadie que le tosiera durante toda la noche. Su momento más mágico fue cuando apareció convertida en una especie de diosa/virgen/extraterrestre dorado ataviada con un look del director creativo de Roberto Cavalli, Peter Dundas, con el que presumió de su embarazo de gemelos.

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Su prominente barriguita de embarazada no evitó que Beyoncé lo diera todo sobre el escenario (¿¿¿alguien nos puede explicar que está haciendo???).

Tras su espectacular actuación, la cantante se puso algo más 'cómodo'... un impresionante vestido de lentejuelas rojas, también de Peter Dundas, que evidenciaba su estado de buena esperanza.

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Pero Beyoncé tuvo una clara (y adorable) competidora: su hija Blue Ivy. La pequeña, de cinco años, también intentó quitarle protagonismo a su madre con su atuendo. El traje rosa que llevó la niña era un claro homenaje al fallecido Prince.

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Pero ese no fue el único momento estelar de la hija de la cantante y el rapero Jay Z. Tras la actuación de su madre, Blue Ivy le dio la mejor y más cariñosa de las ovaciones (¿se puede ser más mona?).

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