La capital turca tiene más de 3.000 mezquitas, así que lo mejor es que te centres en ver la de Eyüp Sultan –con un carácter muy espiritual y un cementerio muy visitado– y la de Süleymaniye Camii, con inmensas dimensiones y fabulosos jardines. Pero, sin duda, el ejemplo más deslumbrante es la Mezquita Azul. Es la mayor obra del sultán Ahmed I, que quiso en el siglo XVII empequeñecer el porte de la iglesia de Santa Sofía, construida por el emperador bizantino Justiniano.
También en el área turística de Sultanahmet, epicentro turístico de Estambul, puedes visitar la Basílica de las Cisternas, una alucinante obra de ingeniería con iluminación fantasmagórica que transporta a otra época.
No te pierdas el Palacio de Topkapi. Los sultanes del Imperio Otonomano mostraban su esplendor en un recinto capaz de albergar a una corte con más de 5.000 almas. Agudiza la vista, porque hay rincones dignos de ser fotografiados y cada estancia supera en esplendor a la anterior; imprescindible ver el harén y el tesoro imperial.
Otro punto de interés es el Palacio de Dolmabahçe, con cerca de 300 habitaciones de recargada decoración, que se explora con visitas guiadas.
Estambul tiene mucho que ofrecer, así que os damos tres pistas. La primera, pasa por el regateo en el Gran Bazar. La segunda, un divertimento para los más pequeños: Miniaturk, un parque con los monumentos más importantes del país, desde Pamukkale hasta Capadocia. Por último, hacemos un guiño a los apasionados por la historia recomendando el Museo Arqueológico por sus restos mesopotámicos, egipcios y babilonios.