Tierra Virgen
Fueron los primeros pobladores, pero ahora muchos están a punto de desaparecer. Fusionados con su entorno, conocer estas tribus y etnias es disfrutar de un paseo de lujo por un museo etnográfico viviente.
Nueva Guinea: los hombres amarillos
En las Tierras Altas, una de las zonas más recónditas de Papúa Nueva Guinea, habitan los hombres huli, una tribu que apenas ha mantenido contacto con el resto del mundo. Beligerantes y generosos, los huli son cazadores y absolutamente misóginos, hasta el punto de que hombres y mujeres viven en chozas separadas y ellas, comparten la suya con los cerdos.
Pero lo que más te llamará la atención de esta tribu es el carácter presumido de sus guerreros, que se pintan la cara a diario con llamativos colores, se adornan con pieles y plumas y convierten su propio cabello en una extraordinaria peluca que lucen con orgullo.
Venezuela, una tribu muy 'chévere'
Entre el norte de Brasil y el sur de Venezuela, la historia de los yanomamis está íntimamente ligada a la guerra del oro. Después de la invasión de garimpeiros –buscadores de oro brasileños– en los años ochenta, que masacró a gran parte de la población, los yanomamis tuvieron que enfrentarse a enfermedades típicas del hombre blanco contra las que no estaban inmunizados.
En la actualidad, mantienen su forma de vida tribal, que se organiza por consenso, sin jefes y con un sólido sentido de la fuerza del grupo. Grandes conocedores de las plantas, utilizan sus propiedades tanto para uso medicinal como para adormecer a los animales en la caza o para sus rituales de chamanismo, con especies alucinógenas.
Túnez: los caminos del desierto
Como su propio nombre indica –en árabe, bedú significa nómada– los beduinos migran constantemente en busca de agua y tierra para su ganado. Organizados en tribus, son originarios de la península arábiga y, tras su expulsión, poblaron Egipto, Libia y Túnez –la mayor concentración–, entre otros países.
Kenia, en pleno corazón de África
La cercanía de los turistas ha cambiado radicalmente la organización de los masai: casi un millón de personas que viven entre el norte de Tanzania y el sur de Kenia. Altos, esbeltos y con sus típicas prolongaciones en las orejas, los masai han tenido que abandonar sus territorios, protegidos por el gobierno local.
A cambio, permiten visitar sus manyattas –casas hechas con excremento, paja y barro– y presenciar sus bailes, como el ipid.
Perú, la vida desde las alturas
Es difícil calcular cuántos indígenas hay en Perú. Lo que sí sabemos es que el 70% de la población peruana se divide en 52 etnias –pano, jíbaro, tupí-guaraní, arahuaca…– y que, de todas, la quechua es la más poblada.
Este grupo indígena se distribuye en las actuales Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, pero en este último país es la más numerosa, con más de 3 millones. En Perú, los quechuas fueron conquistados primero por los incas y luego por los españoles y, en la actualidad, viven en la zona alta de la cordillera de los Andes, en especial en Cuzco, su gran centro de influencia geográfica.
Agricultores y ganaderos, la llama es un animal básico dentro de su economía y un medio de transporte muy útil para acercarse a los mercados, siempre cargadas de sal y patatas. De este animal se extrae también la lana, materia prima de lujo para elaborar sus tejidos multicolor. Algunos son tan famosos como los de Taquile, una isla del lago Titicaca donde este arte textil ha sido proclamado Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Canadá, bienvenidos a la tierra del frío
Originarios de Siberia, los inuit –ellos consideran despectiva la palabra esquimal– cruzaron el estrecho de Bering hasta alcanzar las regiones árticas de América y Groenlandia. Expertos en sobrevivir en el hielo, esta etnia caza caribúes, osos, ballenas y focas que persiguen a bordo de un trineo fabricado a base de madera, huesos de animales, barbas de ballena y hasta pescado congelado. El grupo más numeroso se concentra en Canadá, donde mantienen la reclamación de sus tierras.
Mongolia, el verdadero arte de cazar
La crudeza de estos paisajes explica que la densidad de población de los mongoles sea la más baja de todo el mundo, con apenas 2 habitantes por km2. Esta climatología extrema también ha sido decisiva en la historia del país, ya que ha dificultado los asentamientos de las diferentes culturas que han pasado por aquí, salvo en el periodo de esplendor conseguido por Gengis Khan.
Excepto en su capital –Ulan Bator, la más fría del planeta–, la población vive dispersa en las yurtas –vivienda tradicional– y mantiene costumbres ancestrales, como los matrimonios entre hermanos o padres e hijos. O la cetrería con águilas reales que siguen practicando los bertkuchis, los cazadores del pueblo Kazajo, una de las etnias mongolas.
Guatemala, un milenario mercado multicolor
Descendientes de la antigua civilización maya, que ocupó durante más de 3.000 años territorios de las actuales Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador y parte de México, los actuales mayas han integrado su forma de vida en la sociedad actual.
En Guatemala representan casi el 40% de la población total, están divididos en varias comunidades lingüísticas y son muy numerosos en zonas de difícil acceso, como en los pueblos que rodean el lago Atitlán, donde representan casi la totalidad de la población.
Tal y como hicieron sus antepasados –en México, Hernán Cortés admitía el pago de impuestos en mantas artesanales–, los mayas son expertos tejedores, una actividad que cuenta con tintes religiosos: Ixchel es la diosa de la fecundidad y del tejido y su hija, Ixchebel Yax, la diosa del bordado.
Además, los colores y dibujos de cada tela identifican el grupo étnico y la comunidad a la que pertenece la tejedora y el lugar que ocupa dentro de la sociedad. Todas estas actividades, que mantienen la pureza de la etnia, son protagonistas de la Rabin Ajaw, la Fiesta Nacional Indígena que se celebra cada mes de julio en Cobán, al norte de la capital guatemalteca.
El festival, abierto al público, es el más grande de toda la comunidad maya y cada año convoca a cientos de candidatas que aspiran a ser elegidas reina de la belleza indígena, entendida no a nivel meramente estético, sino por su pureza, ya que se premiará su habilidad para tejer cestas, expresarse en su lengua autóctona, conocer su indumentaria, su historia…
Etiopía, paseo por la cuna de la humanidad
Al suroeste de Etiopía, entre los ríos Ombo y Mago, encontrarás a los mursi, una etnia proveniente de las lenguas nilosaharianas.
De aquí proviene su idioma, hablado por sus más de 9.000 integrantes, una lengua que cuesta entender sobre todo cuando se expresan ellas, ya que, invariablemente, la mujer mursi deforma sus labios para colocarse en su interior platillos de madera o cerámica. Además, es la encargada de la salud y la educación.
Ellos, que suelen decorar su cuerpo con dibujos geométricos de color blanco, participan en la donga, un violento torneo de carácter festivo donde los más jóvenes, provistos de largas cañas, golpean a sus contrincantes. El ganador tendrá como recompensa el derecho a escoger esposa y se ganará el respeto de toda la comunidad, incluidos los jalaba, los más influyentes, gracias a sus cualidades en el campo de la oratoria.
Noruega, en tierras escandinavas
Noruega es el país de toda Laponia que concentra más samis –el equivalente al término lapón, que para ellos es despectivo–, con 50.000 personas que pertenecen a esta etnia, de más de 11.000 años de antigüedad. Ya no son nómadas pero siguen pastoreando renos en un extenso territorio –el parque cultural Sápmi, último estado natural de Europa–, donde cuentan con bandera y parlamento propio.
Aquí preservan su cultura y preparan sus fiestas. Y aquí puedes comprar sus coloridos tejidos y artesanía con piel de reno o montar en sus trineos.
Nueva Zelanda: 'Nau mai, Haere Mai'
Así te recibirán en Nueva Zelanda, con un bienvenido en maorí, una lengua que habla el 23% de la población y que cuenta hasta con canal de televisión. A pesar de la lejanía, algunas costumbres te sonarán, como la haka –danza que baila la selección de rugby antes de cada partido–, el hongi –saludo en el que se juntan las narices– y el tã moko, los tatuajes.
Japón, el primer sol naciente
A pesar de su origen neolítico –son descendientes de los primeros pobladores de Japón–, los ainu han sido perseguidos durante siglos. En la actualidad, participan en el parlamento japonés, que se compromete a preservar su cultura, sus vestidos con dibujos geométricos y sus rituales. Uno de los más llamativos marca la mayoría de edad: en él, ellos dejan de afeitarse y ellas se tatúan brazos, genitales y una especie de bigote alrededor de la boca.
Níger, los guapos del mundo
Nómadas por excelencia, los animales son para los bororo casi tan importantes como cualquier otro miembro de la tribu, ya que de ellos depende su subsistencia. Pero lo que realmente le quita el sueño a esta etnia del oeste africano, es la belleza.
Su fisonomía, con labios finos y nariz aguileña, les convierte en diferentes de las tribus de su entorno y, a sus ojos, en los más bellos del mundo. Dedican gran parte de su tiempo a engalanarse y, mientras ellas se escarifican el rostro, ellos se maquillan.
La gran fiesta de la belleza es el Gerewol, un concurso en el que los hombres se pintan el rostro de rojo y hacen gestos y bizqueos para resaltar el blanco de ojos y dientes, algo muy valorado, y esperar que ellas les elijan como el más guapo.
Tailandia, el país de las 'mujeres jirafa'
Aunque originarias de Birmania, la mayoría de mujeres padaung viven actualmente en el norte de Tailandia, en un estatus indefinido que no les reconoce como refugiadas de guerra pero en el que tampoco tienen la protección del estado.
La mayoría de los turistas que visitan la zona incluyen en su circuito un recorrido a los poblados padaung para ver la forma de vida de las popularmente conocidas como mujeres jirafa.
Los anillos de latón que rodean su cuello tienen un significado tanto social como mitológico: las protegen de enfermedades y las hace sentir como un dragón. Además, los hombres las ven más hermosas.
Poner los anillos es decisión de los padres, pero la mayoría les colocan estas arandelas a sus hijas desde los cinco años de edad. Después, se añade uno por año hasta que cumpla los 12 y, a partir de ahí, todos los que soporte. Los anillos no se quitan nunca, pesan 1 k cada uno –de adultas suelen llevar 10 k al cuello– y empujan la clavícula comprimiendo la caja torácica, lo que crea el efecto óptico de que el cuello es más largo.
Ecuador, el petróleo de la Amazonia
El idílico entorno en el que vivían los primeros huaorani, en el oriente ecuatoriano, se convirtió en su peor pesadilla cuando se descubrió que, además de una belleza exuberante, las tierras también eran ricas en petróleo.Desde entonces, los integrantes de esta etnia se han dispersado; muchos permiten el contacto con turistas mientras que otros prefieren vivir aislados y mantienen su espíritu cazador y una perfecta simbiosis con la selva, cuyos secretos conocen a la perfección.
Estados Unidos: los pueblos del lejano oeste americano
Los antiguos indios apaches de navajó, como los denominaron los españoles, son en la actualidad la nación indígena más numerosa de EE UU, con unas 300.000 personas que viven en una extensa reserva repartida en Arizona, Nuevo México, Utah y Colorado.
Aquí, trabajan de agricultores, mineros y artesanos mientras celebran la decisión norteamericana de concederles una indemnización millonaria por la mala gestión de sus recursos naturales.
Bolivia, en las redes sociales
La etnia aimara, a la que pertenece el presidente, Evo Morales, es la segunda mayoritaria en Bolivia, después de la quechua. La pasión por preservar sus costumbres –cuentan con bandera propia, festivales…– es tal que un grupo de jóvenes está traduciendo Facebook al aimara para usarlo en este idioma.
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