Mazzorbo y Torcello

Al norte de la laguna veneciana, la isla de Mazzorbo te permitirá huir de los turistas y vivir la Venecia más auténtica. Está unida a la isla de Burano por medio de un puente y puedes acceder a ella en menos de media hora de vaporetto. Allí, disfrutarás de esta diminuta isla y sus casas de colores, así como de su iglesia del siglo XVIII. Cerca, tampoco puedes perderte la isla de Torcello, de carácter rural y con una preciosa basílica bizantina que merece la pena visitar. Para poner el broche de oro a este relajado paseo, reserva una mesa en jardín del elegante restaurante Locanda Cipriani (www.locandacipriani.com).

Un museo de locos

El Museo Della Follia es, ni más ni menos, que un museo dedicado a la locura. Está en la isla de San Servolo y en el podrás ver desde una colección de fotos de los pacientes que pasaron por allí (la isla fue un antiguo manicomio) a los instrumentos y aparatos utilizados para sanarlos.

Cementerio de San Michele

Camino de Burano, puedes hacer una parada en este inquietante pero a la vez tranquilo lugar: el cementerio de San Michele. Podrás pasear con una magnífica vista de la ciudad y además visitar los mausoleos de personalidades como el compositor Igor Stravinsky. En esta isla encontrarás además la iglesia de San Michele, considerado el primer templo renacentista italiano.

Cannaregio

El distrito de Cannaregio es uno de los más poblados de Venecia y, sin embargo, es uno de los más desconocidos. Tiene un carácter mucho más popular que la parte central de la ciudad y aun así sigue teniendo su encanto: lo descubrirás cuando, al llegar, observes los míticos canales venecianos pero, en este caso, atravesados por cuerdas de tender. No puedes perderte el antiguo gueto judío, así como alguna de sus sinagogas.

Ponte dei Pugni

El Ponte dei Pugni (Puente del Puño) fue testigo durante años de una violenta tradición: en él se enfrentaban dos bandas rivales, los Nicollotti y los Castellani. La lucha era a puñetazos, y el ganador podía tirar al vencido al canal. La peleas fueron prohibidas en 1705 por su violencia, pero hoy todavía pueden apreciarse en el puente las marcas de pies en las que debían colocarse los contrincantes.