Hospedarse en un monasterio puede ser una experiencia extraordinaria. Pero, ¿cuál escoger? Hay más de mil conventos y centros religiosos en España de los que unos 600 tienen hospedería. En más de 500 sólo se puede dormir con recomendación. Y al final, sólo quedan 70 a los que cualquier persona puede tener acceso. Están repartidos por todas las comunidades autónomas pero abundan más en la mitad norte. La monumentalidad del edificio, la cercanía al mar, facilidades para minusválidos o, incluso, la buena cocina, pueden ser razones para tu elección.

Un día en el convento

Cuando llegues, el hermano/a hospedero te llevará hasta tu celda o habitación y será a quien debas dirigirte durante tu estancia. No esperes lujo. Te encontrarás una cama, una mesa, una silla y un lugar donde colocar tu ropa. Casi todas cuentan ya con calefacción y baño incluido. Te darán las sábanas y mantas, pero tú debes encargarte de hacer la cama y limpiar la habitación. Salvo raras excepciones, hay libertad de movimiento por la hospedería, que suele estar separada de la zona donde viven los monjes o la clausura.

La hora del desayuno suele ser entre las 7 y 8 de la mañana, compartiéndose en ocasiones con la comunidad. Si acudes a un monasterio a meditar, puedes pasar el día dentro, en tu celda o en las estancias comunes, como la capilla o la biblioteca. Si no, puedes salir (a veces te dan incluso una llave) hasta la hora de comer: los horarios son muy estrictos. Por la tarde, casi todos los conventos recomiendan a sus huéspedes participar en algunos de sus oficios, antes de cenar. La comida la preparan los hermanos/as encargados de la cocina, quienes también se ocupan de la limpieza del refectorio (comedor), aunque en algunos deberás ayudar a recoger la mesa. Se suele rezar antes de las comidas y durante ellas. En algunas órdenes, un hermano/a lee a los demás, mientras éstos permanecen en completo silencio. Alrededor de las 10 de la noche, como muy tarde, hay que retirarse a la habitación.

Rodeado de historia

En la mayoría, podrás vivir en un entorno monumental. En el de Santa María de Poblet , Tarragona, declarado Patrimonio de la Humanidad, sólo admiten hombres y por la voluntad (977 87 00 89).

Santa María de la Huerta (Soria. 975 32 70 02) es otra joya arquitectónica fundada por Alfonso VII y regida como la anterior por monjes cistercienses. Aquí se admiten tanto hombres como mujeres. Y sólo abierto para mujeres está el magnífico de Las Huelgas, en Burgos (947 20 60 45).

Hay monasterios con un atractivo añadido: su música. Es el caso de Santo Domingo de Silos (Burgos. 947 39 00 49).

Más fácil es reservar en el convento moderno de La Inmaculada, en Torrent (Valencia. 961 55 00 49), donde las hermanas dominicas invitan a los huéspedes a unirse en sus oficios cantados, como ocurre también en la Abadía cisterciense de La Oliva, en Carcastillo (Navarra. 948 72 50 06).

Comer en un monasterio

También la cocina puede influir en tu elección. San Pedro de las Dueñas (León. 987 78 01 50) es conocido por los guisos y dulces que elaboran las benedictinas que lo rigen. Y en el Monasterio de Iranzu (Navarra. 948 52 01 50), su especialidad es el cordero al chilindrón. En Sant Benet de Montserrat (Barcelona. 93 835 00 78), ofrecen comidas tan ricas como un buen restaurante de la zona.

Entre una hospedería y un hotel

Ante la enorme demanda de viajeros que desean hospedarse en un monasterio, algunos conventos han decidido lanzarse directamente a la hostelería. Así, en lugares tan populares como Guadalupe (Cáceres) ya es posible vivir en un convento pero sin tener que someterse a la regla de la orden. En este caso la hospedería está ubica d a nada menos que dentro del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe (Cáceres), uno de los grandes monumentos extremeños. Ocupa el amplio recinto del claustro gótico y aunque los hermanos franciscanos siguen muy de cerca su funcionamiento todo se rige como un hotel, con servicio de restaurante incluso para grandes celebraciones (927 36 70 00).

En Girona hay dos casos muy peculiares. Por un lado, el impresionante santuario mariano La Mare de Deu del Angels, en Sant Martí Vell, tiene incorporado una austera pero agradable hospedería con 15 habitaciones dobles y triples. Suelen hospedarse caminantes y peregrinos que recorren esta parte del Pirineo (972 19 02 05) Por otro, La Mare de Deu de la Salut, cercano al pueblo de Terrades, en el Alto Ampurdán, ofrece 10 habitaciones entre individuales, doble y triples. Permiten plena libertad a sus huéspedes, horarios de comida flexibles y limpieza de las habitaciones. 972 56 90 21.

En Monasterios como Valvanera, en La Rioja (941 37 70 44), y Leyre, en Navarra (948 88 40 11), se sigue conservando la hospedería tradicional pero se ha añadido una exterior que aunque gestionada por benedictinos en ambos casos, el mantenimiento del recinto y el servicio de comidas se ha subcontratado a una empresa; pueden ir tanto hombres como mujeres y niños.

Diez mandamientos

1. No confundas una hospedería con un hotel.

2. Ante la duda, dirígete al hermano(a) hospedero(a).

3. Arregla tú mismo la habitación.

4. Respeta la zona de clausura.

5. Respeta las horas de las comidas.

6. No utilices ni móviles ni radios en público.

7. Participa en algún oficio religioso.

8. Permanece al menos tres días.

9. Investiga sobre la historia del monasterio.

10. Despójate de cualquier idea preconcebida sobre un monasterio.

Cómo reservar

Lo primero es armarse de paciencia. Ten a mano una guía de monasterios para elegir. Debes tener preparado el discurso adecuado y respuestas concretas a ciertas preguntas, si no cuentas con la recomendación de algún familiar o conocido de los monjes.

No hables ni de vacaciones, ni de estudios, ni siquiera de descanso. Lo más seguro es decir que necesitas disfrutar de un retiro preferiblemente espiritual, un tiempo para reflexionar, en paz y recogimiento. No suelen exigir que se seas católico practicante pero hay una preferencia por personas religiosas. Si al final tus argumentos convencen, hay que preguntar por las condiciones de admisión: si hay limitaciones por sexo; tiempo mínimo y máximo de estancia; si sirven comidas; si tienes que participar en los oficios o en alguna tarea de la comunidad; si hay limitaciones en las salidas; si los matrimonios pueden llevar a lo niños. Pregunta al final por el precio, aunque a veces no quieren comunicarlo por teléfono o te dirán que es la voluntad.