• Dice la RAE sobre la angustia que es: Aflicción, congoja, ansiedad. Temor opresivo sin causa precisa.

Todo tiene una causa, y en la causa muchas veces, está la solución.

Cuando abro el armario un escalofrío me recorre la espalda la mayoría de las veces. Otras, me da más guerra la tripa. Pero siempre termina en la garganta, en una mezcla de arcada y dolor de anginas.

Veo esa cantidad de ropa y siento angustia.

Angustia porque me odio por haber comprado tantas prendas que no me gustan, que no me hacen sentir bien y que nunca o casi nunca he utilizado.

Angustia porque sé que en algún momento deberé sacarlas de ahí y algo aún peor, tendré que deshacerme de ellas. No todo el mundo sabe que hay mucha más ropa en el mundo de la necesaria. Pero estoy segura de que lo sospechan.

¿Sabes lo que es la oniomanía? La denominación que le han dado al trastorno que delimita la obsesión por comprar. La necesidad de comprar una y otra vez, para experimentar ese placer comprando, que se transforma en angustia en el mismo momento en el que se ha ejecutado la compra. Angustia por hacer frente al pago de dicha compra y angustia porque llegará un paquete a tu casa que deberás abrir y conseguir meter en tu armario, aunque sea a empujones.

Escucho a una psicóloga en un podcast hablar de oniomanía, dice que un trastorno como la oniomanía siempre va precedido o acompañado por ansiedad, depresión o un trastorno obsesivo compulsivo. Yo tengo dudas, pero la experta es ella.

Sin embargo, disiento por completo en otra de sus afirmaciones: “la compra en personas que no la ejecutan de forma compulsiva debería proporcionar placer”. Lo saludable es sentir placer cuando compras. La psicóloga no se ha puesto a pensar en lo del huevo y la gallina, o en que toda causa lleva acarreada una consecuencia. El placer genera una sustancia que se llama dopamina, y me temo que generar dopamina de forma repetitiva, genera una dependencia cada vez más frecuente a experimentar ese placer, y esto puede llevar acarreado el desarrollo de obsesiones.

La adicción a las compras no es algo que se rechace socialmente. Veo una entrevista en la calle a dos chicas en la que la reportera les explica lo que es la oniomanía y en seguida una de ellas acusa a la otra de ser adicta a las compras. Las dos ríen, la reportera también. Me imagino la misma entrevista sustituyendo la adicción, por ejemplo, en vez de hablar de oniomanía, preguntar a dos chicas por su interés y nivel de consumo de cocaína o incluso heroína. La respuesta no sería la misma.

La angustia es un enemigo silencioso. Una emoción que experimentamos y que es muy complicada de compartir y expresar. Nos hace sentir ahogadas en soledad.

Por último, la psicóloga critica el dedicarle mucho tiempo y pensamiento a la planificación de una compra. Obsesionarse con la compra de objetos no es bueno. Pero el conocimiento que da pie a la necesidad de una determinada planificación para llevar a cabo una compra puede llegar a resultar terapéutica y un buen freno a la divagación sobre la compra. El acto de adquirir una prenda una vez hemos adquirido un determinado conocimiento, convierte dicha compra en un acto eficiente sin dar pie a ningún tipo de pensamiento obsesivo.

Si compramos poco, no gastamos y no ocupamos un espacio del que no disponemos.

Si compramos poco y bien, la angustia frente al armario desaparecerá.