Las enzimas madre

La dieta que ha popularizado Mercedes Milá lleva dos millones de copias vendidas en todo el mundo y va por la segunda edición en nuestro país. No es extraño teniendo en cuenta que promete una forma de vida sin enfermar. Su autor, Hiromi Shinya, cirujano experto en endoscopia y oncología, defiende que cada acción de nuestro cuerpo está controlada por enzimas –proteínas que producen las células y que actúan como catalizadoras y reguladoras de los procesos químicos del organismo-. Todas estas enzimas provendrían de otras «enzimas madre o basales», que son limitadas en nuestro organismo. Pues bien, según el autor si agotamos esas enzimas madre no tendremos suficientes para reparar las células y con el tiempo se desarrollarán enfermedades como el cáncer y otros padecimientos degenerativos, y llegaremos a la vejez con una salud desgastada.  Ahora bien, con su dieta se podría proveer a estas enzimas madre de todo lo que necesitan, ganar vitalidad, evitar las enfermedades cardiacas, curar el cáncer no genético, frenar la diabetes e incluso la obesidad.  

Sus dogmas a juicio

- Beber abundante agua –de 6 a 10 vasos de agua diarios-, pero “agua buena” -mineral o tratada, nunca del grifo-.
El agua no necesariamente es mejor por ser mineral o tratada, ya que ninguna garantiza sus beneficios a la larga, asegura la experta en nutrición Laura Pire (www.laurapire.com). “La calidad del agua del grifo que tenemos en nuestra zona de residencia habitual en muchas ocasiones es realmente buena, mientras que las aguas minerales fomentan en muchos casos la formación de piedras en el riñón y acumulo de quelatos que acaban formando ateroesclerosis y depósitos calcáreos”, advierte. Lo recomendado: agua de grifo de buena calidad, aguas minerales bajas en sodio y agua de manantiales de montaña.  
 
- No fumar, beber alcohol, ni tomar en exceso café o té.
Fumar y beber aumenta los niveles de radicales libres fomentando la oxidación que da como resultado el envejecimiento prematuro, cuenta la experta. “El exceso de café y té provoca un pH ácido que hace que el organismo genere una compensación que desequilibra los electrolitos. Además, estos cuatro productos interfieren en la absorción de calcio, y su uso cotidiano durante la madurez hace envejecer de forma prematura el esqueleto”.

- Dieta: 85-90% de alimentos vegetales –sobre todo legumbres, arroz, grano y pan integrales-, 5% de frutas, semillas y nueces, y 10-15% de proteínas animales –pescado pequeño para que no contenga mucho mercurio, pavo y pato-.
“Evitar el mercurio es importante porque es un metal pesado venenoso. Pero, la carne de pato tiene mucha grasa saturada y hay que comerla muy de vez en cuando y en pequeña cantidad”.  
 
- Cuánto más frescas sean las verduras, frutas, carnes y pescados, más enzimas tendrán.
“Un alimento rico en enzimas mantiene su riqueza cuanto más intacto se encuentra”, confirma Pire. También es importante apostar por los alimentos de temporada.
 
- Evitar cocinar la carne a altas temperaturas y el consumo de carne de animales que tienen una temperatura superior a la humana –pollo y buey- porque se fulminan las enzimas y su grasa animal se solidifica en el torrente sanguíneo.
Es cierto que cuando cocinamos grasas a altas temperaturas, éstas se queman liberando compuestos químicos que aumentan los radicales libres en nuestro organismo. Pero, “el tema de la temperatura de la grasa no deja de ser una teoría que suena novedosa y que realmente tiene que ver con el punto de fusión de los ácidos grasos saturados, insaturados y poliinsaturados, que coexisten en múltiples alimentos, incluso aunque no sean de origen animal”, cuenta Pire.
 
- Optar por la carne de animales con una temperatura corporal baja, como el pescado, porque su aceite se licua en el cuerpo y llega a lavar las arterias en lugar de depositarse en ellas.
En general, la grasa de pescado es mejor que la de la carne. “Se utiliza un concepto muy folklórico como es el de “lavar la arterias”. Pero, es cierto que la labor de los ácidos grasos omega 3 que hay en el pescado azul, elevan el colesterol bueno, y son capaces de recoger el malo y evitar su depósito”, dice.
 
- Huevos, leche y queso de soja en pequeñas cantidades.
“Son alimentos de origen animal, muy concentrados en proteínas y  muy alergénicos, alergias que muchas veces se sufren sin ser percibidas y su retirada de la dieta hace mejorar el funcionamiento del sistema”, asegura la experta.
 
- Prohíbe los lácteos, ni leche, ni yogures, ni queso, tampoco margarinas y manteca.
Un poco no hace daño, pero definitivamente es más sano usarlos poco o nada. “Volvemos a hablar de alimentos de origen animal, con grasas saturadas, y margarinas con ácidos grasos modificados y poco saludables”.  
 
- También prohíbe los dulces, el azúcar, los chocolates, la sal de mesa, las grasas y aceites.
“El dulce agota el sistema de antioxidación natural, y produce cansancio e hiperactividad. Para tener una vida larga y activa es importante alimentarse con hidratos de carbono complejos y pocas grasas”, recomienda Pire. Eso sí, el aceite de oliva, debe estar siempre en la dieta. Y es importante reducir la sal en las comidas al mínimo.
   
- La proteína animal y el azúcar demandan una mayor cantidad de calcio y magnesio, conduciendo a una deficiencia de calcio, lo que irrita el sistema nervioso y contribuye a la irritabilidad del niño.
“El pH ácido que generan estos alimentos obliga al organismo a fabricar una especie de bicarbonato como el de las sales para combatir la acidez de las digestiones. Este mecanismo “tira” del calcio acumulado. Y el principal ladrón de magnesio del organismo es el azúcar y un déficit de este mineral en el organismo conduce a trastornos nerviosos de todo tipo, como calambres e hiperactividad”, explica Pire.
 
- La hiperactividad en los niños también puede venir motivada por una deficiencia de calcio.
Pero, la hiperactividad también la sufren niños sobresaturados de lácteos y complementos vitamínicos, según la experta. “El déficit de atención y la hiperactividad infantil están relacionados con el agotamiento de los minerales que equilibran el sistema nervioso. Se produce a causa del trabajo que tiene que hacer el organismo para neutralizar el pH ácido, que provoca la ingesta de productos ricos en azucares o de mucha proteína”. También por el consumo de refrescos y embutidos.
- El exceso de  ingestión de calcio en la madurez también sería dañino. Puede generar estreñimiento, náuseas, pérdida de apetito y distensión abdominal.
Un exceso de calcio estriñe y provoca desordenes importantes que hay que evitar, comparte Pire.
 
- El calcio disminuye los ácidos gástricos promoviendo un desequilibrio de las bacterias intestinales y una pobre absorción de zinc, magnesio y hierro.
Es cierto que, “las formas químicas en las que se presenta el calcio en los alimentos suele hacerlo incompatible con una correcta asimilación de otros minerales”, según Pire. Sin embargo, “los minerales compiten entre sí, pero como necesitamos cantidades muy pequeñas, el cuerpo es capaz de extraerlos de los alimentos sin problema para alcanzar las proporciones adecuadas”.  
 
- Recomienda masticar  cada bocado entre 30 y 50 veces, y hasta 70, según de lo que se trate, ya que se libera una secreción activa de saliva, una enzima que se complementa bien con los jugos gástricos y la bilis y ayuda en el proceso digestivo.
Es cierto que en la saliva está la ptialina, una de las enzimas más potentes para digerir los alimentos, pero la digestión ocurre seamos conscientes de ello o no. Siempre ha sido así. Y masticar y salivar mucho es mejor que no hacerlo. Pero, a ver quién tiene tiempo para darle vueltas a cada bocado 70 veces, se sorprende la experta.
 
- Cenar entre 3 y 5 horas antes de acostarse.
Según la medicina popular oriental, hacer la última comida del día cuando todavía hay luz, aumenta el ritmo de la digestión. “Si cenamos a las 19:30h lograremos un vaciado digestivo completo con una mejor asimilación de los nutrientes. Más salud digestiva”, cuenta Pire.
 
- Dormir de seis a ocho horas continuadas cada noche,  y acostarse siempre sobre la misma hora. 
El sueño más regular es más profundo y rejuvenecedor. “La melatonina es una hormona que aumenta cuando vamos a dormir. Y también mejoran los niveles de la hormona del crecimiento, que está directamente relacionado con la longevidad”.