La prueba: Utiliza los rayos X para detectar el cáncer de mama en sus estadios más iniciales. En los últimos 20 años la prueba se ha mejorado “hasta alcanzar cotas de diagnóstico de lesiones malignas de muy pequeño diámetro, con curaciones “casi aseguradas” en un porcentaje muy alto de casos”, asegura Armando Tejerina, especialista en obstetricia y ginecología, del Centro de Patología de la Mama (Madrid, tel. 914 47 46 21).
¿Cuándo sí?: “Es una prueba obligada para toda mujer por encima de los 45 años, a realizar cada dos años si no existen factores de riesgo –procesos inflamatorios de la mama, nódulos, quistes, etc-, o cada seis meses en caso de haberlo”, aconseja Hernán Cortés-Funes, Jefe del Servicio de Oncología Médica, del Hospital Universitario 12 de Octubre, de Madrid. Y en mujeres menores de 45 años estaría indicada con carácter individual en función del riesgo familiar o presencia de lesiones benignas que precisen un control especial.
¿Cuándo no?: En el grupo de edad de 50-69 años, la evidencia científica sí ha demostrado que el cribado de cáncer de mama disminuye significativamente la mortalidad. Pero, en mujeres menores de 45 años, los expertos desaconsejan su uso de forma generalizada. ¿Por qué? “En el grupo de mujeres de 40-50 años todavía está por demostrar que tenga un beneficio suficiente como para compensar los posibles efectos adversos que pudiera tener”, puntualiza la doctora Nieves Ascunce, coordinadora del Programa de Cribado de Cáncer de Mama en Navarra. “Una cuestión es el cribado sistemático en estos grupos de edad, donde todavía está por comprobarse su impacto real, y otra cosa es la oferta de mamografía como prueba de diagnóstico con carácter individual a mujeres en especial situación de riesgo, por ejemplo por la presencia de múltiples antecedentes familiares o patología benigna, que exige un seguimiento específico”, aclara. Las mamografías no son perfectas y su efecto positivo en cuanto a disminución de mortalidad  se acompaña de efectos adversos como por ejemplo los “falsos positivos” o el diagnóstico de lesiones que sin mamografía no se hubieran manifestado clínicamente con el consiguiente e innecesario sobretratamiento –asegura la Dra. Ascunce- y esto implica serios efectos tanto a nivel físico como psicológico en la mujer sana.
Más información: GEICAM (Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama, www.geicam.org).