El asesinato de Mahsa Amini encendió los corazones de las mujeres de todo el mundo. Desde la Plaza de la República de París hasta la Casa Blanca de Washington D. C., pasando por la Columna de la Victoria de Berlín y cientos de otros lugares, las mujeres se hicieron escuchar. Las imágenes de mujeres quemando hiyabs, pasaportes iraníes y banderas han circulado ampliamente, marcando la primera vez en la historia que las mujeres del mundo se han galvanizado para apoyar a sus hermanas iraníes en nuestra lucha por la libertad. Desde que comenzó esta revolución liderada por mujeres, nos hemos cortado mechones de pelo, hemos gritado «¡Mujer, vida, libertad!» hasta quedarnos afónicas y hemos llorado por los inocentes ejecutados por la República Islámica. El cambio está en el aire.

En 2018, en una charla en la Universidad de Stanford, señalé que la próxima revolución estaría liderada por mujeres iraníes. Estaba segura de que nuestro momento estaba cerca. El asesinato de Mahsa (Jina) Amini avivó la sororidad. Captó la solidaridad mundial de las mujeres al enterarnos de la muerte de más mujeres. ¿Cómo podemos tolerar y aceptar un régimen que asesina a sangre fría a inocentes? Durante tres meses fuimos testigos de la brutalidad del régimen clerical. La hermandad global se unió y presionó para expulsar a la República Islámica de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas.

El mundo está despertando ante las injusticias que se producen a diario en mi país. Injusticias que las iraníes han soportado durante muchos años. En nombre del honor, el régimen enseñó a los hombres desde pequeños a controlar y oprimir a las mujeres, a tratarlas como si fueran de su propiedad. Pero me alienta ver que, en este levantamiento, hombres y mujeres están hombro con hombro en las calles, unidos contra la opresión.

Nuestras historias tienen poder. Todos los días hablo con mujeres de Irán y recibo vídeos suyos. Su cámara es su única arma para luchar contra este régimen, para mostrar al mundo la misoginia y la brutalidad a las que se enfrentan. El otoño pasado, llevé conmigo a dos jóvenes a informar al Presidente Macron en Francia. Roya Piraei, kurda, se rapó el pelo después de que su madre recibiera un disparo en la espalda durante las protestas. Su desafiante acto fue imitado simbólicamente por otras mujeres en todo el mundo. La otra fue Shima Babaei, iraní condenada a una larga pena de cárcel por desafiar las leyes sobre el hiyab obligatorio. Juntas somos más fuertes. Juntas enviaremos a este régimen bárbaro al basurero de la historia. Ha llegado el momento de poner fin a la opresión histórica de las mujeres en Irán. Cuanto más tiempo permanezca este régimen en el poder, nuestros derechos se verán amenazados en todas partes. Al apoyar a las iraníes, nuestras hermanas de todo el mundo están salvaguardando a la vez sus propias libertades.

Yo crecí en un pueblecito llamado Ghomikola, en Irán. De adolescente, mi madre solía enviarme a buscar agua a un arroyo. El lugar servía de espacio para que las jóvenes nos reuniéramos y habláramos, intercambiáramos historias e incluso reveláramos nuestros sueños para el futuro, mientras esperábamos no tan pacientemente nuestro turno. Nuestros sueños continúan hoy y también la esperanza de luchar un día más. Debemos compartir nuestra fuerza en momentos de necesidad y unirnos para proteger los derechos que tanto nos ha costado conseguir. Nuestra lucha continuará hasta que todos seamos libres de sentir el viento en el pelo. No sólo por nosotras. Debemos hacerlo por los innumerables héroes cuyas vidas se han perdido. Debemos honrar su sacrificio sin rendirnos nunca, no hasta que las mujeres sean libres de elegir su propio destino.


Masih Alinejad, periodista y activista iraní amenazada de muerte, vive en Estados Unidos. Cuenta con millones de seguidores en sus redes, ha escrito libros como ‘The Wind In My Hair: My Fight for Freedom in Modern Iran’ y es una de las voces contra la barbarie.