Dicen los expertos que la mejor manera de ir incrementando nuestro dinero en la cuenta corriente es seguir la regla 50-30-20: dedicar un 50% de nuestros ingresos a los gastos fijos, un 30% a ocio y un 20% al ahorro. Pero... ¿qué hay de cierto en ello? ¿No nos estaremos atando a un régimen de esclavitud en pro del dinero?

Natalia de Santiago, experta financiera y colaboradora en Elle.es, publica el próximo 14 de enero 'Invierte en ti' (Planeta, 17,95 euros), una obra en la que nos da todas las pistas para gestionar nuestro dinero –y sacarle el mejor partido– de forma sencilla, sin fórmulas complejas y sin saber nada de matemáticas.

Uno de los capítulos se titula 'Ahorra como un rico' y en él, Natalia de Santiago explica que los ricos son ricos precisamente por ahorrar el dinero o, mejor dicho, por 'invertirlo', 'crear capital' o 'incrementar el patrimonio', terminología algo ajena a la mayoría de los mortales pero que al final significa lo mismo: no gastarse todo lo que se ingresa. Este es un extracto del capítulo.

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Cuánto hay que ahorrar y para qué

Aquí, como en todo, hay mil reglas y mil expertos, pero, al final, todo se reduce a lo mismo. Con un poco de sentido común, no es tan complicado organizarse. En esto de ahorrar lo importante es saber por y para qué estamos ahorrando en cada momento. Vayamos por orden…

Cubrir el fin de mes

Lo primero, en términos de ahorro, es llegar a fin de mes y, más en concreto, llegar a fin de mes todos los meses del año. Esto, si hemos hecho los deberes y tenemos un buen presupuesto, no tiene mayor misterio. Se trata de saber que hay meses, como pueden ser las Navidades o las vacaciones de verano, que suelen ser caros por definición y es fácil que nuestros gastos superen a nuestros ingresos mensuales. Por eso, hay que estar bien organizados para guardar algo de dinero los meses facilones para ir más holgados cuando no quedan más narices que gastar. De ahí la importancia de tener un presupuesto anual.

El truco del almendruco: Cuanto más detallado sea nuestro presupuesto, menos tendremos que ahorrar

El colchón de emergencia

Cuando ya tenemos el año bajo control y sabemos que no nos va a pillar la cuesta de enero en enaguas, hay que empezar a ahorrar para el colchón de emergencia. Este colchón es fundamental para hacernos más resilientes (perdonadme por recurrir a este 'palabro' del infierno) y para que en tiempos de crisis no suframos daños financieros permanentes. Como vimos cuando hablamos del valor neto, hay que tener ahorrado un mínimo de tres meses de ingresos, pero lo ideal, sobre todo si nuestra capacidad de reacción (la que calculamos al final del capítulo 1) no es muy alta, son seis meses.

Para que nos entendamos, si nuestros gastos fijos, los que no se pueden cambiar de un día para otro, son más del 50 % de nuestros ingresos, deberíamos tener ahorrados seis meses de sueldo (neto, tampoco hay que pasarse) para emergencias. Y recordad, estos seis meses hay que tenerlos en activos muy líquidos, o sea, en la cuenta corriente, en un depósito, debajo del colchón o en una cuenta de ahorro. Ojo, si nuestros ingresos son muy variables o nuestro empleo es muy precario, estacional o inestable, igual deberíamos acercarnos más a un año de colchón.

El futuro

Aquí viene el escollo por el que mucha gente suspende en esto del ahorro. Da igual si somos jóvenes, ricos y lozanos, una vez que tenemos el presupuesto cuadrado y el colchón de emergencia a buen recaudo, hay que empezar a ahorrar para el futuro sin prisa, pero sin pausa. Este es el momento de empezar a ahorrar para la jubilación.

Las buenas noticias son que comprarse una casa cuenta, pero algo que no todo el mundo tiene en cuenta es que cuanto más ganes, más tienes que ahorrar para la jubilación, porque la pensión supondrá un porcentaje menor de tu sueldo.

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Objetivos a medio plazo

Pongamos que ya tenemos un presupuesto a prueba de susto, un colchón de emergencia mullidito y hemos empezado, aunque sea modestamente, a ahorrar para el futuro. Entonces —y solo entonces— empieza a ponerse la cosa interesante. Es el momento de ahorrar para la boda, para un coche, para la educación de los niños o para el viaje a Bahamas con el que llevas soñando toda la vida (a optimista no me gana nadie).

Vivir mejor

Si ya hemos cumplido religiosamente todos y cada uno de los cuatro puntos anteriores y todavía nos queda dinero, podemos dedicarnos a invertir más profesionalmente, dar a los que más lo necesitan, asegurar el futuro de nuestros hijos, jubilarnos a los cuarenta o, simplemente, vivir mejor. Ahí ya a discreción de cada uno: lo importante es haber cubierto los cuatro primeros puntos.

Recapitulemos: primero, el fin de mes; luego, el colchón de emergencia; a continuación, la jubilación, seguida de los objetivos a medio plazo, y ya, si eso, el yate.

Cuando las cosas van razonablemente bien, hay que intentar ahorrar un 10 % de nuestros ingresos

Conclusión

Como decía antes, para poder cumplir estos objetivos, hay muchos expertos que sugieren ahorrar, como mínimo, el 20 % de nuestros ingresos. Pero la cruda realidad es que hay momentos y situaciones en la vida en las que es más fácil ahorrar que en otros, y que un 20 %, aunque es una cantidad razonable para ir holgados, no siempre está al alcance de todo el mundo.

Para no deprimirnos, recordemos que comprarse una casa o hacer aportaciones a nuestro plan de pensiones es ahorrar. Aunque también hay que ser conscientes de que, si tenemos un trabajo inestable, nuestros ingresos varían mucho, somos autónomos, vivimos de alquiler, los sueldos en la pareja son muy dispares o hemos empezado tarde, igual conviene ahorrar un poco más para ir sobre seguro. En cualquier caso, la categoría «Ahorro» de nuestro presupuesto siempre debería ser, por lo menos, un 10 % de nuestros ingresos y, si podemos, deberíamos estirarlo hasta el 20 %.