Antes de comenzar, vamos a marcarnos un ‘flashforward’ para poder indicar cuál fue la pregunta que nos empujó a escribir este artículo. Decimos que es un ‘flashforward’ porque todavía no vamos a decir quién planteó la cuestión ni a quién dirigía la duda, pero que no cunda el pánico: más adelante, lo descubriréis. La pregunta es directa, clara y algo dolorosa: “¿Hasta qué punto te conviene no mojarte en nada”
El silencio de Taylor Swift en cuestiones políticas fue interpretado durante mucho tiempo como un indicativo de que la cantante era simpatizante del partido republicano. Por si fuera poco, su estética, junto a su silencio político, la convirtió en un icono para grupos neonazis hasta tal punto que sus abogados tuvieron que luchar contra un post que hablaba de una supuesta relación entre la cantante y grupos supremacistas blancos. ¿La respuesta de Taylor? Silencio. 'Cri cri'. La bola del pelo del desierto. El recientemente fallecido Desmond Tutu decía que “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”, y la opinión pública asumió que la aparente neutralidad de Taylor Swift era una señal evidente de su apoyo a Donald Trump.
Sin embargo, el 8 de octubre de 2018 salió del armario en cuestiones políticas: “Siempre he emitido y emitiré mi voto en función de qué candidato protegerá y luchará por los derechos humanos que creo que todos merecemos en este país. Creo en la lucha por los derechos LGTB, y que cualquier forma de discriminación basada en la orientación sexual o el género es incorrecta. Creo que el racismo sistémico que todavía vemos en este país hacia las personas de color es aterrador, repugnante y prevaleciente”, escribió la cantante para posicionarse por primera vez en cuestiones políticas. "Aunque quiero seguir votando a mujeres en política, no puedo apoyar a Marsha Blackburn. Su registro de voto en el Congreso me aterroriza. Ha votado en contra de la igualdad salarial, ha votado en contra de la ley contra la violencia hacia las mujeres. Ella cree que las empresas tienen el derecho a rechazar a parejas homosexuales y cree que no tienen el derecho a casarse. Esos no son mis valores". Donald Trump aseguró que a raíz del post, la cantante le gustaba “un 25 % menos”, y no es de extrañar: a raíz de su publicación, según Vote.org, casi la mitad de las inscripciones de votantes ese mes llegaron en las últimas 36 horas, siendo la cifra más del doble que la conseguida en septiembre.
Aunque las pasadas elecciones estadounidenses movilizaron a las celebridades como nunca antes lo habían hecho (un movimiento al que la moda supo sacar partido al lanzar diseños específicos con los que fomentar los votos y, para qué engañarnos, las ventas), lo habitual es que los famosos naveguen en un mar carente de mareas y oleajes en el que prima la neutralidad. Cuando perturban la paz y salpican al resto de barquitas que disfrutan de las calmadas aguas, se apresuran a disculparse. ¿Un ejemplo? Antes de expresar su admiración hacia Elizabeth Warren en su perfil de Twitter, Lily Collins pidió perdón a sus seguidores por hacerlo. “Sé que nunca me he posicionado aquí políticamente, pero he visto el debate democrático de esta noche y tengo que decir… Guau, Elizabeth Warren. Ahí tenemos a una mujer fuerte que emplea su voz y que no tiene miedo de su poder”, escribía. Después de eso, la actriz volvió a nadar por el mar de la neutralidad sin grandes brazadas ni aguadillas.
“No he venido a defender los derechos de nadie”. Dolly Parton
Cada vez es más habitual que celebridades como Rosalía y Cristina Pedroche pierdan el miedo a posicionarse, pero lo habitual sigue siendo que los famosos deambulen en el limbo de la apolítica. Sin embargo, muy pocos consiguen el logro de Dolly Parton: gustar por igual a los simpatizantes de la izquierda y de la derecha. Su aplaudido papel en la película ‘Cómo eliminar a su jefe (9 to 5)’ defendía los derechos de las mujeres en un ambiente especialmente misógino, pero Parton se aseguró de aclarar a la revista ‘Rolling Stone’ que ella no había venido a “defender los derechos de nadie”. En cada entrevista en la que se le ha preguntado por cuestiones políticas o por asuntos vinculados con el feminismo, ha tirado de la carta del humor, un movimiento mucho más agradecido que los enfados o las malas contestaciones. El mundo de la música country se caracteriza por estar especialmente polarizada en cuestiones políticas, pero Parton siempre ha sabido esquivar las etiquetas para conseguir así agradar a todo el mundo.
“Al distanciarse de cualquier alianza política, lleva a cabo un acto político". MJ Corey
Kim Kardashian consigue también esquivar las balas políticas incluso tras haberse reunido con Donald Trump en la Casa Blanca, y para lograrlo le contó al ex columnista de ‘New York Times’ Bari Weiss que ella es una mezcla de ambos partidos. “Creo en los derechos que defienden los demócratas, pero en los impuestos que quieren los republicanos”, respondió. El devenir de sus negocios depende de sus redes sociales, que son el escaparate de sus productos, y para contentar a sus millones de seguidores ya no es suficiente con guardar silencio, sino intentar un imposible: agradar a todo el mundo. “Al distanciarse de cualquier alianza política, lleva a cabo un acto político”, comenta MJ Corey, creadora de Kardashian Kolloquium, desde donde analizar las acciones de las Kardashian desde un prisma académico. “Hemos aprendido que Kim se preocupa por los casos penales en los que se involucra de forma individual: en ningún momento nos informa acerca del racismo o acerca de las grietas del sistema judicial. Su foco es siempre sacar a la gente de la cárcel sin adentrarse en los asuntos sistémicos que contribuyen a la encarcelación. Es algo clásico de los ricos, que se centran en problemas individuales en lugar de proponer soluciones más genéricas”, asegura sobre la vocación de Kim Kardashian de que la política jamás salpique su marca.
Política 3.0
Comienza a ser habitual que las posturas políticas de las generaciones más jóvenes se moldeen y enriquezcan a través de diferentes ‘podcasters’, ‘YouTubers’ y ‘livestreamers’, y tras un año en el que las clases, las reuniones e incluso las ponencias se han llevado a cabo a través de Zoom, la barrera entre la educación y la política y el mundo del streaming cada vez es más débil.
Sin embargo, muchos influencers siguen abogando por la neutralidad. Cantidad de instagramers dan sus opiniones políticas en stories únicamente a sus mejores amigos, donde también suben sus fiestas privadas para evitar que los seguidores que no son de su círculo les echen en cara la falta de distancia social o incluso que estén bebiendo o fumando. Las redes son para muchas personas un escenario de trabajo, y del mismo modo que tantos evitan hablar en la oficina de cuestiones políticas y se aseguran de que sus superiores no les vean con una copa de más durante los fines de semana, los reyes y reinas de las redes también han de resguardar su privacidad y establecer diferentes espacios en los que opinar y dejar de hacerlo dependiendo de si la opinión de quien escucha es capaz de cambiar su trayectoria laboral.
¿Hasta qué punto te conviene no mojarte en nada y hablar solo de deporte?”. Sindy Takanash
Atención, porque el 'flashforward' del comienzo del texto tiene aquí sentido. Cuando Sindy Takanashi entrevistó a Vikika Costa en ‘Las uñas’, le comentó que por redes sociales no deja ver que tras su físico hay algo más. “Creo que tienes muchas seguidoras y muchos seguidores que tienen una opinión completamente diferente a la tuya y que si descubrieran que eres de una ideología y pensamiento contrario, te dejarían de seguir, ¿hasta qué punto te conviene no mojarte en nada y hablar solo de deporte?”, le preguntaba a la empresaria fitness. “Al final las redes son un medio en el que trabajo y entiendo que a muchas personas que me siguen no les importa mi opinión en ciertos aspectos, aunque a veces siento que la tengo que decir y lo digo. Quizás por eso no hablo tanto”, respondía Vikika.
Hay muchos influencers a los que les da miedo mojarse por perder las campañas. Luc Lorén
En ‘La fábrica de Rufián’, Gabriel Rufián le comenta a Luc Loren, comunicador, DJ y creador de contenidos, que desde el comienzo aseguró que iba a mojarse e intentar aprovechar su influencia para defender un mensaje de libertad sexual y visualizar al colectivo LGTBIQ+. “Hay muchos influencers a los que les da miedo mojarse por perder las campañas, porque normalmente las marcas buscan un perfil ‘safe’. Según la marca no puedes hablar de nada que no sea blanco y muchas huyen de la polémica, y más con la cultura de la cancelación, con la que hemos montado pornografía en internet…”, asegura Loren.
Al echar un vistazo a los perfiles de muchas de sus amigas influencers, son pocas las que se mojan en cuestiones escabrosas, y precisamente las reinas de las redes son las que menos tocan los asuntos políticos. Desafortunadamente, solo hay una Dolly Parton en el mundo, mientras que hay un exceso de stock de odio abrumador. Por ello, no es de extrañar que tantos nombres conocidos prefieran marcarse un 'Emily in Paris' y huyan de la polémica para hacer de su imagen pública un parque temático sin sobresaltos.
