Detrás de esa compostura, esas maneras exquisitas y esa mirada profunda y llena de misterio que exhibe, aun sin ser muy consciente de ello, se adivina una mujer segura de sí misma, con una gran inteligencia emocional y una timidez común a muchos actores, que encuentran en la interpretación el modo de superarla. En eso no es diferente Amaia Salamanca (Coslada, Madrid, 1986), que, sin embargo, despliega en el 'tête à tête' un poderoso autocontrol, con el que domina el deseo que a veces se le intuye de dejarse llevar y contar más de lo que su profesionalidad exige y su cautela aconseja. Porque si algo tiene claro es que su vida es un fortín que quiere preservar en un circuito cerrado, en el que nadie pueda entrar si no le ha facilitado antes el salvoconducto. "Nunca me ha gustado mostrar mi intimidad", justifica. Y reconoce que, aunque acostumbrada a los primeros planos de la pantalla, los medios de comunicación le imponen, pero comprende que son parte del juego.

De hecho, aguanta solícita, sin pronunciar ni una sola queja, las horas de producción de esta entrevista, que es la primera actividad en un día repleto de eventos y actos promocionales que terminará a las tantas de la noche. Y es que no para. Este año la hemos visto en la serie de Netflix 'Bienvenidos a Edén' y en la primera temporada de 'Dos años y un día', creada por Arturo Valls para ATRESplayer Premium. Además, en agosto estrenó la película 'Por los pelos' y ahora protagoniza el largometraje 'La piel del tambor', una coproducción española, colombiana e italiana, que lleva al cine uno de los 'bestsellers' del escritor Arturo Pérez-Reverte.

¿Impone representar el papel de un personaje que ha creado nada más y nada menos que un académico de la lengua?

Sí, fue una responsabilidad enorme, pero ya me he quedado tranquila, porque él ha visto la película y ha dicho que es la mejor adaptación que se ha hecho de sus novelas. Y eso, después de 'Alatriste', me parece un halago espectacular.

¿Cómo has llevado que el rodaje fuera en inglés?

Era la primera vez que lo hacía y no estaba segura de si iba a estar a la altura. Yo pensaba que sabía hablar el idioma, porque con 15 años me mandaron a Estados Unidos, pero, claro, de eso han pasado 20 años... (Risas). Menos mal que tuve una 'coach', Isabel García Lorca, la sobrina del poeta, que me ayudó muchísimo. Porque no es sólo decir de memoria un guion, como si fueras un robot, sino reproducir el ritmo del inglés. Tienes que poner énfasis en determinadas palabras para que la frase no resulte plana y, al tiempo, seguir transmitiendo emociones al espectador. Muy complicado.

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Rafa Gallar
Cazadora de napa de Iro, camiseta de Mango, ’jeans’ de Levi’s, pendientes de Tous, pulsera de Paco Rabanne y botas moteras de Geox.

¿Y ahora, después de esta experiencia, te ves con capacidad y ganas de salir fuera y aceptar proyectos en otras lenguas?

Me encantaría grabar en el extranjero, porque todo lo que sea un reto, ya sea irme a otro país, un desafío físico o cualquier otra cosa, me fascina. Eso es, justo, lo que me gusta de esta profesión, hacer personajes que nunca son como yo.

Entonces, ¿no tienes nada en común con Macarena Bruner, la aristócrata a la que das vida en 'La piel del tambor'?

Entre cero y menos diez. Yo soy muy poco tradicional, aunque según me voy haciendo mayor me voy dando cuenta de que igual no soy tan moderna como yo creía que era.

¿Mayor con 36 años? ¿Lo estás diciendo en serio?

Sí, he notado que desde que soy madre me dan papeles de mujeres maduras. Tengo la sensación de que actrices de mi generación que no tienen hijos optan a otros personajes. Yo llevo haciendo de madre desde los 32, pero eso es un clásico.

Haber sido madre joven quizá me haya impedido ir a Hollywood, pero no lo cambiaría por nada. Ahora no quiero más fama
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Rafa Gallar
Chaqueta de napa de Mango, top de Zadig & Voltaire, minifalda de Zara, cinturón con bolsito de Dior y pendientes de Tous.

Es una queja que han puesto sobre la mesa muchas actrices de Hollywood, desplazadas por una cuestión de edad.

Es que es así. Reese Witherspoon o Nicole Kidman han tenido que convertirse en productoras si querían trabajar. Pero allí se puede hacer. Aquí, con lo que te pagan de sueldo, primero tienes que vivir, y ya luego, si te sobra, pues te decides a emprender. Ya me gustaría a mí también poner en marcha mis propios proyectos, pero no es tan fácil.

¿Qué te queda de la chica de 'Sin tetas no hay paraíso', la mítica serie en la que te diste a conocer hace más de 15 años?

Casi todo. Conservo los mismos amigos, más los que he ido ganando por el camino, y las ganas de pasármelo bien. Fíjate, este fin de semana he tenido una boda con un montón de amigos del colegio y ha sido como volver a esa época. No creo que haya cambiado mucho. He madurado, pero no veo una evolución de mi carácter. Sigo siendo la misma Amaia.

Hasta este año te habíamos perdido un poco la pista, aunque ahora no dejas de estrenar proyectos. ¿Qué ha pasado?

Curiosamente, desde 2020 no he dejado de trabajar, pero antes de la pandemia llevaba un año y medio de parón, y eso a veces, lo reconozco, no es tan fácil de gestionar.

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Rafa Gallar
Cazadora de Iro, camiseta de American Vintage, pantalón de napa de Mon & Pau y collar de Paco Rabanne.

Tu vida parece ideal, pero ¿qué cosas que te quitan el sueño?

Sigo en un punto muy familiar, de estar todavía muy encima de los niños, de su educación, de su colegio... Y aunque tengo mucha ayuda, me falta tiempo para otras cosas, porque mi mente está puesta ahí. He dejado un poco de lado los momentos para mí, por ejemplo, eso de ir a ver una película que realmente me apetezca en lugar de una infantil.

Es que fuiste madre muy joven, para lo que se acostumbra. Ahora, visto con perspectiva, ¿hubieses esperado un poco?

Lo he hecho todo rápido: tuve un 'pavo' temprano, empecé a trabajar a los 16 años, me independicé pronto... Pero nunca me he arrepentido de ser madre joven, siempre estuvo en mis planes, aunque eso pudiera lastrar mi carrera. Mis hijos tienen seis, siete y ocho años, y estoy encantada. Por otro lado, no me da envidia haber perdido ocasión de hacer carrera en Hollywood. Estoy a gusto así, no quiero más fama.

El gremio cultural suele ser un colectivo muy reivindicativo, pero tú no acostumbras a significarte. ¿Por qué?

Es que no sé por qué lo que diga yo tiene que ser más importante que lo que dice otra persona. Evidentemente, ante causas benéficas me implico, pero en asuntos que tengan que ver con política o religión, no. Yo estas cosas las hablo en mis círculos más íntimos. Salir y exponerte como si tuvieras la verdad absoluta es algo con lo que no estoy de acuerdo ni comprendo. Y no porque piense que esto me va a pasar factura en términos laborales. Sin embargo, es muy posible que, si yo me hubiera pronunciado cuando era muy jovencita en un sentido o en otro, ahora no pensaría igual, porque maduramos, nuestras opiniones no son estáticas, gracias a Dios.

Más de una vez han criticado tu delgadez. ¿Te molesta?

Ya hace mucho que no escucho ningún comentario, pero no quiero entrar al trapo. En todo caso, hay que tener mucho cuidado con estas aseveraciones frívolas, porque hacen daño a personas que de verdad tienen este problema. No sé por qué, pero siempre estamos criticando al de enfrente y ahora, encima, de manera anónima a través de las redes sociales.

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Rafa Gallar
Camiseta transparente con alas de Zara, conjunto de lencería de Calvin Klein, ’jeans’ de Diesel, pendientes de Tous y botas de ante de Aquazzura.

¿Eres muy activa en estos perfiles digitales?

Entiendo que forman parte de nuestro mundo, aunque no me entusiasman. Para mí son una herramienta profesional, forman parte de la promoción, pero es lo que más me cuesta de este trabajo, porque siempre supone aparentar algo y, además, yo no quiero dar ninguna información personal.

Por lo general, ¿qué te alegra un mal día?

Una cervecita bien fría con unas aceitunas y un libro de suspense. Bueno, también una conversación con amigos y el deporte. Ahora estoy probando el golf... A ver si me gusta.

¿Qué cambiarías de ti misma si tuvieras ocasión?

Sobre todo, mi impaciencia y mi falta de constancia. Yo voy por ciclos. Soy perfeccionista, pero no soy nada perseverante.

¿Cómo enfocas tu futuro después de 16 años de carrera?

Mi única ambición es seguir trabajando en esta profesión en la que me lo paso tan bien y me hace llegar a casa feliz.

¿Vivir al lado de una pareja tan triunfadora es estimulante o todo lo contrario, resulta un motivo de estrés añadido?

Yo creo que es muy importante tener a tu lado a una persona a la que admiras, y si profesionalmente está evolucionando y yendo a más, es un gusto poder ayudarla. ¿Que hay cosas que mejoraría? Claro, pero eso siempre pasa en una relación, nada es tan perfecto, aunque hacemos un buen equipo.