Imagina durante un momento que tu jefa es Anna Wintour. Decides enviarle un email para quejarte del comportamiento de una compañera de trabajo y en lugar de responderte, reenvía ese correo a la persona de la que te has quejado. Lo de trabajar para la mandamás de la moda es fruto de la imaginación, pero su jugada maestra, no, pues al parecer, es así cómo actúa la británica. Jeff Bezos es otro de los reyes del poder silencioso al emplear el denominado “método Bezos del interrogante”. “Si alguien dentro o fuera de la empresa le envía una queja por correo electrónico, él reenvía el mensaje a la persona responsable, añadiendo un solo carácter: “?”. El personal vive aterrado por si recibe un correos con un signo de interrogación de su exigente jefe”, escribe en ‘Cállate’ Dan Lyons.

"No decir nada es la máxima exhibición de fuerza"

Por su parte Angela Merkel hizo del silencio su virtud, pues mientras sus adversarios se pavoneaban y alzaban la voz, ella callaba. De esta forma, nadie sabia qué era lo que le pasaba por la cabeza. “Comprendió que no decir nada es la máxima exhibición de fuerza y que cuando se tiene poder, no es necesario responder a los ataques. Se limitaba a guardar silencio y dejar que sus oponentes se aporrearan”, escribe el autor.

"Las mujeres sufren en el trabajo mansplaining hasta seis veces a la semana"

En el entorno laboral, guardar con recelo y estrategia las palabras suma puntos, pero por descontado, no podemos obviar el hecho de que esto es así cuando hablamos de alguien que goza de privilegios y que es dueño del poder. Por eso es especialmente doloroso el lugar al que tantas mujeres son sometidas en la oficina, donde su voz se (re)baja y donde parece que hay que luchar por ser escuchadas. Según un estudio, las mujeres sufren en el trabajo mansplaining hasta seis veces a la semana, es decir: más de 300 veces al año. Casi dos tercios de ellas creen que los hombres ni siquiera se dan cuenta de que lo hacen, y dos de cada cinco mujeres afirman que de hecho, ellos les han dicho que son ellas quienes no les dejan hablar.

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El privilegio del silencio

La costumbre de tomar la palabra por parte de los hombres viene de antes, pues un estudio puesto en marcha por la socióloga Janice McCabe en 2020 señala que los estudiantes universitarios hablan 1,6 veces más que las mujeres. A lo largo de la historia, las mujeres han sido reprendidas por usar su voz de manera “inapropiada”, algo que es aún peor en el entorno laboral, donde habitualmente están sub representadas, cuestionadas, interrumpidas, ignoradas, pasadas por alto, escudriñadas, condescendientes y cuestionadas.

Por qué las mujeres tenemos que hablar

¿Por qué es peligroso el silencio femenino? Responde Elissa Bassist, autora de ‘Histérica’. “Cuando no hablamos, no podemos decir que no, no somos asertivos o no podemos comunicarnos. Es entonces cuando perdemos nuestra agencia, autonomía y sentido de nosotras mismas. En nuestro silencio, nos gustamos menos y nos enojamos más con nosotras mismas; no creemos en nosotras ni confiamos en nuestra figura. Si no podemos expresar cómo nos sentimos, entonces no podemos gestionar nuestras emociones. Ni siquiera podemos ser nosotras mismas, porque cambiamos nuestra personalidad por una persona más tranquila. Nos quemamos más rápido. El silencio también nos vuelve locos, literalmente: nos vuelve más ansiosos, deprimidos y suicidas”, explica a ‘Elle’.

"Mi silencio casi me mata"

“No quiero ser dramática, pero silenciarnos es auto lesionarnos: mi silencio casi me mata. El mío se manifestó físicamente en migrañas, dolor de estómago persistente, lesiones por estrés repetitivo... Estudio tras estudio, como cito en 'Histérica', se relaciona el silencio de las mujeres con la represión, la enfermedad, el dolor, las enfermedades relacionadas con el corazón, el cáncer y la muerte. Por ello, habla como si tu vida dependiera de ello, porque así es”, asegura.

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El silencio femenino

Comenta que al investigar para escribir el libro, descubrió que las mujeres son castigadas o penalizadas en el trabajo por negociar demasiado, por actuar de manera asertiva, por no adherirse a los estereotipos de género, por ser divertidas y por decir que no. Tales sanciones incluyen revisiones de desempeño inferiores, menos ascensos, ser menos queridas y respetadas, y ser vistas como personas con un estatus inferior y como líderes menos capaces.

"Aunque las mujeres hablan menos que los hombres, se percibe que hablan demasiado"

Advierte que en el trabajo hay muchos dobles raseros, pues los estudios indican que aunque las mujeres hablan menos que los hombres, se percibe que hablan demasiado, lo que afecta a quien se considera competente. “La gente percibe a los ejecutivos cis que hablan más como más competentes, pero a las ejecutivas cis que hablan más como menos competentes. En cuanto a la capacidad, cuando los hombres bromean en una presentación de negocios, otras personas los ven como más capaces como líderes y les otorgan calificaciones de desempeño más altas, pero cuando las mujeres bromean, otros las ven como menos capaces a la hora de liderar y les otorgan calificaciones de desempeño más bajas”, señala.

"El silencio como arma de supervivencia no funciona"

En un mundo acostumbrado a gritar, para las minorías y para las mujeres el silencio podría parecer a menudo la mejor, la única y más segura opción, pero el silencio como arma de supervivencia no funciona. “En última instancia, el silencio es un doble rasero para las mujeres, un eterno enigma que nos condena si callamos o si hablamos, advierte Bassist.