Tras la sesión de fotos (qué bien le queda ese vestido dorado), Cristina Gutiérrez se apoltrona en un sillón (blanco y con solera), y sonríe, mucho. Su dentadura reluce. Es perfecta. Lógico. «Vengo de una familia de sanitarios. Mi padre es estomatólogo, mi hermano (Gustavo), médico. Es lo que he mamado siempre en casa y lo que me condujo a estudiar Odontología y trabajar como ortodoncista en la clínica de mi padre; es mi jefe, así es más fácil pedirle días para irme de viaje y competir. No lo he buscado, la vida me ha llevado a elegir en cada momento lo que he ido haciendo».

El destino, que es caprichoso, impredecible y juguetón, le puso delante de las narices a esta burgalesa del 91 una moto cuando apenas levantaba dos palmos. Ella vestía seis años y ese cacharro 50 cc, sin marchas. Era de su hermano «y mi padre veía que lo que más me ilusionaba era agarrarla para dar paseos. Fue algo muy natural, esa pasión por el motor salió de mí, no era nada forzado ni impuesto». Crece, se escapa siempre que puede a deambular con la moto, mientras su familia recoge setas en el campo, y comienza a sentir el asfalto en los circuitos de karts: «Con nueve años se me presentó la oportunidad de competir en una carrera y me vi tan sola que me dio vergüenza, pero no estaba incómoda por el hecho de ser chica, sino porque no había más niñas... Me he sentido a disgusto por mí misma, no naturalizaba que una mujer pudiera competir. Ahora, gracias a Dios, se ven más y mis compañeros me respetan y valoran como piloto».

aun cosquillea en su corazon, y en su piel, el titulo de campeona del ultimo rally dakar, cristina gutierrez es la primera mujer espanola en lograrlo
Foto: Pablo Sarabia. Realización: Nuria Sánchez.
Vestido y ‘trench’, de Pomandere, y pendientes largos y anillos, todo de Briana.

Nos ponemos serios (ella continúa sonriendo). Vamos a la acción, con un auto sensato, formal. Cristina cumple 18 años, estrena mayoría de edad y un reluciente carné de conducir. La Federación le permite sacarse la licencia de competición y ahí que se lanza, junto a su hermano, al rally Baja Tierras del Cid: «Primero yo como piloto y él como copi, nos alternábamos... Pero, claro, una vez que había llevado el volante ya no accedía a sentarme a la derecha. De hecho, en alguna ocasión he ejercido de copiloto con Carlos Sainz o Sébastien Loeb, aunque me cuesta, no estoy acostumbrada. Y en carretera, también. Si alguien conduce de manera aceptable, bueno, sin embargo, si veo algo raro, lo paso mal». Al enfrentarse a esa primera experiencia, su padre le conminó a que disfrutara, que no se acogotara por la presión y que, si hacía lo que le gustaba, seguramente llegarían buenos resultados (qué visionario): «Me decía que confiase. Él siempre ha visto algo en mí, que tenía un talento para el motor, por eso creía en mis posibilidades y me lo transmitió desde muy pequeña».

«Hay que naturalizar lo que se siente: llorar, tener miedo, experimentar la frustración...»

Su padre, su hermano, ¿y su madre? «Ha sido una sufridora, sobre todo al principio, percibe que puedo tener algún accidente, que me puedo hacer daño, como cuando me rompí tres vértebras (luego hablamos de eso), pero ahora lo lleva bien. Mi padre también lo pasa mal, pero ella lo visibiliza más». Un poco de marcha. Cristina enciende el contacto. El motor ruge. ¿Magia? ¿Nervios? «No sabía a lo que me iba a enfrentar, era como “a ver qué pasa”. Salimos y, en la primera intersección, nos teníamos que desviar a la derecha y mi hermano, con los nervios, me cantó lo contrario, a la izquierda. Fue gracioso y me sentí liberada. Es raro, porque al final estás compitiendo, todo va muy rápido, es salvaje, aunque en mi caso siento mucha paz». Es la adrenalina, «y la presión, porque ahora compito a un nivel muy alto, y esas sensaciones me hacen dar lo mejor de mí, pero sigo con esa calma, es mi zona de confort. Con el tiempo evoluciona... El primer año que corrí el Dakar, mi objetivo era terminarlo. Es una carrera durísima, solamente acabarlo, con los medios que llevaba, fue un milagro. Ahora compito para ganar, la presión es otra, tengo que estar al nivel... No es más intensa, sino distinta, y la utilizo de forma positiva».

«Para estar bien con uno mismo hay que estarlo con lo que te rodea»

EL ‘ROADBOOK’ DEL ÉXITO

Quizás nos hemos adelantado. Ella va a toda pastilla. Recopilemos, un somero resumen a su palmarés y trayectoria, que si ahondamos, ocupamos toda la revista: en 2015 subcampeona absoluta en el Campeonato de España de Rallies Todo Terreno; primer piloto de coches española en finalizar un Dakar allá por 2017 (puesto 44 en la clasificación general); en el Dakar de 2021 se convierte en la primera mujer española en lograr una victoria de etapa y en la segunda mujer en la historia en conseguirlo; en 2021 fue la primera mujer en ganar la Copa del Mundo de Rallies Cross-Country de la FIA; Campeona del Mundo de la Extreme E (junto a su compañero de equipo, Sébastien Loeb) en 2022, y el pasado enero se enfundó el trofeo de campeona absoluta del Rally Dakar en la categoría Challenger, primera mujer española y segunda del mundo en hacerse con él. Ha nacido para competir...

aun cosquillea en su corazon, y en su piel, el titulo de campeona del ultimo rally dakar, cristina gutierrez es la primera mujer espanola en lograrlo
Foto: Pablo Sarabia. Realización: Nuria Sánchez.
Falda y top de tul de Dior.

«En los coches, sí. Fuera de ellos soy competitiva, pero no a malas, no me enfado si pierdo. He practicado muchos deportes (ahora anda con el pádel y el golf) y siempre me ha gustado ganar, pero si no, no me llevo un mal rato. Aunque, fuera de la competición, me cuesta combatir el estrés. Para estar bien con uno mismo hay que estarlo con lo que te rodea; pasar tiempo con la gente que quiero me ayuda a que la parte profesional funcione mejor. Intento manejarlo y si en algún momento lo necesito, recurro a la ayuda psicológica, cuido mi alimentación y descanso». ¡Ajá!, descubrimos qué le saca de quicio fuera de las pistas, lo que la enerva: «Los atascos, porque tengo poca paciencia, noto que estoy perdiendo el tiempo y eso no me gusta». Si te fijas, su currículo es un abrumador baúl trufado de laureles, cuajado de eso que se conoce como tener-éxito-en-la-vida. «Uno no se acostumbra a ganar, sí a vivir la sensación de hacerlo. Y el problema es que luego sólo quieres la victoria. Eso te lleva a ponerte las expectativas muy altas. Al final, lo importante es valorar dónde está uno, intentar mantenerse arriba sin presionarse demasiado, pero sobre todo trabajar mucho y ser constante, audaz, porque el día que eso no ocurra te puedes ir hacia abajo».

«Uno no se acostumbra a ganar, sí a vivir la sensación de hacerlo»

SIEMPRE SIN FRENO

Desde luego, ella no afloja. Se centra en el presente, en llevar a cabo proyectos con niños (acaba de realizar uno junto al Hospital de Burgos), en el Dakar 2025 junto al equipo oficial de Dacia, en la Extreme E con McLaren... «La suerte te puede ayudar, pero creo que es fruto también de un esfuerzo, de sembrar, de no flaquear en los momentos en los que más ganas tienes de decir “lo dejo”. La fortuna para mí es trabajo». Voluntad, disfrutar del momento, no dejarse llevar por la corriente del éxito. Quizás estas son sus armas para combatir las frustraciones. «Hay que naturalizar lo que se siente: llorar, tener miedo... Y es importante experimentar la frustración, porque te lleva a preguntarte qué quieres cambiar. Te espabila y te levanta. Hay que aceptarlo, es un sentimiento que todos tenemos en nuestro día a día, pero hay que poner un punto y aparte y continuar. No soy una mujer fría... Diría que soy muy sensible, y tal vez por protección me oculto un poco en ese ámbito de las emociones. Aunque ahora, según me hago mayor, me voy abriendo más».

«La suerte te puede ayudar, pero creo que es fruto de un esfuerzo, de sembrar, de no flaquear»

Antes de terminar tenemos una cuenta pendiente, la de cuando, en 2021, se rompió tres vértebras en el Rally de Kazajistán... y llegó a la meta: «Me acuerdo del dolor, insoportable, horrible. No sabía que eran las vértebras, si no, no hubiera seguido porque sé las consecuencias que podría haber tenido. Pero con control mental y la sugestión de repetirte todo el rato “no te duele tanto”, al final consigues avanzar, ahora un kilómetro, y después otro... Como me gusta vivir la vida, día a día, no pensaba en la distancia que me faltaba. Ha sido el peor momento de mi carrera, no sabes cómo te vas a recuperar, si vas a poder seguir compitiendo. Aprendes muchas cosas de ti. Siempre intento darle la vuelta a la tortilla, si no, me aterrorizaría volver a correr».

Cristina Gutiérrez no comete locuras: «Soy bastante tranquila en ese sentido. De pequeña era más guindilla, salía por ahí con mis amigos con la moto, pero nunca haciendo el cabra. He tenido mucha cabeza, me he puesto los límites yo misma, he sido responsable y eso me ha servido para mantener la mente centrada». Eso esperamos, porque la queremos ver en otro rally, en la Extreme E y en el Dakar 2025.