23 películas románticas (indies) que hay que ver una vez en la vida

“¿Capaz o incapaz?” Lo que comienza como un juego de niños acaba convirtiéndose en un estilo de vida que acompañará a Sophie (Marion Cotillard) y Julien (Guillaume Canet) a lo largo de sus vidas. La mecánica es sencilla: quien tiene la caja de hojalata ha de proponerle un reto al otro. Un inocente pasatiempo, cada vez más arriesgado, cada vez más retorcido, del que acabarán perdiendo el control. Sin duda, la película que marcó a toda una generación de ‘indies’ románticos y nos demostró que del atrevimiento al amor solo hay un paso.

Porque no sólo los adultos cometen estupideces en nombre del corazón, Moonrise Kingdom es el primer amor de verano hecho perfección. Sam decide fugarse de su campamento de ‘boy scouts’ para encontrarse con Suzy, quien también ha huido de casa. Mientras sus padres y la policía les buscan –Bill Murray, Frances McDormand, Bruce Willis, Tilda Swinton y Edward Norton completan este maravilloso reparto– los dos niños nos regalarán momentos cómicos y extremadamente tiernos envueltos en un halo retro-‘kitsch’ que ni el mejor filtro de Instagram.

Mientras trata de encontrar algo que le defina, Oliver (Craig Roberts) se enamora de Jordana (Yasmin Paige), una excéntrica compañera de clase que solo accede a quedar con él para poner celoso a su ex novio. A partir de aquí seremos testigos de un romance cínico, torpe y naíf que inevitablemente recuerda a The End of The Fucking World mientras nos hace añorar un tiempo de caleidoscopios y fotos Polaroid. La banda sonora a cargo de Alex Turner (Arctic Monkeys) es simplemente perfecta.

Probablemente estemos ante una de las comedias románticas más citadas de los últimos tiempos y, sin embargo, la cinta se encarga de dejarnos claro desde el minuto uno que esto no es una historia de amor. Tal vez por eso, 500 días juntos sabe explotar este sentimiento como pocas. Tom (Joseph Gordon-Levitt) se enamora desesperadamente de Summer (Zooey Deschanel), la chica nueva de la oficina. Ella es más del “amigos con derecho a roce”. Él decide analizar los 500 días que pasaron juntos para descubrir qué falló y acabamos solidarizándonos con su duelo mientras viajamos por las distintas fases agridulces que acompañan a cualquier relación. Una visión realista del amor/desamor porque, ¿a quién no le han roto el corazón alguna vez?

Julio Medem firma la versión patria de un romance que lo tiene todo: dos actores que nos encantan (Najwa Nimri y Fele Martínez), un idilio prohibido que comienza cuando se conocen con 8 años y las dos visiones de una historia que cambia al ritmo que lo hacen sus protagonistas. Las vueltas que da la vida, la Laponia finlandesa y una película necesaria que se llevó dos premios Goya hace ya más de dos décadas.

¿Qué pasa cuando dos amigos sienten un flechazo por la misma persona? Nuestra experiencia nos dice que la cosa acaba en drama. Por ahí van los tiros en Los amores imaginarios, una historia que funde amistad, atracción y amor el día que Marie (Monia Chokri) y Francis (Xavier Dolan) conocen a Nick (Niels Schneider), un atractivo y misterioso chico recién llegado del campo.

La importancia de la amistad, de eliminar etiquetas, de exprimir cada segundo de vida y de ser feliz –se dice pronto– nos guían en la película que convenció al mundo de que Emma Watson era mucho más que Hermione Granger. La adolescencia y los años de instituto pueden ser muy duros, pero mientras queden amigos y el 'Heroes' de David Bowie la cosa no puede salir del todo mal. Ezra Miller y Logan Lerman completan el reparto de una de las películas adolescentes más necesarias de los últimos años.

Un escritor frustrado ve cómo la ficción supera a la realidad cuando encuentra a Ruby sentada en su sofá. ¿El problema? Se trata de la versión en carne y hueso del último personaje que ha creado, por lo que podrá alterar su futuro conforme vaya escribiendo la historia de sus vidas. Si te gustan las comedias con un puntito excéntrico a lo Pequeña Miss Sunshine –ambas comparten directores–, Ruby Sparks no puede faltar en tu lista de pendientes. ¡Ah! Antonio Banderas también tiene su momento de gloria en la película.

¿Qué pasa cuando el amor se acaba y los recuerdos de lo que un día fue acaban asfixiándonos? Ryan Gosling y Michelle Williams se ponen en la piel de un matrimonio que decide enfrentarse a los fantasmas que rondan a su relación pasando una noche en un hotel temático. Desde este momento, y a golpe de recuerdos y momentos de tensión, seremos testigos de cómo se conocieron, cómo surgió el amor y cómo aparecieron las inevitables primeras grietas.

Su banda sonora, su estética y hasta su corte de pelo. No hay absolutamente nada que no nos enamorara de Amélie, una de las películas más icónicas, risueñas y taquilleras del cine francés. Amélie es una joven camarera del Café des Deux Moulins que vive en el barrio de Montmartre y encuentra la felicidad en los pequeños placeres de la vida –como partir el caramelo quemado de la 'crème brûlée' con una cucharita–. Un día descubre una pequeña caja con juguetes antiguos y decide buscar a su dueño para devolvérsela. Y así, 2001 pasó a conocerse como el año en el que todas quisimos tener ese “je ne sais quois” que desprende Audrey Tatou.

Lo que a muchos nos pintaba como la enésima comedia de Jim Carrey resultó ser una de las películas de culto reciente más valoradas por el público y la crítica, demostrando que la combinación Carrey- Winslet no es tan disparatada como parece. Merecedora ganadora del Oscar a mejor guion original, la película nos pone en la piel de Joel cuando descubre que su novia Clementine se ha sometido a un proceso para borrar de su memoria toda huella de su relación. Él intentará hacer lo mismo hasta que el amor y los recuerdos pronto le hacen darse cuenta de que tal vez no ha sido tan buena idea. No, no podía faltar en nuestra porra de mejores comedias románticas de la historia.

Tras coincidir en un tren, dos perfectos desconocidos recorren las calles de Viena entre reflexiones de amor, vida y relaciones. Con esa simpleza transcurre una de las 'rom-coms' que más marcó la década de los noventa hasta convertirse en una joya del cine romántico atemporal. El flechazo fue tal que acabó contando con dos secuelas ('Antes del Atardecer' en 2004 y 'Antes del anochecer' en 2013) que retoman esta serendipia para mostrarnos qué fue de sus protagonistas –Ethan Hawke y Julie Delpy– 18 años después.

A pesar de sus diferencias iniciales, el amor a primera vista y la pasión que comparten por la música ‘bluegrass’ llevan a Didier (Johan Heldenbergh) y Elise (Veerle Baetens) a comenzar una relación. Él, siempre acompañado de su barba frondosa y su banjo. Ella, con el cuerpo cubierto de tatuajes. Sin embargo, un brutal desencadenante tras el nacimiento de su primera hija conseguirá darle un giro a sus vidas y poner a prueba su relación. Más allá de la conmovedora historia, el recital de ‘country’ que nos regala es todo un placer.

Existen los amores poco convencionales y luego están los que desafían las leyes de la lógica. Spike Jonze optó por la segunda opción en su debut como guionista en solitario con Her, una historia de amor anclada en la ciencia ficción aunque extrañamente realista, como si de un capítulo de Black Mirror (en su versión más tierna) se tratara. Todavía afectado por su última ruptura, Joaquin Phoenix (Theodore) se enamora de su sistema operativo, una ‘Siri’ personalizada que cobra vida a través de la sensual voz de Scarlett Johansson. La estética cálida y cuidada de este filme eleva a Joaquin Phoenix y acaba seduciéndonos hasta que damos por válido un amor tal vez situado en un futuro no tan lejano.

Chico (Ewan McGregor) conoce a chica (Mélanie Laurent) y queda prendado de ella. Tras esta simple premisa explota una hilarante historia construida sobre 'flashbacks' que revisitan la relación que el protagonista mantiene con su padre (Christopher Plummer) quien, al enviudar tras 44 años de matrimonio, decide salir del armario. Dispuesto a exprimir cada momento de esta nueva vida, Beginners nos plantea la relación padre- hijo como una segunda oportunidad, entre ataques de humor, amantes inesperados y pilares tan necesarios como el amor, la familia o el dolor.

Un ejemplo más de cómo traducir mal el título de una película puede despojarla de toda gracia (léase en versión original ‘Yo y Earl y la chica moribunda’). Greg (Thomas Mann), un “rarito” y estudiante de instituto decide hacerse amigo de su compañera de clase Rachel (Olivia Cooke) –o más bien es forzado por su madre– cuando ésta es diagnosticada con leucemia. La conexión es evidente así que Greg opta por echar mano de uno de sus talentos: realizar películas caseras junto a su mejor amigo Earl. Juntos se volcarán en grabar la película perfecta para Rachel mientras hacen frente a la enfermedad y a los problemas de instituto sin perder la frescura ni dejarse arrastrar por el drama fácil.

Todavía no había llegado al gran público y muchos ya se apresuraban en afirmar que Call me by your name es una de las mejores películas LGTBIQ de la historia. La Italia de los años 80 es testigo de la relación que surge entre Elio (Timothée Chamalet), un despreocupado joven de 17 años y Oliver (Armie Hammer), el atractivo ayudante de su padre que pasará el verano con ellos en la villa familiar. Los días avanzan y serán testigo de la química que surge entre ambos convirtiendo una inocente amistad en una preciosa historia de amor en esta magistral adaptación de la novela homónima escrita por André Aciman.

No podía faltar el amor adolescente entre Adèle (Adèle Exarchopoulos) y Emma (Léa Seydoux), la historia que sacudió los cimientos del género gracias a la naturalidad y la pasión con la que se narra la búsqueda de la identidad y la exploración de la sexualidad de la joven Adéle. Entre densas escenas de sexo, dudas y prejuicios, nos subimos a una montaña rusa de tres horas donde los sentimientos y las decepciones retratan el paso de la juventud a la madurez. Sin duda, una de las Palmas de Oro más comentadas de los últimos años y que incluimos en las películas estrenadas en festivales que no deberías dejar pasar por alto.

Incapaces de elegir entre los dos grandes pelotazos del director irlandés John Carney, hemos decidido que tanto Once como Begin again tienen un merecido hueco en nuestro corazón. Si en la primera veíamos surgir el amor a fuerza de canciones entre un músico callejero y una pianista inmigrante checa por las calles de Dublín, en 'Begin again' somos testigos del precio a pagar por el éxito –y las nuevas oportunidades que surgen– cuando Dave (Adam Levine) decide que su pareja Gretta (Keira Knightley) es un obstáculo en su carrera musical. Una oportunidad de disfrutar –por partida doble– de la debilidad que Carney siente por la música.

La película que consolidó a Isabel Coixet como una de nuestras grandes directoras cuenta la historia de Ann (Sarah Polley), una mujer de 23 años que tiene dos hijas, trabaja limpiando de noche en una universidad y vive junto a su marido en una caravana aparcada en el jardín de su madre. Su existencia cambia por completo cuando le diagnostican cáncer y siente el impulso de elaborar una lista con todo lo que que desea hacer antes de morir. Mi vida sin mí es un grito a la vida, sin aditivos ni pomposidades, que reivindica el placer de las pequeñas cosas a través de una paradoja: solo cuando sabe que la muerte está cerca, Ann empieza a vivir.